
Por: Anaisis Hidalgo Rodríguez
Graduado en 1991 en la Escuela Técnica Industrial de La Habana, su primer paso fue formar una base sólida en su oficio, no solo para perfeccionarse en la práctica, sino para entender que su trabajo tenía un impacto mucho más amplio: contribuir a la soberanía alimentaria y al desarrollo de Cuba. En 1995, su entrada a la Empresa Mecánica de Bayamo transformó esa visión en acción concreta, dedicándose a mantener y reparar las máquinas esenciales para la producción agrícola del país.
Su compromiso con la comunidad no se limitó al taller. En 2006, asumió funciones sindicales con la misma vocación de servicio, y en 2008, como secretario del buró sindical, se convirtió en un referente de unión y trabajo en equipo. El reconocimiento que ha recibido, como la condición de Vanguardia Nacional y el título de Centro 26 de Julio, son reflejo del esfuerzo colectivo y del liderazgo que ha fomentado en la empresa y en su entorno.
Su liderazgo trasciende los muros de la fábrica. Como delegado a las Conferencias Nacionales del Sindicato de Industrias y al Congreso de la Central de Trabajadores de Cuba, representa no solo a un colectivo, sino a toda una comunidad que confía en su ejemplo. Además, su participación activa en el Poder Popular y en diferentes comités refleja su compromiso profundo con la causa social y la transformación de su barrio y municipio.
Para Juan Manuel, su familia es la fuente de la fuerza que lo impulsa a seguir adelante. Su compromiso con el 1 de Mayo es mucho más que un acto simbólico; es un acto de fidelidad a sus raíces, a su gente y a la Revolución.
A sus 50 años y más, su mirada no solo es de satisfacción por lo que ha logrado, sino también de inspiración para aquellos que creen en la fuerza del trabajo colectivo y en la unidad del pueblo cubano. Como él dice, “Los cubanos no nos dividimos; nos multiplicamos”, y con esa convicción, sigue siendo ejemplo de que el verdadero cambio social se construye con esfuerzo, solidaridad y compromiso colectivo.


