Ciudad mambisa y rebelde

El equipo de Granma acababa de ganar su primer título nacional, en el deporte que más apasiona a los cubanos, el béisbol, y un anciano bayamés describía la explosión popular de júbilo como únicamente comparable con la provocada por el triunfo de la Revolución.

Fidel habla frente a la Plaza bayamesa de la Revolución

La semejanza trajo a mi mente, por enésima vez, imágenes creadas, a ritmo de lecturas, sueños y deseos, cuando “veo” el 20 de octubre de 1868 en Bayamo y el 1 de enero de 1959 en Cuba.

Ahí volvió la noticia, el dato curioso, la coincidencia, la sorpresa, lo que algunos no mencionan, porque les parece insignificante o les exige pensar demasiado: Bayamo fue la primera ciudad liberada por el Ejército Mambí, al mando de su líder fundador, Carlos Manuel de Céspedes, y la última redimida gracias al accionar directo del Ejército Rebelde, con su creador, Fidel Castro Ruz, en el timón.

Pero esta historia, que es una sola y no incluye casualidades, comenzó mucho antes, mientras se afianzaba en Cuba el dominio colonial de España, aquella larga noche de pesadillas, vivida por la urbe, en un buen tramo, como centro político y económico de la Villa de San Salvador de Bayamo, cuyos terrenos forman hoy las provincias de Granma, Holguín, Las Tunas y parte de Santiago de Cuba.

La comarca iba quedando marginada y sus habitantes aprovecharon la lejanía de la capital, la llanura amplia, el extenso litoral y las abundantes montañas, para autogestionarse el progreso, sobre todo desde el comercio ilegal con piratas y corsarios.

Expertos opinan que, gracias a dichos intercambios, Bayamo se situó entre  las ciudades más importantes del archipiélago, especialmente a fines del siglo XVI y principios del XVII.

Denominada por las ciencias sociales región histórica Valle del río Cauto, la zona devino escenario de varios de los acontecimientos que los estudiosos relacionan entre los balbuceos del sentimiento cubano de nacionalidad.

Uno de ellos fue llamado El Caso Bayamo y comenzó en 1603, cuando la insubordinación de criollos ricos hizo fracasar a la tropa enviada por el gobernador del país para tratar de eliminar el contrabando en la porción  oriental.

En 1604, tuvieron lugar en Bayamo, Yara y Manzanillo, los sucesos que darían contenido al poema épico Espejo de Paciencia, considerado la primera obra literaria de tema cubano. Esos aconteceres estuvieron muy vinculados con El Caso Bayamo y mostraron la singularidad de que el obispo del país estuvo implicado en los negocios ilícitos, afirman historiadores.

Las conspiraciones de carácter abolicionista comenzaron en Cuba con la organizada por el pardo libre Nicolás Morales, en 1795, desde la capital del Cauto y sus alrededores y, en 1812, el abogado bayamés Joaquín Infante divulgó, en Venezuela, el primer proyecto cubano de constitución, con tono independentista.

A partir de esos y otros antecedentes, unidos a influencias nacionales y extranjeras, no es de extrañar que Bayamo, segunda villa creada por los españoles en la Antilla mayor, fuera obligada a esperar, para recibir el título de ciudad, hasta 1837, como castigo de la Corona al carácter “levantisco y pleitista” de los nacidos en esta tierra.

En ella maduraron, primero que en otras zonas, los elementos distintivos de la nacionalidad.

Bayameses encabezaron los preparativos, el comienzo y la consolidación de la primera guerra cubana por la soberanía nacional y contra la esclavitud, contienda  devenida revolución social, gracias a la cultura y el radicalismo político de los líderes, y le aportaron, entre otros pilares, la ética y la acción que requería el independentismo, principal corriente del pensamiento cubano en la centuria.

También le sumaron el Padre y el Himno de la Patria, una bandera y un ejemplo sublime de valor y patriotismo (la quema de la urbe por sus moradores, cuando les resultó imposible mantenerla libre).

La capital cauteña fue escenario de la mayor victoria militar de los criollos en la Guerra de los 10 años; la primera y única ciudad ocupada durante un período prolongado y, al mismo tiempo, la primera y única liberada por el Ejército Mambí, bajo la dirección de Céspedes.

Fueron acontecimientos estremecedores e inolvidables; pero Bayamo no se  cansa de ser grande. Lo demostró con hechos protagónicos en la Guerra necesaria (1895-1898), en la protección a jóvenes que atacaron el cuartel Carlos Manuel de Céspedes, en 1953, y en la Guerra de liberación nacional (1956-1958).

Como parte de la última gesta mencionada, la primera urbe cubana declarada Monumento Nacional registró incontables e importantes acciones armadas y de otros tipos, en el área urbana, incluido un ataque encabezado por el legendario Camilo Cienfuegos, y estuvo entre los iconos del apoyo popular, constante y diverso a los  guerrilleros, sin excluir el aporte de combatientes.

Aquí radicó el Puesto de mando de la zona de operaciones creada por la tiranía batistiana y sus proveedores yanquis para combatir contra el Primer Frente del Ejército Rebelde, dispersado en la Sierra Maestra y dirigido por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, con su gloriosa Columna Uno José Martí como punta de lanza.

La gran batalla de Guisa, que duró 11 días, constituyó un golpe anonadante para el Puesto de mando de Bayamo, cuyo debilitamiento moral y material facilitó el avance indetenible, desde las bases de los frentes I, II y III, hacia Santiago de Cuba.

Pese a ello, el 1 de enero de 1959, la Ciudad Antorcha tenía una fuerza considerable, sobre todo por la cantidad de hombres y medios. Sus jefes decidieron esperar a Fidel, para pactar la entrega definitiva; aunque antes conversaron con algunos oficiales guerrilleros y, según se ha dicho, firmaron un acta de rendición ante un capitán de los barbudos.

Si es cierto, este detalle no restaría fuerza ni brillo a una acción de mayor envergadura, porque, en realidad, los jefes de las tropas acantonadas aquí  dialogaron con en Héroe de la Sierra Maestra, casi al anochecer del 2 de enero de 1959, en el club Cautillo, y él decidió que los oficiales conservaran su armamento reglamentario.

Al amanecer del día 3, Fidel entró al Puesto de mando, invitó a los presentes a sumarse a la revolución que comenzaba y a acompañarlo en la Caravana de la victoria.

Previamente, en plena madrugada, la Ciudad Antorcha abrigaba el primer abrazo de Fidel y Camilo en Cuba libre, y poco antes, cuando terminaba el 2, empezaba el 3 y nadie conservaba sosiego para anotar horas y minutos,  miles de bayameses, estremecidos y alegres, escuchaban al Comandante en Jefe, en la Plaza de la Revolución, primera de Cuba con este nombre, puesto por Céspedes, tras la victoria mambisa rubricada con el estreno popular del futuro Himno Nacional, el 20 de octubre de 1868.

Repito, Bayamo no se cansa de grandezas y símbolos: La noche del 2 de enero de 1959, la Banda municipal recibía a Fidel, algunos oficiales y ayudantes, únicos integrantes de la Caravana de la victoria que entraron al centro de la ciudad, con la primera versión orquestal realizada en el país de la Marcha del 26 de Julio.

Salvador Alarcón (1930-2008), uno de los músicos del momento, contaría que la instrumentación la realizó, aquel día, el prestigioso director Rafael Cabrera Martínez, al escuchar en repetidas ocasiones la pieza a través de Radio Rebelde.

Cabrera Martínez (1872-1967) formó parte de una banda mambisa, dirigió la agrupación bayamesa durante más de medio siglo y era hijo y alumno de Manuel Muñoz Cedeño, instrumentador de la canción romántica La Bayamesa y de la marcha guerrera de igual nombre, esta última devenida Himno Nacional.

Muñoz Cedeño y su banda, exponentes del abrazo cubano entre patria y música, interpretaron reiteradamente la pieza de Perucho Figueredo, para animar a Céspedes y su Ejército Mambí, en la primera pelea por Bayamo, del 18 al 20 de octubre de 1868.

Por cierto, ahora transcurren jornadas en que la tradición invita a homenajear al maestro Muñoz, nacido el primero de enero de 1813 y fallecido el 14 de diciembre de 1895. La fecha del triunfo de la Revolución y el Día del trabajador de la cultura están vinculados, por los hechos y las esencias, con la obra del músico bayamés.

La Demajagua

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