El regreso de Fidel a la Sierra Maestra ofreciendo algo más que esperanzas

La promesa de regresar a la Sierra Maestra para iniciar las necesarias transformaciones revolucionarias la anunció el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz en Santiago de Cuba el domingo 1 de febrero de 1959, en horas de la madrugada.

Por: Aldo Daniel Naranjo (Historiador)

A los medios de prensa informó que visitaría la Sierra Maestra con los propósitos de cumplir con el pueblo que ayudó al Ejército Rebelde y el Movimiento 26 de Julio a alcanzar el triunfo de la Revolución frente a la tiranía batistiana. De forma categórica manifestó: “Venimos a ofrecerle algo más que esperanzas. Venimos a ampliar la ley orgánica del Ejército Rebelde para acabar con los latifundios para que cada campesino pueda laborar sus tierras”.

En sus proyecciones divulgaba algo mucho más profundo, justo y humano: la puesta en práctica de una Reforma Agraria. En tal sentido dijo: “Saludamos por medio de los campesinos orientales a los que tienen derecho a la tierra que laboran, por lo tanto no se trata ya solo de asegurarles la propiedad a los precaristas y aparceros, sino de hacer buenos los principios de la Revolución”.

Estas medidas revolucionarias no sólo cumplían un compromiso moral con los campesinos, una de las fuerzas motrices de la Revolución, sino también con un importante precepto legal, establecido en el articulado de la Ley No. 3 del Ejército Rebelde, firmada en la Comandancia de La Plata el 10 de octubre de 1958.

El regreso de Fidel a la Sierra Maestra se produjo a las 3: 00 de la tarde del lunes 2 de febrero de 1959, cuando descendió del helicóptero en Guayabal de Nagua, a pocos kilómetros del poblado del central Estrada Palma (hoy Bartolomé Masó). Allí le esperaban cerca de 10 000 personas, entre campesinos y maestros voluntarios de la región oriental, considerada la primera concentración campesina después del triunfo revolucionario.

Para la ocasión el líder revolucionario pronunció un discurso, donde manifestó: “Hemos venido aquí para demostrar a los campesinos que no los hemos olvidado en el triunfo y para decirles a todos los cubanos que tengan presente, que tengan presente, repito, que nosotros los barbudos del Ejército Rebelde, somos de la Sierra y que exigimos al gobierno hacer la revolución agraria”.

Asimismo, formuló que se expropiará la tierra de los geófagos y latifundistas y que si estos se ponen tercos entonces la confiscarán y explicó que no comenzó a repartir la tierra hoy mismo porque no estaba completo el reglamento de la Ley Agraria y que se corría el peligro de que se hiciera un reparto disparejo, pero que antes de 30 días tenía que estar en vigencia porque si no él, al frente de dos millones de cubanos, iría para La Habana en una invasión cívica.

En sus palabras esclarecedoras trazó planes para el progreso social y cultural en la Sierra Maestra, con la presencia de maestro, médicos y abogados, encargados los primeros de fundar escuelas, los segundos desarrollar la atención de salud y los terceros para realizar un censo de las tierras que necesitaban los campesinos y fijar las bases legales de la Reforma Agraria.

En sus palabras preludió la realización de la campaña de alfabetización, importante batalla por la superación educativa y cultural del pueblo.

Cuando concluyó su discurso, cerca de las 7: 30 de la noche, atendió a un centenar de maestras, llegadas desde Bayamo y Manzanillo, las que ofrecieron su entusiasta cooperación para trabajar junto a los campesinos en la Sierra Maestra.

Los buldócer del ministerio de Obras Publicas ya abrían el camino del central Estrada Palma hasta Providencia. Fidel determinó que el equipo se quedara a trabajar en otros caminos de la Sierra Maestra. El noble gesto fue aplaudido por las masas campesinas.

Durante el recorrido visitó el antiguo cuartel del central Estrada Palma, atacado varias veces por fuerzas del Ejército Rebelde y donde perdieron la vida varios combatientes. Pidió que una sala fuera dedicada a homenajear aquellos hechos y destacar la trayectoria revolucionaria de aquellos mártires.

El 2 de febrero, en la noche, Fidel viajó en helicóptero hasta el poblado de Charco Redondo, donde se reunió con los mineros del manganeso. Las minas estaban paralizadas desde el año anterior. La mayor preocupación era garantizar el bienestar de los trabajadores de las minas y sus hijos.

Con urgencia se levantó una tribuna en la plaza pública, próxima a la casa de Víctor Falcón. En su discurso presentó una visión general de la situación del país y los trabajos del poder revolucionario para restablecer la economía y la vida social. Señaló que la Revolución llevaba adelante los  juicios a los asesinos y torturadores del pueblo en los Tribunales Revolucionarios y que nadie podía violar las leyes.

En la urgente necesidad de organizar la vida económica y social en la localidad, solicitó a los maestros de allí cumplir con su deber de dar clases y que  los pagos a sus haberes serían satisfechos.

Anunció que por el momento los trabajadores de las minas contarían con un crédito extraordinario de 18 000 pesos para garantizar sus alimentos hasta el inicio de los trabajos de explotación. Prometió agilizar los trámites para que la vida laboral volviera a activar a los vecinos de Charco Redondo.

En efecto, a mediados de ese año empezaron las labores de extracción del manganeso, con el aumento de los salarios y la entrega gratis de equipos de seguridad y protección en los túneles, con lo que mejoraron los niveles de vida de obreros de esta localidad.

FUENTES: Eugenio Suárez Pérez y Acela A. Caner Román: Fidel: en el Año de la Liberación (2006); Ludín Fonseca García: Fidel Castro Ruz: Itinerarios por la provincia Granma (2006); Colectivo de autores: Fidel entre nosotros. Testimonios de la presencia del Máximo Líder de la Revolución en Granma (2007).

La Demajagua

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