Durante 54 años Los Van Van ha hecho bailar a Cuba y al mundo con una sonoridad muy peculiar, pero la mente creativa detrás de este éxito está en su director Formell (1942-2014), quien incorporó al proyecto en 1969 el bajo, la organeta, la guitarra eléctrica, los violines y sustituyó la flauta de cinco por la de sistema.
El trabajo vocal se sustituyó por el montaje de voces propio de los cuartetos, que sirvió de punto de partida para, una vez establecido el nuevo formato, el contagioso ritmo sentara pautas en la música popular bailable.
Sin embargo, la historia del músico antes de fundar Los Van Van el 4 de diciembre se remonta a su paso por la orquesta Revé, su principal escuela, aunque incursionó como contrabajista en varios grupos de son y jazz.
La estancia de Formell en Revé marcó un momento decisivo en la búsqueda del estilo que quería alcanzar el artista y puso a prueba su espíritu renovador con soluciones sonoras.
Vencido el primer año de la empresa musical, sus etapas iniciales en la década del 70 avizoraban un brillante futuro, según importantes críticos, mientras, Formell, con los aportes realizados a la anterior agrupación, enriqueció el set con sonidos como los de la percusión.
Los instrumentos percutivos insertados por este maestro fueron los que tejieron el concepto definitivo: el songo.
Este modo de abordar el son con elementos tomados del jazz y el rock consiste en un diseño rítmico en la percusión, combinado con un figurado de piano y el bajo, creado, además, con timbres armónicos y melódicos diferentes.
Así comenzó aquella aventura que hasta ahora dura. Por esta escuela pasaron José Luis Quintana (Changuito), César Pedroso (Pupy), Pedrito Calvo, José Luis Cortés (El Tosco), Miguel Ángel Rasalps (El Lele) y otros.
Todos ellos, junto a su director, exploraron las más variadas formas posibles llegando al ritmo songo, el cual se convirtió en la base de la sonoridad vanvanera.
En los años 70 grabaron sus primeros cinco discos y debutaron en varios escenarios internacionales, pero la siguiente década representó para Los Van Van uno de los períodos más importantes.
De 1980 a finales de la década la orquesta rompió su propio estilo e incorporó un sonido bronco y rajado, interpretado por los trombones y la introducción de sintetizadores.
El empleo del saxofón sintetizado y de los violines eléctricos llamó la atención en ese momento.
Los años 80 trajeron para la orquesta un mayor acercamiento con los bailadores, con temas como «Los pájaros tirándole a la escopeta», cuya banda sonora acompañó al filme cubano del mismo nombre.
Se suman aquí «El Baile del Buey Cansao (1982), «Anda, Ven y Muévete» (1984), «La Habana Sí» (1985), «Eso Que Anda».
También de aquel listado de hace 40 años los seguidores de la orquesta recuerdan «Qué pista» (1983), tema que promocionó la famosa revista de clasificados Opina.
Su música trasciendió las fronteras latinoamericanas de entonces, y escenarios de Reino Unido, Austria, Suiza y Alemania atestiguaron el ritmo capaz de contagiar al bailador menos habilidoso.
Los siguientes años Los Van Van fueron evolucionando hacia ritmos más contemporáneos en cuanto al timbre, buscando expresiones más complejas y preciosistas.
Muchas de las producciones de los años 90 no dejaron duda de que en aquel momento Los Van Van llegan a la madurez, como “Que le den candela”, del disco Azúcar (1993) y “Qué sorpresa”, de Lo Último En Vivo (1994).
De igual forma, «¡Ay Dios Ampárame!» (1995) y “Esto te pone la cabeza mala”, del álbum Te Pone La Cabeza Mala (1997), así como “Permiso que llegó Van Van”, “El negro está cocinando”, son obras que arrasaron sin compasión en cada escenario por sus contagioso ritmo.
A esta extensa hoja de vida hay que agregar los triunfos de los años 2000 con el éxito en los premios Grammy Latinos del disco «Llegó Van Van» o Van Van is here.
En enero de 2010, la canción «A Cali» fue elegida por votación popular como uno de los temas de la 52 Feria de Cali, (Colombia).
Un sello distintivo del grupo recae en el uso de la picaresca, la ironía y el costumbrismo en sus canciones, convirtiéndose en una suerte de crónica que recrean la cotidianidad cubana.