“Mi esposa vivía en Nuevo Yao, Buey Arriba, y allá habían campeonatos interbarrios. Yo jugaba por Yao , y un día no se presentó el arbitro y me puse a arbitrar sin siquiera careta. Por suerte estaba el director del INDER del municipio aquel día, y al fin de semana próximo me llevó una careta. De ahí en adelante arbitraba siempre y no jugué más”.
“En el año1981 vino un curso de arbitraje en el cual participé, y fui escogido. Así empecé joven mi labor de árbitro en las diferentes categorías”.
Su labor detrás del home no pasó desapercibida, y a pesar de su juventud, comienza a integrar las filas del cuerpo de árbitros que trabajaban en la Serie Nacional de Béisbol.
“Eso representó mucho para mí. Uno siempre quiere llegar a lo máximo, y en ese entonces la Serie Nacional era lo máximo. Tuve la suerte de trabajar con Alfredo Paz e Ivan Deivis, los cuales me ayudaron mucho. Uno en las Series Nacionales y el otro en las Selectivas. Eso me ayudó mucho y comencé a destacar hasta quedar entre los árbitros de la Serie Nacional”.
Pero su excelente trabajo no se limitó a Cuba solamente, sino que en eventos internacionales demostró la calidad técnica de su labor. Debido a ella fue elegido como mejor juez en el Campeonato Mundial de la categoría 13-15 años en México 1988, y en los Campeonatos Mundiales Juveniles de La Habana, Canadá y Taipéi de China respectivamente.
“Eso fue un gran estímulo y reconocimiento. Mi primera oportunidad de representar a Cuba en un evento internacional fue en un Campeonato Intercontinental. Luego fuí a un Mundial en México. Todo eso me dió experiencia y habilidades que aquí no tenía. Siempre vas aprendiendo, y en lo personal fue muy bonito”.
Debido a problemas de salud y por decisión personal, Melchor Fonseca decide abandonar los terrenos de béisbol, sin embargo no abandonó del todo su profesión.
“No me he retirado del arbitraje. Soy miembro de los comisarios de árbitro en las Series Nacionales y en la Liga Élite. Evalúo el trabajo de mis colegas, enseño y doy cursos. Sigo laborando, y a pesar de mis 67 años digo que voy a pasar de los 70 trabajando pues no pienso retirarme”.
Sin duda alguna el arbitraje puede ser ingrato en ocasiones. Muchas frustraciones, abucheos, sol, calor, pero también aplausos y reconocimientos caracterizan la vida de los umpires. Por eso Melchor agradece a quienes contribuyeron a lograr lo que hizo y a forjar a este, que puede ser considerado uno de los mejores árbitros que ha tenido nuestro país.
“Me siento eternamente agradecido de todos. De los que me han ayudado con una crítica y el consejo. Es una profesión que hay que hacerla lo mejor posible. Y vivo eternamente agradecido de haber elegido esta profesión “.
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