
“En TVS descubrí mi mundo interior y el exterior también, comencé asoñar diferente: contando historias, caminando paso a paso, invirtiendo energía diariamente me hice documentalista, cada nueva propuesta era una manera de probarme en la subjetividad del arte y encontrar lo más necesario para la inspiración y la creación.
“En la crisis del período especial, graduándome de la Universidad, apareció la televisora en medio de la Sierra, institución a la que llegué por convocatoria en el lugar de donde soy y al que tenía que volver, sin muchas esperanzas de encontrar algo cautivador.
“Lejos de toda expectativa realicé y aprobé los exámenes de aptitud, buscaba un cambio para mi desarrollo profesional, que en aquellos momentos y lugar no era nada visible.
“Iniciaba un proceso nuevo e increíblemente seductor. Comenzaban a tener sentido mis pretensiones como creador audiovisual o documentalista o cineasta, como se le quiera llamar.
“Fue un ambiente fundacional sin precedente, comenzábamos a descubrir cosas al mismo tiempo: los que llegábamos, a chocar con la nueva realidad, y los que fueron a enseñarnos encontraron, haciendo camino, sus certezas sobre el proyecto.
“Una tarea nada fácil, pero sí hermosa y lo es todavía, ahora con más años y experiencias. Uno pondera para bien esa historia, pero vivir, trabajar y aprender en TVS, en medio de aquella crisis, fue auténtico y difícil al mismo tiempo.
“No construimos poses de artistas, porque no existía el glamour, solo el trabajo y las dificultades para hacerlo nos dio alma, estilo y voluntad en medio de la montaña.
“Resultó un gran acontecimiento para el campesino y las comunidades que vieron la importancia de ser ellos mismos, con su cultura, manera de pensar y actuar, los atuendos de vida y de trabajo.
“Es como haber reconstruido su universo, con virtudes y defectos vistos en una película, y eso les dio valor, orgullo, herramientas poderosas de autorreconocimiento y prestigio para afianzar conceptos, su albedrío y la manera de organizar el mundo y vivir en él.
“De pronto se descubre en pantalla, la ruralidad irrumpe en la vida nacional como historia real, tangible y no tamizada por un ideal bucólico, forjado con las mismas costuras del ser humano.
“La sociedad expresada aquí por una comunidad, es la locación para contar su historia y dar vida a hombres y mujeres que deambulan a su alrededor, como genuinos personajes del arte y la cultura universal.
“Inicié la realización de documentales casi de la misma manera que escribía versos, con una técnica secreta que ni yo mismo conozco, algo que viene de un lugar profundo, de donde surge la emoción, el sentimiento, el dolor, el sentido común, el desasosiego, la angustia, el diablo que te incita a no quedarte tranquilo.
“Esa es mi escuela: la emoción, la angustia al hacer la obra, eso que no siempre se puede explicar. Cada uno de mis audiovisuales es una pieza de lo pensado, de mis miedos y audacias en el que cada uno deja la marca que me lleva al otro.
“Fue en Las cuatro hermanas, donde me sentí mayor de edad, seguridad y, a la vez, desfallecer y vivir al mismo tiempo. Me atreví al cambio, a exponerme al público y temblar, aprendí a mirar de frente esa realidad que se devolvía a través de la cámara. Fue duro y me alegro, después de eso caminé mejor sobre senderos empedrados.
“En medio de la Sierra y con mi equipo de filmación sentimos tanta libertad y plenitud, que comenzamos a gritar como dementes para escuchar nuestro eco egocéntrico y grabarlo, esa fue la manera para encontrar el título del nuevo documental que filmaba: Los ecos y laniebla, otro de los entrañables para mí.
“Me siento parte de los continuadores, no soy de su grupo como fui de los fundadores, pero los ayudamos a formar. Ellos van con otros rumbos, aunque se empeñan y lo logran en no abandonar los orígenes. Miran diferente y establecen otros lazos con su realidad que también es otra.
“Desde ese concepto tiro para adelante y respiro cómodo. Cuando estoy con ellos los halago y crítico, me escuchan o no, pero se ha establecido una hermosa relación de parentesco cercano que no me abandona ni en los escenarios más lejanos.
“Vuelvo constantemente allí y están los seguidores, los nuevos y con ellos descanso y sigo filmando. Es la complicidad de la familia, mi sostén y alimento natural para el alma”