Campeones sin medallas

No hay gradas vibrando de emoción, celebrando su éxito; tampoco videos dando la vuelta al mundo, haciéndose virales en las redes sociales, convirtiéndose en ecos de su gloria, una gloria tan pequeña que cabe en un grano de maíz, y sin embargo, nos  ampara de la muerte.

Los campeones sin vítores y fama de esta historia, son un dueto de la Empresa Laboratorio Farmacéutico Liquidos Orales (Medilip): el máster en Ciencias Ramón Medina Reyes y la licenciada en Química, Adriana Vega Lapinel, cuyo trabajo en conjunto fructificó en un alcohol desifectante que durante la pandemia, formó parte del cuadro de productos alternativos para combatir a un diminuto pero potente adversario, el Coronavirus.

Para hacer frente a la Covid 19, Medilip desarrolló alrededor de 31 nuevos productos entre naturales y alternativos, destinados fundamentalmente al alivio de afecciones catarrales y para la desinfección de manos y superficies, con importantes impactos económicos, sociales, cientificos y ambientales muy favorables, entre los que se encuentran: el Hipoclorito de sodio al 0,1, al 0,5 y al 1%, además de jarabes de caña santa, champú de manzanilla, miel, aloe; gel dental, vitamina C melito, Curmeric en gotas nasales y el alcohol desinfectante.

“Empezamos utilizando la glicerina como humectante del alcohol, una materia prima importada que posteriormente estuvo en falta, lo cual nos obligó a buscar otra alternativa: el sorbitol”, refiere Ramón Medina Reyes, autor intelectual de la investigación.

Sobre la experiencia expone su coautora Adriana Vega Lapinel: “La idea era crear un producto antibacterial para combatir los gérmenes, de fácil aplicación y cómodo para las personas, pues muchos se quejaban de que al emplear el alcohol al 70% las manos se les resecaban.

“Se usaba el hipoclorito de sodio, pero tenía algunos inconvenientes, entre estos, que podía dañar pieles y vías respiratorias de personas muy sensibles y deteriorar la vestimenta, así que nos centramos en buscar una nueva materia prima, que tuviera el mismo efecto que el gel antibacterial, pero que a su vez, no se resintiera tanto en las manos. El sorbitol fue nuestra opción, toda vez que se comprobaron sus efectos microbiológicamente”, enuncia Vega Lapinel.

El alcohol desinfectante, actualmente en producción, es sostenible en el tiempo, pues sus materias primas se encuentran en el territorio nacional lo cual garantiza a Medilip soberanía en su producción.

Actualmente el alcohol desinfectante se comercializa en varios puntos de la geografía cubana: Villa Clara, Camagüey, Cienfuegos, Holguín, Santiago de Cuba y Las Tunas. En Granma, se expende en la tienda de Medilip, enclavada en el mercado Luis Ramírez López, de Bayamo, y en el área conocida como El Chapuzón.

Numerosos días de intensa labor sucedieron a este binomio antes de llegar al éxito. En sus convicciones no estaba permitido claudicar, darse por vencidos, abandonar el barco o tirar la toalla. Cuando uno desfallecía en ánimos, el otro lo levantaba, como suelen hacer los equipos.

“Trabajar de conjunto posibilitó que el alcohol desinfectante estuviera más rápido en el mercado y al alcance del pueblo. La cooperación de mi colega Adriana fue decisiva, ella posee la experticia del trabajo en el laboratorio, lo cual permitió que el producto saliera con la rapidez que exigían la economía, la fábrica y la población”, expone Medina Reyes.

Al valorar el rol de la figura femenina y su impacto en los diferentes frentes de la fábrica, apuntó Medina Reyes: “La mujer le aporta un mejor sentido al trabajo, en cuanto a organización, sacrificio. Siempre pone su toque femenino y eso, aunque no salga estadísticamente, es una fortaleza”.

Precisamente por la creación de este gel desinfectante, Ramón y Adriana serán los primeros granmenses en recibir la maxima cuantía de remuneracion que paga la Asociación Nacional de Innovadores y Racionalziadores (Anir) a un innovador, de 80 mil pesos, suma que como buen equipo, dividirán a la mitad.

Los protagonistas de esta historia caminan desprovistos de toda vanagloria. Por ellos no hay gradas vibrando de emoción, celebrando su éxito; tampoco videos dando la vuelta al mundo, haciéndose virales en las redes sociales, convirtiéndose en ecos de su triunfo, pero sin dudas, hubo una industria que revivió al cobijar sus sueños, y desde hoy, hay un pueblo que les agradece.

La Demajagua

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