
Por: Anaisis Hidalgo Rodríguez
SEMILLAS DE UN LEGADO
Hija del médico Manuel Sánchez Silveira, Celia heredó una obsesión: preservar la verdad. En plena Sierra Maestra, entre balas y clandestinidad, transcribía mensajes de Fidel Castro bajo la tenue luz de un quinqué. “Los documentos son la prueba”, repetía. En fecha tan temprana como el 13 de mayo de 1958, escribía a Fidel desde Vegas de Jibacoa:
“Hay muchos papeles sin importancia hoy, para un futuro y para la historia será de gran valor. Mi interés en esto es que cuando se escriba la historia sea lo que realmente es y no dejar estos papeles escribir historietas, nada prueba más que los documentos, por lo que todo importa después.”
No se limitó a acumular papeles; copiaba cada carta antes de enviarla, como si presintiera que el futuro exigiría testigos irrefutables. Su rigor permitió reconstruir episodios como la batalla de Guisa, entrevistando a campesinos y soldados. “La objetividad es un deber”, insistía, repitiendo las lecciones de su padre.
LA CONSTRUCCIÓN DEL ARCHIVO
Tras 1959, Celia se convirtió en detective de la memoria. Recuperó diarios de Raúl Castro enterrados bajo un rosal, reclamó documentos al Che en La Plata y persuadió a Camilo Cienfuegos con una carta reveladora para que le enviara todos los que tenía en su poder y al doctor René Vallejo le entregó uno de los diarios de Raúl Castro, recuperado luego bajo tierra, custodiado por un rosal.
En fecha tan temprana como el 16 de marzo de 1959 dirige a Camilo la siguiente nota:
Querido Camilo:
He comenzado a poner todo el archivo de la guerra en plástico, los originales. Después, pasar ese archivo a rollo de film, que será el archivo de uso y el auténtico para nuestro museo. Ya que me voy a ocupar de esto quiero hacerlo completo, o sea, comenzando de antes del Moncada.
Aparte quiero todo lo que sea de Fidel, todos sus discursos, sus cartas, todos sus escritos, sus cartas, hasta el último papelito.
En esto pueden ayudar ustedes entregando todo, esto va a ser de todos. Si estas conforme como ustedes no tienen tiempo, puedes delegar en todo lo tuyo en mí.
¿Conforme? Me interesan todos tus escritos, tus cartas, son interesantes porque escribes muy bonito y porque todo es interesante.
Abrazos. Celia Sánchez Manduley.
No me pongas nada en orden.
Para 1963, lideraba equipos que desenterraban papeles en fincas y archivos abandonados. Bolsas de nylon, sacos de lona y fajos amarrados con cordel se apilaban en su casa. Nidia Sarabia, su colaboradora, rememora:
“Ella vigilaba todo el papeleo – incluso cuando estaban siendo bombardeados con napalm. Tenía esta idea de que incluso un pequeño pedazo de papel de un soldado rebelde, o de un campesino semi analfabeto, tenía una importancia vital.
“Fue una de las ideas más importantes y queridas que tuvo”, dice Sarabia. “Y nadie más pensaba en ello. Tal vez Fidel sí, pero ninguno otro de los líderes pensó que había que guardar esos papeles”.
EL NACIMIENTO DE UNA INSTITUCIÓN
El 4 de mayo de 1964, entre pilas de documentos en su apartamento del Vedado, Celia fundó la Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado. El espacio original —una sala estrecha— pronto fue insuficiente. Tras mudarse al ex Banco Mendoza, instalaron máquinas de escribir y un laboratorio fotográfico artesanal.
Hoy, el archivo resguarda 70,000 documentos originales, incluyendo cartas de Máximo Gómez y Francisco Vicente Aguilera. Preservó sitios como la Comandancia de La Plata y creó un fondo oral con testimonios de protagonistas de la lucha.
La Licenciada en periodismo Noemí Valera Castillo, especialista en Documentación Histórica y encargada del depósito oral y audiovisual, refirió en el reportaje Medio siglo de la Oficina de Asuntos Históricos: Todo importa, publicado en Cubadebate, “que el archivo oral de la Oficina es uno de los más completos del período de 1952-1958 gracias a la proyección futurista de Celia, de crear condiciones propicias para grabar y conservar las evidencias contadas por sus propios protagonistas”.
Aunque la heroína de la Sierra y el llano murió en 1980, su obra persiste. Cada folio custodiado es un antídoto contra el mito y la patraña. La Oficina que fundó sigue siendo guía para historiadores, investigadores, estudiantes y periodistas que beben de sus notas la verdadera historia de la Revolución cubana.