Los cinco errores que precipitaron la caída de Pedro Castillo en Perú (y el vacío político por llenar)

El exmandatario Pedro Castillo logró realizar una campaña aluvional y exitosa, basada en divulgar una especie de “populismo simbólico” en el que el campesinado y los sectores rurales se vieron representados, y así llegó, prácticamente solo, a la presidencia peruana. Pero Lima y el establecimiento peruano, muy conservador, jamás le perdonaron su triunfo electoral. Antes bien, prefirieron […]

El exmandatario Pedro Castillo logró realizar una campaña aluvional y exitosa, basada en divulgar una especie de “populismo simbólico” en el que el campesinado y los sectores rurales se vieron representados, y así llegó, prácticamente solo, a la presidencia peruana.

Pero Lima y el establecimiento peruano, muy conservador, jamás le perdonaron su triunfo electoral. Antes bien, prefirieron apoyar en segunda vuelta al fujimorismo (representado en Keiko Fujimori), a pesar de que se trataba del mismo movimiento político que dio un golpe al Congreso (1992) y que sí fue bien visto por las Fuerzas Armadas y el statu quo económico.

Así que, visto desde esta óptica, la disolución del Congreso que intentó Castillo el miércoles, de manera ingenua e ineficaz, cual “patada de ahogado”, no fue la principal razón de su derrocamiento.

Luego de dos fallidas demandas de vacancia por “incapacidad moral” ante el Congreso, un sinfín de denuncias en su contra por parte de la Fiscalía. y la ofensiva más reaccionaria que se haya visto en los medios de comunicación peruanos, finalmente se produjo su salida ante la tercera demanda de vacancia.

La disolución del Congreso que intentó Castillo el miércoles, de manera ingenua e ineficaz, cual “patada de ahogado”, no fue la principal razón de su derrocamiento.

Sin ánimo de hacer leña del árbol caído y en medio de la lluvia de acusaciones fatuas, queda por desenredar el porqué terminó cayendo Castillo. Por ahora, estos fueron sus principales errores, más allá de las extremas condiciones que se le imponían.

1. Presentó un primer gabinete muy radical

Cuando transcurría la campaña por la segunda vuelta electoral y un sorpresivo Castillo iba adelante en las encuestas, un grupo armado, presuntamente Sendero Luminoso, asesinó en el Valle de los ríos Apurímac, Ene y Mantaro (Vraem), a 16 personas.

La sangre de las víctimas estaba aún caliente cuando actores políticos de la derecha vincularon masivamente a Castillo con el asesinato.

Este juicio mediático sin pruebas es solo un ejemplo de las formas que tiene el establecimiento peruano para “terruquear”, es decir, culpabilizar como terroristas a sus adversarios, sin argumentos, solo por ser de izquierdas.

El electorado –ya acostumbrado a estos métodos– no creyó ni en ésta ni en otras denuncias, que lo implicaban con el comunismo, el terrorismo o la corrupción, sino que le ofreció su voto, tanto a él como al partido Perú Libre, de izquierda radical, que se convertiría en la primera fuerza legislativa.

Castillo, vencedor, constituyó un gabinete radical con figuras históricas del izquierdismo peruano, como su entonces canciller Héctor Béjar, y anunció como premier a un dirigente de base en su partido: Guido Bellido.

Actualidad RT

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