
«La pasada noche, las Fuerzas Armadas de la Federación de Rusia llevaron a cabo un ataque en grupo con armas de precisión de largo alcance y vehículos aéreos no tripulados contra empresas del complejo militar-industrial de Ucrania en Kiev y la infraestructura de un aeródromo militar. El objetivo del ataque se cumplió, todas las instalaciones designadas fueron alcanzadas”, precisa el comunicado del ente castrense.
Estimaciones emitidas por el presidente ucraniano, Vladimir Zelenski, dan cuenta de la embestida con más de 400 drones y 18 misiles lanzados durante la operación rusa.
Por otra parte, el organismo militar del gigante euroasiático añadió que sus tropas atacaron un depósito de municiones, almacenes de misiles y puntos de despliegue temporal del Ejército de Kiev y de mercenarios extranjeros en 131 zonas.
En esa línea, contabilizaron que, en las últimas 24 horas, unidades de las Fuerzas Armadas de Ucrania sufrieron bajas de unos mil 310 militares en la zona de la operación militar especial.
El Ministerio añadió que los sistemas de defensa antiaérea derribaron cinco bombas aéreas guiadas y 185 vehículos aéreos no tripulados de tipo avión.
En medio de la escalada militar, el portavoz presidencial ruso, Dmitri Peskov, refirió que Moscú espera que Kiev comunique su disposición o falta de disposición a reanudar las negociaciones directas para alcanzar la paz.
“Hemos dicho en repetidas ocasiones que para nosotros sería preferible alcanzar los objetivos que nos hemos fijado por medios pacíficos y diplomáticos, pero mientras eso no ocurra, la operación militar especial continúa y la realidad sobre el terreno cambia cada día», sentenció el vocero del Kremlin.
Rusia desde el 24 de febrero de 2022 inició una operación militar especial en Ucrania, cuyos objetivos, según Putin, son proteger a la población de «un genocidio por parte del régimen de Kiev» y atajar los riesgos de seguridad nacional que representa el avance de la Organización del Tratado del Atlántico Norte hacia el Este.
Al respecto, Moscú mantiene la advertencia de que la Alianza Atlántica está «jugando con fuego» al suministrar armas a Ucrania, y que los convoyes extranjeros con armamento serían «blanco legítimo» para el Ejército ruso nada más cruzaran la frontera.
Frente a este entramado el Kremlin sentenció que la política de Occidente de nutrir de armas al vecino país no contribuye a las negociaciones ruso-ucranianas y sólo tendrá un efecto negativo.