Manzanillo, la perla

Añeja y cercana, cálida y jovial, Manzanillo ve salir el sol hoy por 232 años, para orgullo de quienes privilegiados por la historia residen en este paraje cubano.

FOTO Archivo Luis Carlos Palacios Leyva

Por Roberto Mesa Matos

Y es que la Ciudad del Golfo de Guacanayabo atrapa desde que se conoce: sus mujeres enamoran y los hombres abrazan con esa carga de sentimientos que brotan de la camaradería y la afabilidad.

Por estos lares se entremezclan historia y tradiciones en una tierra de patriotismo que vio encumbrarse a la Revolución cubana y es cimiento del son, la trova y la literatura.

Decir Manzanillo es lo mismo que hablar del  mar, de la liseta frita, de Glorieta, de carnaval, ron Pinilla y orquesta Original, símbolos por los que lugareños y visitantes profesan amplia predilección.

Más de dos siglos encuentran una arquitectura golpeada por el paso del almanaque, pero verifican manos, voluntad, esfuerzo y tesón por  transformarla y hacerla más moderna y elegante.

Hoy la ciudad multiplica horizontes y, aunque no siempre con la rapidez y magnitud deseada, ve rejuvenecer obras con una notable repercusión social.

Vivir en Manzanillo engrandece pechos y agita corazones sin importar carencias u obstáculos, porque bien conoce la gente de aquí la inmensidad del cariño, hospitalidad, sencillez y la pertenencia que corre por las venas colectivas oxigenando almas propias y ajenas.

La Perla del Guacanayabo posee una brillantez única y celebra 232 años de su nacimiento, con el placer de que sus hijos crezcan escuchando el rumor de las olas, sintiendo el frescor de la brisa del gigante azul y queriendo, como el Benny, pescar la luna en el mar.

La Demajagua

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