
El Guacanayabo que la baña agita sus olas, alegre del encuentro con tierra fértil, germen de una identidad que enardece la sangre al manzanillero, orgulloso de saberla fuente de esencias redentoras e inspiración para héroes y poetas.
En la memoria pervive el Puerto Real fundado el 11 de julio de 1792, las fábulas del contrabando, la riqueza del comercio; mas, persiste la naturalidad y valentía intrínseca de sus habitantes, la consagración a la idea de resistencia, la convicción nacionalista, el ánimo de conquista, la decisión de fidelidad al suelo que es patria y sueño.
Perla es, insignia del paso del tiempo; forjada en el fragor de una decisión de lucha por la libertad que anidó en sus generaciones y es herencia hoy.
Origen estratégico de hazañas como el grito primigenio de independencia o muerte y el retorno a la manigua redentora; de movimientos obreros y sindicalistas que expandieron la efervescencia al caimán, de apoyo incondicional a los barbudos de la Sierra que conquistaron la victoria.
Fecunda para dar a luz y forjar a hombres de estatura gigantesca que pautaron caminos y desafíos. El Mayor General Bartolomé Masó Márquez, Modesto Tirado Avilés, Blas Roca Calderío, Agustín Martín Veloz, Paquito Rosales Benítez, Carlos Cuello, Celia Sánchez Manduley, se alimentaron de sus entrañas.
Savia para ilustres, adereza con ideales que en su seno germinaron. Entre letras, rimas, sonoridades, intelectuales, como Juan Francisco Sariol, Julio Girona, Manuel Navarro Luna, Carlos Puebla, Francisco López Sacha, Wilfredo Pachy Naranjo, Cándido Fabré, marcaron huellas imborrables para la nación entera.
Cautiva por la exuberante belleza la Glorieta morisca de su centro y la arquitectura ecléctica de las edificaciones con signos de desgaste, como el nácar cuando no tiene contacto con la piel.
Perfumada con el aroma de salitre y los suspiros del mar, es tan singular como su gente; humilde como los pescadores que lanzan atarrayas para alimentar a sus hijos; generosa como quienes dan el corazón para educar, sanar, edificar.
Es alegre como el son de la Original de Manzanillo que encumbra lo autóctono; legendaria y tradicional como la mezcla del sabor de la liseta y los aromas de tabaco, ron Pinilla y café colado en saco al compás del expresionismo musical del Conjunto Guasimal.
A orillas del Golfo sigue añadiendo julios a sus dos siglos de historia. El mismo sol rutilante del primer día de libertad le ilumina como referente de cubanía.