«Los sismos no se pueden prever, pero las vulnerabilidades sí»

Tras los temblores de tierra que el pasado domingo afectaron a la provincia de Granma, este diario dialogó con el ingeniero geólogo Eberto Hernández Suros.

Por: Mailenys Oliva Ferrales

La mayoría de las vulnerabilidades depende de la calidad de las obras, el empleo de materiales adecuados y el cumplimiento de las normas constructivas.

Para muchos granmenses, los sismos ocurridos el pasado domingo fueron tan estremecedores que difícilmente se borre de la memoria popular ese día en el que la tierra tembló enfurecida –«como haciendo olas sobre el terreno»–, para dejar luego una estela desgarradora de casas agrietadas en paredes y techos, derrumbes, pertenencias rotas y personas afectadas.

Precisamente para entender la magnitud de estos fenómenos sísmicos, y si es posible reducir las vulnerabilidades ante ellos, Granma dialogó con el ingeniero geólogo Eberto Hernández Suros, coordinador en la provincia del Centro Nacional de Investigaciones Sismológicas (Cenais), y especialista en el estudio de esos eventos en el territorio.

–¿Fueron estos dos sismos (6,0 y 6,7 grados en la escala de Richter) los más fuertes que se han sentido en Granma?

–Granma tiene una historia vasta en la ocurrencia de sismos, y los del pasado domingo no son los eventos más grandes que se han registrado en el territorio. El terremoto ocurrido el 25 de mayo de 1992 (en las cercanías de Cabo Cruz, en Niquero) con magnitud de 6,9 grados, es el más fuerte que se ha registrado en esta zona.

«Sin embargo, el nivel de perceptibilidad no siempre se corresponde con la magnitud, pues depende de otros factores como la profundidad y la distancia a la que se encuentra el epicentro de la zona emergida. Estos eventos del pasado día 10 de noviembre sucedieron a muy pocos kilómetros de la costa y a poca profundidad, por eso muchas personas refieren haber sentido el segundo de ellos como el más fuerte que recuerden».  

–Tras haber recorrido comunidades afectadas por los temblores de tierra, ¿cuáles han sido las evaluaciones preliminares que han hecho los especialistas del Cenais?

–Los eventos sísmicos del pasado domingo son procesos naturales asociados a una estructura sismogeneradora que nos ha dado muchos dolores de cabeza y sustos a lo largo de la historia en nuestro país, y fundamentalmente en Oriente.

«Por lo que hemos visto, el impacto ha sido significativo, incluso en el plano sicológico. La gente todavía siente temor y es normal, porque los sismos tienden a generar mareos, malestar, miedo y un proceso de desorientación. Vivir esa experiencia es algo que se queda grabado en la mente por mucho tiempo.

«En relación con los daños estructurales, estos responden a los niveles de vulnerabilidad existentes en los territorios afectados, teniendo en cuenta que tenemos un fondo habitacional –en un porciento bastante elevado– calificado entre regular y malo, por lo que existían muchas edificaciones susceptibles a estos terremotos.

«Ahí figuran viviendas envejecidas que tenían muchos años de explotación y no habían recibido mantenimientos adecuados; además de construcciones a las que durante su edificación no se les verificó la calidad de la obra, y otros sistemas constructivos que evidentemente no eran viables para esas zonas, y expresaban niveles de vulnerabilidad bastante altos».

–¿Cómo se garantiza entonces que las viviendas y las edificaciones estatales no se desplomen ante un sismo?

–Esto tiene que ver, en primer lugar, con el cumplimiento del código sísmico que está vigente en Cuba (el 46 de 2017), el cual regula las características sismorresistentes que deben tener todas las obras que se hacen en el territorio nacional.

«Por supuesto, esto es un documento que tiene un alcance de país, y hay regiones, como la oriental, que tienen especificaciones muy propias, dadas las características y la importancia de la variable de sismicidad para la construcción.

«Eso significa que, en determinados sitios con mayor riesgo de ser impactados por un terremoto, hay que hacer estudios muy rigurosos y puntuales, pues las ondas sísmicas pueden tener uno u otro comportamiento, y ese es el embrión para que las obras que se hagan sean seguras desde el punto de vista de la sismorresistencia. Luego, le siguen otros parámetros vinculados con la calidad de las obras, el empleo de materiales adecuados y el cumplimiento de las normas constructivas.

«Lamentablemente, muchas veces estas cosas se violan. Y sabemos que eso compite con necesidades materiales, urgencias de las personas para construir sus viviendas y hasta fechas de culminación de determinadas obras; pero al final el resultado es una edificación vulnerable a este tipo de evento sismológico.

«También hay obras que se hacen muy bien, pero luego se les realizan adaptaciones estructurales que deterioran la resistencia a la sismicidad».

–¿De qué manera se comporta esta realidad en Granma?

–Creo que se maltrata bastante el tema de la calidad, fundamentalmente, en las construcciones que se hacen por esfuerzo propio, porque se construye con lo que se tiene y con lo que se puede, pero pocas veces como se debe.

«Además, se usan materiales de la construcción que no tienen la calidad requerida, y esto es un punto en el que venimos llamando la atención desde el Cenais hace tiempo, porque existen actores económicos que se dedican a la fabricación de elementos para la construcción, y no siempre tienen certificada la calidad de sus productos, lo que eleva los niveles de vulnerabilidad sísmica.

–¿Qué impacto tiene en la vulnerabilidad de una edificación el empleo de materiales de la producción local? ¿Son viables?

–Los terremotos van a seguir sucediendo, porque constituyen un proceso natural que el ser humano no puede controlar ni predecir; por tanto, nuestro trabajo no es frenar los esfuerzos que hace el país –en condiciones muy complejas– para construir, y sobre todo, viviendas, que tanto necesita el pueblo.

«Además, sabemos que la producción local de materiales es una necesidad. No es un capricho de nadie. Nuestro reclamo es que todo lo que se haga tiene que ser seguro, para tratar de evitar daños mayores ante un evento sísmico. Por eso, es importante que se certifiquen las producciones, que se controle la calidad de las construcciones y se trabaje de una forma integrada entre todos los organismos que intervienen en este proceso».

–Ante esa probabilidad de que ocurran otros sismos, ¿qué experiencias dejan en Granma los terremotos del pasado 10 de noviembre?

«Estos eventos nos dejan como lección que tenemos que seguir trabajando más y mejor para disminuir los niveles de vulnerabilidad en nuestras construcciones, porque los sismos no se pueden prever, pero las vulnerabilidades sí.

Periódico Granma

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