Un centinela de Playa Girón

Girón puede revivirse de distintos modos. Fue tanta la heroicidad de los cubanos en aquellas 72 horas de combate sobre las fuerzas mercenarias que invadieron a Cuba, que si pudieran, hablaran hasta las piedras y los dientes de perro, pero bástennos los testimonios de aquellos hombres que poblaron el Playa Girón; hombres sencillos, de pueblo, […]

Foto: Anaisis Rodríguez Hidalgo

Girón puede revivirse de distintos modos. Fue tanta la heroicidad de los cubanos en aquellas 72 horas de combate sobre las fuerzas mercenarias que invadieron a Cuba, que si pudieran, hablaran hasta las piedras y los dientes de perro, pero bástennos los testimonios de aquellos hombres que poblaron el Playa Girón; hombres sencillos, de pueblo, algunos sin experiencia, otros, luchadores clandestinos y partícipes del Movimiento 26, que como uno solo, hicieron frente a la batalla.

Unos 62 años han pasado de aquella épica gesta, para ese entonces el bayamés Juan Collada Rodríguez tenía 23 años. El almanaque ha seguido su paso indetenible, ha hecho mellas en su cuerpo, pero no ha menguado la chispa del joven rebelde de aquellos días. A sus 85 años rememora fragmentos del encarnecido enfrentamiento en el que el valor sobrepasó al temor de muchos para salvar la nación.

Un dolor enternecido se agolpa en su pecho cuando habla de los que sobrevivieron y no están, de los amigos caídos en combate; la indignación aflora cuando recuerda tanta metralla inocente silenciando vidas, aniquilando sueños, y la emoción renace cuando recuerda a Fidel, liderando aquella batalla, como un gigante, poniendo el pecho a la muerte.

UN PASADO ETERNO

Foto: Anaisis Rodríguez Hidalgo

“Al iniciar la invasión por Playa Girón yo me encontraba en la unidad militar de Managua, bajo las órdenes del Comandante de la Revolución Guillermo García Frías quien dirigía el batallón 2 del Ejército Rebelde; yo era jefe de una escuadra de nueve hombres y contábamos con fusiles que podían lanzar granadas antitanques y antipersonales. Cuando se produce el desembarco nos movieron hacia esa dirección en camiones.

“Cuando llegó mi batallón algunos milicianos nos dijeron que ya todo se había acabado. En ese momento viene un jeep pidiendo vía con cuatro compañeros con la piel dañada por el napalm que los norteamericanos lanzaron en Girón, yo me dije, este compañero me dice que todo se acabó, sin embargo, estos vienen con la piel quemada por el NAPALM, todavía no se ha acabado la batalla.

“Luchamos en condiciones adversas y tuvimos que hacerlo de manera rápida para lograr en breve tiempo la victoria.

Sabíamos que Girón iba a ser un cruento enfrentamiento bélico. Me fui con una mochila prácticamente llena de granadas y con todo el equipamiento necesario para luchar; óigame si me llega a alcanzar una bala, hubiera explotado junto a unos cuantos de mis compañeros.

“Hubo momentos de alegría, como cuando derribamos un avión que nos bombardeó mientras estábamos en el central Australia; otros de dolor, cuando un compañero que minutos antes había dialogado contigo, ya estaba muerto. Lamentable la muerte es uno de los precios que deben pagar los pueblos por su libertad.

“Girón fue un escenario impresionante. Vi combatir a jóvenes casi con tanto o más coraje que los de mayor edad. Confieso que al ver aquellos muchachos maniobrando las ametralladoras cuatro bocas, dudé de una respuesta firme a la hora cero.

“El trato a los prisioneros fue decoroso y respetuoso, a veces ni los amarrábamos porque los veíamos tan desmoralizados que no hacía falta. Eran tan cobardes que no reconocían que habían venido a invadirnos, porque a juzgar por sus declaraciones eran cualquier cosa menos mercenarios y militares.

“Sin embargo, el trato con nosotros era diferente, cuando nuestros hermanos de lucha caían en sus manos, los torturaban y algunos hasta los mataron cobardemente”.

Foto: Anaisis Rodríguez Hidalgo

FIDEL EN GIRÓN

“La presencia de Fidel fue muy estimulante. Yo he pasado por momentos de peligro y siempre he sentido temor, por lo que no me considero de un valor extraordinario.

“En las horas cercanas a la victoria, Fidel nos dijo: `yo voy en el primer tanque porque hay que tomar Girón antes de que caiga la noche. Si lo destruyen, debe avanzar el que venía de tras, y si ese lo bombardeaban, debían seguir los otros.

“Después que vencimos fuimos tomando prisioneros a todos los que mercenarios que estaban escondidos en los zonas boscosas de Playa Girón.

“Me llamó la atención ver a Fidel interrogando a las tropas imperialistas para saber a qué pelotón y compañía pertenecían y las razones por las cuales habían venido a invadirnos.

“Tuve la oportunidad de estar cerca de Fidel cuando se capturaron algunos prisioneros, de momento se armó un tiroteo, al parecer, realizado por algunos soldados que estaban aislados y me llamó la atención la serenidad con la que estaba Fidel, no se inmutaba ni con el más mínimo disparo.

“Me dije: por eso es que muchos seguimos a este hombre, porque tiene una valentía impresionante, propia de un líder, que encabeza los combates e impulsa a la tropa con su ejemplo.

“La importancia histórica de aquel 19 de abril de 1961, se sale de los marcos de nuestra historia, porque Girón constituyó la primera gran derrota del imperialismo en América, la victoria de Cuba entera y en la cual me siento orgulloso de haber participado.

“Vi de frente a la muerte: en el rostro de mis compañeros caídos, muertos, mutilados, quemados por el NAPALM, quienes a pesar de la carne ardida llegaban sin llorar y nos gritaban ¡Patria o Muerte! ¡Acaben con ellos! Hubo un valor impresionante”.

Girón es más que unas páginas en un libro de Historia, es la historia de un pueblo centinela: de policías, soldados rebeldes, estudiantes, artilleros, pilotos, tanquistas, médicos… que como un sol de pueblo abrazador, defendieron con uñas dientes la naciente Revolución cubana.

Foto: Anaisis Rodríguez Hidalgo
Anaisis Hidalgo Rodríguez

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