El encuentro, cargado de simbolismo, se produjo a la medianoche en un cañaveral. Fidel, al encontrar a Raúl, hizo el célebre recuento de fuerzas: con los cinco fusiles que traía su hermano y los dos que portaba él, totalizaron siete. Su afirmación, “¡Ahora sí ganamos la guerra!”, reflejó la inquebrantable confianza en la estrategia y el propósito.
Este núcleo inicial de combatientes, caracterizado por su férrea moral, pronto comenzó a crecer. En los días siguientes, se les unieron otros expedicionarios sobrevivientes como Efigenio Ameijeiras y Ramiro Valdés, así como campesinos de la zona, formando el embrión del futuro Ejército Rebelde.
La reunión en Cinco Palmas trascendió lo anecdótico para convertirse en un principio. Demostró la capacidad de renacer ante la adversidad y que la victoria se construye con voluntad colectiva, incluso en las circunstancias más difíciles. El 25 de diciembre de 1956, este grupo fortalecido inició su internamiento definitivo en la Sierra Maestra.
El sitio histórico de Cinco Palmas, en la provincia de Granma, permanece hoy como un recordatorio tangible de ese instante fundacional donde la historia de Cuba tomó un rumbo definitivo.




