La innovación en la sangre

El ingeniero eléctrico Daniel Antonio Aponte Tornés, es uno de esos hombres que no gusta hablar de sí mismo.

FOTO Anaisis Hidalgo Rodríguez

Prefiere conversar del trabajo en equipo y de cuán importante es el estudio constante para resolver los problemas, sobre todo en este campo de la Electromedicina, donde las soluciones emergen y los equipos de Salud, se tornan una rara adquisición.

Hijo de campesinos, Aponte Tornés fue uno de esos tantos vástagos a los que la  Revolución abrió puertas al estudio. Así se hizo ingeniero eléctrico con una amplia vocación por la innovación.

Desde sus inicios  ha estado vinculado al sector de la Salud Pública. Aquí ha echado raíces desde que inició su vida laboral en 1984, primero en el departamento de inversiones de la Dirección provincial de Salud; posteriormente en el Complejo de servicios y desde 1994 en Electromedicina, donde fungió por 12 años como director hasta que una misión internacionalista en Venezuela interrumpiera su rol.

En este país, puso conocimientos y experiencias en función de atender 48 áreas de salud del estado de Carabobo, igual número de salas de rehabilitación y la instalación de miles de equipos médicos.

Finalizado el desafío, retornó a su antiguo plantel, que es como su casa. Aquí se le aprecia bien temprano en la mañana, cuando pican las 6:30am, sentado, refrescando del pedaleo de su bicicleta, alistando el cuerpo y la mente para lo que depara la jornada laboral.

Muchas fueron las neuronas que cayeron en ese campal duelo del intelecto por rescatar y volver a la vida unos  70 equipos médicos, ya casi en estado de coma; mayormente autoclaves (para esterilizar), y que a su juicio, constituyen  “el corazón de una instalación sanitaria”.

Tres principios sustentan el día a día de este consagrado innovador: “Todo equipo que llega, tiene que salir con una solución; para resolver los problemas basta con usar la inteligencia; y los cubanos debiéramos trabajar más y pedir menos”.

En los talleres reposan equipos médicos que datan de 1984, cuando inició el plan del médico de la familia y cuya recuperación se hace con lo que se tenga a mano, aunque en ocasiones no hay para dónde voltearse ni dónde buscar, por eso es muy receloso y conserva todo.

“Nuestra regla es que todo lo que se rompe, hay que guardarlo, no importa el tamaño del equipo, o la pieza, eso es lo que nos permite darle solución a muchas de las roturas”, expone Aponte Tornés.

Convencido de que una sola persona no compone verano, este experimentado innovador, merecedor este 2024 del Sello 8 de Octubre, que otorga la Asociación Nacional de Innovadores y Racionalizadores, no pone reparos en preguntar algo que desconoce, en pedir ayuda y evocar por el trabajo en equipo. Consciente es, que si cosechamos orgullo, solo cosecharemos pérdidas.

Anaisis Hidalgo

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