
Por: Anaisis Hidalgo
En 1996, María alcanzó su título de doctora en Ciencias Agrícolas, un logro que marcaría el inicio de una importante carrera dedicada a la investigación y conservación del suelo.
A lo largo de los años, su trabajo se convirtió en un compromiso personal con la sustentabilidad, especialmente en regiones donde la salinidad y la degradación del suelo amenazaban la productividad agrícola y la calidad de vida de las comunidades.
En su misión por comprender mejor las causas de la degradación, María lideró un innovador proyecto para evaluar la calidad del suelo en zonas agrícolas vulnerables. La primera etapa de esta investigación consistió en la toma de 59 calicatas —muestras cilíndricas de suelo— hasta una profundidad de 100 centímetros.
Cada una de estas muestras fue analizada minuciosamente, en busca de parámetros agroquímicos que explicaran la acumulación de sales, un problema frecuente en áreas del Valle del Cauco.
Gracias a su perseverancia, María y su equipo lograron resultados reveladores que mostraron cómo la salinidad afecta el potencial productivo del suelo, evidenciando las causas y los patrones de acumulación en esas regiones.
Esta información no solo aportó a la comprensión científica, sino que también permitió la actualización de un cartograma agroquímico que identificó zonas críticas para el cultivo de arroz.
Con su característico entusiasmo, María utilizó un sistema de GPS para marcar con precisión cada calizata, integrando estos datos en un Sistema de Información Geográfica (SIG). Este trabajo facilitó la creación de mapas que muestran la distribución de los elementos y la calidad del suelo en diferentes áreas de intervención.
“En esta segunda fase del proyecto, se seleccionaron lugares con diversos tipos de riego: algunos con aguas residuales, otros con agua del Cauco —muy salina— y otros con agua del río Buey, de buena calidad. Estos datos serán esenciales para evaluar el impacto del uso del agua en la salud del suelo y en la productividad agrícola”, expone.
Pero más allá de los resultados científicos, la investigación de María tiene un propósito tangible: mejorar la gestión del recurso suelo y orientar a los productores sobre cómo aprovechar las aguas residuales o residuales de forma segura y eficiente. La elaboración de un manual sencillo para los agricultores será uno de sus legados, una guía práctica para que puedan aplicar estos conocimientos en sus campos sin perjudicar el ambiente.
La dedicación de María no solo se refleja en su trabajo, sino también en la formación de nuevas generaciones. Profesores, estudiantes y doctorandos se han unido a su causa, participando activamente en las investigaciones y en la defensa de sus tesis, que buscan encontrar soluciones sostenibles para la agricultura y el cuidado del suelo.
Uno de sus mayores orgullos es que, desde 1996, ha visto crecer una comunidad comprometida con la ciencia y la conservación del recurso más valioso que tenemos: la tierra.
A sus 67 años, con casi tres décadas de aportes a la ciencia agrícola, María de los Ángeles continúa inspirando a muchos, demostrando que la pasión, el conocimiento y el compromiso pueden transformar realidades y preservar nuestro planeta para futuras generaciones.