
Imagine un mundo donde renovar su pasaporte toma tres clics, donde los subsidios llegan automáticamente a su cuenta sin filas interminables, y donde el Estado anticipa sus necesidades antes de que las solicite. Esto ya no es ciencia ficción: es el gobierno digital, una transformación radical que está barriendo con la burocracia tradicional para poner a los ciudadanos en el centro.
Estonia, Uruguay, India y China son los pioneros de esta revolución silenciosa. Estonia, con su plataforma X-Road, procesa más de 2.200 millones de transacciones al año. Su secreto es simple: los ciudadanos dan sus datos una sola vez y cualquier institución accede a ellos de forma segura. El resultado? Trámites que antes tomaban semanas ahora se resuelven en minutos. Además, el 98% de los estonios usan identidad digital (e-ID), y hasta los extranjeros pueden ser “residentes digitales” para abrir empresas online.
Mientras tanto, Uruguay conecta 200 instituciones públicas en una Plataforma de Interoperabilidad que ha revolucionado servicios como la salud. Si usted cambia de domicilio, todas las entidades del Estado lo saben al instante. Ya no necesita notificarlo en cada ventanilla. “Buscamos que el Estado tome la iniciativa, no el ciudadano”, explica un experto de Agesic, la agencia digital uruguaya.
India, por su parte, resolvió uno de los mayores desafíos: la identidad. Con Aadhaar, 1.200 millones de personas tienen un documento digital único basado en huellas y escaneo de iris. Esto ha bancarizado a 500 millones de indios y reducido el fraude en subsidios. Su app mAadhaar lleva la identidad al móvil, mientras que su sistema de pagos UPI mueve billones de transacciones al mes sin costos.
¿Cómo logran esto? Cinco pilares invisibles sostienen el cambio:
- Gobernanza: Sin una estrategia nacional clara, nada funciona. Países como Colombia ya tienen políticas que alinean leyes, instituciones y presupuestos para crear “valor público a través de la transformación digital”.
- Identidad Digital: Es la llave maestra. Como señala la CEPAL, sin ella no hay transacciones seguras. Uruguay y España usan sistemas como Cl@ve que autentican identidades en segundos.
- Interoperabilidad: El “sistema nervioso” que hace fluir los datos entre instituciones. Gracias a esto, Uruguay evita que usted repita sus datos en cada trámite.
- Diseño Centrado en Personas: Los servicios se piensan desde la necesidad ciudadana. Uruguay, por ejemplo, promueve gestiones únicas que resuelven múltiples trámites en un solo paso.
- Datos Abiertos y Participación: La transparencia se logra publicando datos públicos reutilizables. Esto no solo combate la corrupción, sino que permite a los ciudadanos co-crear políticas.
El impacto es tangible: oficinas vacías de filas, ahorros millonarios en papel y energía, y recursos redirigidos a programas sociales. En Uruguay, servicios como la renovación de cédulas ahora son 90% más rápidos. Pero el mayor logro es invisible: el Estado pasa de ser reactivo a proactivo. Imagine recibir un aviso automático cuando su subsidio está por vencer, o que su licencia de conducir se renueve sin que usted lo solicite.
Claro, quedan desafíos. América Latina aún lucha con la brecha digital: sin acceso a internet o habilidades básicas, millones quedan excluidos. La ciberseguridad también es crítica. “Debemos fortalecer todo el ecosistema”, advierte un informe uruguayo. Y falta un cambio cultural: funcionarios y ciudadanos deben adaptarse a esta nueva forma de relacionarse con el Estado.
El futuro, sin embargo, es prometedor. El próximo paso son los “gobiernos inteligentes”, donde la inteligencia artificial y el análisis de datos en tiempo real permitirán prevenir problemas antes de que ocurran. Como declaró un experto en el reciente Congreso de Gobierno Digital en Barcelona: “La verdadera revolución no es tecnológica, sino de valores: un Estado que anticipa, incluye y opera con transparencia radical”.
Mientras Estonia exporta su modelo X-Road, India escala su sistema Aadhaar a África, y Uruguay se consolida como referente latinoamericano, una cosa es clara: el gobierno digital ya no es un lujo, sino la herramienta más poderosa para construir democracias ágiles y centradas en las personas. Como resume un ciudadano uruguayo: “Ahora el Estado soluciona vidas, no trámites”. Y eso, al final, es lo único que importa.
Una encuesta reveladora y el caso cubano
Una encuesta reciente publicada por Cubadebate ha puesto sobre la mesa lo que miles de cubanos experimentan a diario: la urgencia de modernizar los trámites públicos. Con más de 77% de los encuestados calificando el acceso a trámites como “malo” o ”muy malo”, los resultados no solo reflejan malestar, sino una demanda clara: los ciudadanos piden un gobierno ágil, digital y centrado en sus necesidades.
Lo que más importa a los cubanos
La encuesta, que consultó a ciudadanos de todas las provincias, reveló cuáles servicios son prioritarios para la digitalización:
- Documentos de identidad y pasaportes (19%) y certificaciones civiles (matrimonio, nacimiento; 19%) lideran la lista.
- Le siguen trámites de vivienda y construcción (18%) y gestión bancaria (16%) 4.
Estos datos muestran que la ciudadanía prioriza servicios que impactan su vida cotidiana: identidad, familia y hogar. Como señaló un participante: “Renovar mi carnet de identidad debería tomar minutos, no semanas”.
Las colas: el mayor dolor
El principal obstáculo señalado por el 22% de los encuestados fue la larga espera en colas y la poca eficiencia en la atención. Esto se agrava por:
- Falta de profesionalidad de funcionarios (17%).
- Ausencia de servicios en línea (17%) e información poco clara (16%).
No es casualidad que el 69% prefiera realizar trámites en línea mediante plataformas seguras, mientras solo el 18% opta por la atención presencial 4. El mensaje es claro: el papel reclama su jubilación.
Accesibilidad: una deuda pendiente
Casi unánime fue el reclamo de inclusión: el 99% exige que los trámites sean más accesibles para personas con necesidades especiales.
Soluciones desde la voz ciudadana
Las sugerencias de los encuestados apuntan a cambios concretos:
- Simplificar procesos y eliminar requisitos redundantes.
- Capacitar funcionarios en atención al ciudadano.
- Implementar plataformas únicas integradas (como el modelo uruguayo).
Esto se alinea con lo que expertos ya advierten: sin diseño centrado en personas y interoperabilidad entre instituciones, no hay gobierno digital que resista.
El contraste: lo que Cuba podría aprender
Mientras Estonia procesa 2,200 millones de transacciones anuales sin colas gracias a su sistema X-Road, y Uruguay conecta 200 instituciones para que un cambio de domicilio se registre una sola vez, Cuba enfrenta un desafío doble:
- Técnico: crear infraestructura digital robusta.
- Cultural: transformar la lógica burocrática en una lógica de servicio.
La buena noticia es que hay base para el cambio: el Decreto Ley 370 sobre informatización ya prioriza la simplificación y publicación de trámites en línea. Pero como resume un ciudadano en la encuesta: “Leyes sobran; falta ejecución”.
El camino hacia un Estado sin papeles
La encuesta de Cubadebate es un termómetro de muchas insatisfacciones, pero también un mapa de ruta. Muestra que los cubanos:
- Prefieren lo digital (69%) pero exigen confiabilidad.
- Valoran la identidad y lo básico (pasaportes, vivienda, bancos).
- Exigen inclusión (99%).
Como concluye Mónica Guillén en su estudio: la satisfacción ciudadana solo llegará cuando el gobierno digital “mejore continuamente desde la escucha activa”. El modelo está ahí —Estonia, Uruguay, India—. Solo falta pasar del papel a la acción.
“La burocracia no se derrota con decretos; se derrota con diseños que antepongan el reloj ciudadano al reloj institucional” — Anónimo, encuestado en Cubadebate.
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