«Ante las diferencias, diálogo. Ante los retos, cooperación. Ante la diversidad, más unidad. Ante la guerra y la violencia, ¡Defendamos la Paz!”, recalcó el mandatario durante la VIII Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeñas (Celac) en esta capital.
En la cita, que conmemora los 10 años de la proclamación de la región como Zona de Paz, Díaz-Canel aseguró que “apoyar la paz es defender el derecho de cada pueblo a escoger libremente su modelo político, y su propio camino hacia el desarrollo económico y social”.
Insistió en la necesidad de preservar la tranquilidad para que los pueblos puedan seguir aproximándose y debatir de manera civilizada y respetuosa.
Resaltó también que defender la paz significa también más rechazo a las medidas coercitivas unilaterales y a los bloqueos impuestos por países poderosos que pretenden actuar como jueces universales para aislar y someter a Estados soberanos.
Destacó además que es muy joven la Proclama de Paz, pero es, sin dudas, un hito histórico en la igualmente joven historia de la Celac.
Resaltó el honor que representa para Cuba que la firma de ese emblemático documento por parte de los jefes de Estado y de Gobierno de los 33 países de la región haya tenido lugar en la Cumbre de la Habana.
Calificó la proclama como una esperanza para millones de personas, cuya principal preocupación es la supervivencia en un mundo convulsionado por la violencia y las guerras.
En este sentido, señaló que la paz no es solo un derecho legítimo de todos los pueblos, es una condición fundamental para el disfrute de todos los derechos humanos.
“La región y el mundo necesitan la paz para concentrar toda su capacidad, inteligencia y recursos en enfrentar a los verdaderos enemigos de la especie humana que son el hambre, la pobreza, el cambio climático, el analfabetismo, las enfermedades, el agotamiento de los recursos naturales y la marginación de la población”, alertó el jefe de Estado.
Dijo además que la proclama firmada en La Habana es un documento que compromete los pueblos y el mundo, además de ser un valioso legado a las generaciones futuras que se bonificarán de la sabia decisión de desterrar para siempre el uso de la fuerza en la región.