Los bayameses se opusieron a su primer Teniente Gobernador en el siglo XVIII

La actitud históricamente autónoma y belicosa y la contravención de las leyes y decretos españoles por parte de los habitantes de la villa San Salvador de Bayamo inquietaban a las autoridades coloniales, las cuales en todo momento buscaban mecanismos de control absoluto para su total acatamiento por gente tan insumisa.

Edifico del ayuntamiento de Bayamo, en el siglo XX, un espacio de pleitos y conatos

Por Aldo Daniel Naranjo (Historiador)

Para los moradores de la región de la llanura del Cauto no bastaron la presencia de fiscales reales ni del mismo segundo cabo de la Isla de Cuba, Melchor Suárez de Puago, para oponerse hasta con conatos de alzamiento armado a las disposiciones que vulneraban su liberal estilo de vida.

Los fondos de la antigua Audiencia de Santo Domingo, donde los bayameses ventilaban sus pleitos en segunda instancia, contienen muchos pleitos y causas por razones de hegemonía colonial y contrahegemonía regional. Sin dudas, son sucesos extraordinarios que ayudan a explicar sentimientos y convicciones de las sucesivas generaciones en el centro-sur de Oriente.

EL RECHAZO DEL PRIMER TENIENTE GOBERNADOR

Fue el capitán general español de Cuba, Francisco Cajigal de la Vega, quien el 7 de marzo de 1751, hace 292 años, nombró como teniente gobernador de Bayamo, al capitán de granaderos Ignacio Moreno de Mendoza, el primero en su vida política, con el propósito de doblegar la actitud rebelde de sus vecinos.

La decisión de la máxima autoridad en la Isla estaba en correspondencia con la centralización borbónica, sinónimo de poder absoluto del Monarca, dictada por el rey Carlos III de Borbón.

Cajigal de la Vega sentía una profunda y justificada antipatía por los miembros del cabildo, regimiento y justicia de Bayamo debido a diversos incidentes alrededor del comercio de contrabando y el impago de los impuestos. Por eso, dotó a este funcionario de facultades militares, jurídicas y administrativas, es decir, podía tomar medidas en todos los aspectos del quehacer en la jurisdicción.

La principal acusación a los productores bayameses en aquellos días era que negaban el tabaco a la Real Compañía de Comercio para “ofrecerlo a los extranjeros por géneros prohibidos”, o sea, el comercio ilícito.

A los oligarcas de Bayamo no escapaba que el nuevo funcionario, natural de Ronda, en España, encaminaría sus pasos a poner coto al comercio de contrabando y a favorecer los intereses monopólicos de la Real Compañía de Comercio de La Habana y de la Factoría de Tabaco, dos organismos expoliadores de la economía regional.

Como Ignacio Moreno de Mendoza llegaba desde La Habana por dictamen del capitán general, sin cumplir el requisito de obtener el visto bueno del gobernador del Departamento Oriental, Alonso Arcos de Moreno, las autoridades bayamesas le rechazaron de plano porque nunca solicitaron ser regidos por extraños.

También desempolvaron reales órdenes donde se encontraban estampadas las amplias facultares de los alcaldes ordinarios para gobernar la villa y su jurisdicción.

En esos momentos el Cabildo de Bayamo tenía una composición de gente ilustrada, casi todos abogados y médicos: el alcalde primero era Francisco Vázquez Tamayo y como segundo Rodrigo Tamayo y como procurador general Manuel Duque de Estrada, con la asesoría de José Antonio de Silva y Ramírez de Arellano.

No obstante, prontamente Moreno de Mendoza logró una carta de aceptación del general Arcos de Moreno, quien escribió a los alcaldes y regidores para que reconocieran el nuevo gobernante.

A pesar de ello, en una sesión extraordinaria del Cabildo, Duque de Estrada levantó la voz para pedir resignación en nombre del pueblo, porque de lo contrario habría actos de violencia con las armas en las manos.

LA CONJURA CONTRA EL TENIENTE GOBERNADOR

Poco a poco se fueron tranquilizando los ánimos y Moreno de Mendoza hizo valer su autoridad ante los militares destacados en Bayamo.

Los abogados José Antonio de Silva y Nicolás Joseph de Rivera prepararon un memorial con destino al rey Carlos III.

Estos escritos fueron puestos en manos del doctor José de Legras, con la misión de viajar a España, por lo que salió ocultamente hacia el puerto de Santiago de Cuba.

Sin embargo, Moreno de Mendoza informado del complot ordenó la prisión del médico, el que fue capturado cerca del poblado de Jiguaní.

De esta manera se conocieron los planes de rechazarlo, a pesar del aparente acatamiento.

Como Legra no quería denunciar a los redactores del memorial citado fue llevado al cepo.

Sin poder encontrar los cabecillas, el funcionario intentó poner presos a los miembros del gobierno local con el consiguiente aumento de la intranquilidad en la población.

Los militares rodaron el ayuntamiento, mientras el Teniente Gobernador les dirigía la palabra a los alcaldes y ediles de la villa, donde remarcaba la importancia del orden y el respeto a las leyes.

Unos días después, el 13 de marzo, citó a sesión del Cabildo, donde recriminó a sus integrantes por la lamentable conducta observada y trazó la política más aconsejable para vivir todos en armonía y que los negocios públicos y privados siguieran su normal desenvolvimiento económico, comercial y social.

La máxima a partir de entonces sería el buen camino y el respeto mutuo, pero con la alerta de que todo aquel que desatendiera la ruta trazada sería tratado como “inquietador revoltoso”.

El replique de los bayameses era táctico, inducido a error a Moreno de Mendoza, quien pensaba que había logrado  disminuir el ímpetu de aquellos corazones subversivos.

En la sombra, guiados por Silva, proyectaron dirigir una apelación a la Audiencia de Santo Domingo para socavar la autoridad del Teniente Gobernador e incluso anular su puesto.

De igual modo, aprovecharon que Rivera regresaba a La Habana para ocupar una cátedra de profesor en la Universidad de San Gerónimo para designarlo apoderado del Cabildo de Bayamo en la Corte española.

Su primera misión consistía en lograr en España la derogación del nombramiento de teniente gobernador de Bayamo.

Los procesos promovidos por Rivera directamente ante el Consejo de Indias y el rey Carlos III mostraron ser engorrosos y dilatados por estar en desacuerdo con la política centralista de la Casa Real.

EPÍLOGO DE UN EPISODIO MEMORABLE 

Por tanto, la oligarquía bayamesa reformuló su estrategia contemplando atraer a su órbita al funcionario superior en la villa.

En poco tiempo logró que Ignacio Moreno de Mendoza contrajera matrimonio con una joven y rica viuda, doña Francisca Antonia Odoardo y Tamayo, lo que lo vinculó rápidamente con familias pudientes, como los Tamayo, Infantes y Estrada, entre otras.

De esta unión nacieron tres hijos: Miguel, José Antonio e Ignacio.

En 1757, a los seis años de la desafección al primer Teniente Gobernador de Bayamo, el rey Borbón dictaminó que la villa llevara un Teniente Gobernador con prerrogativas de capitán a guerra y justicia.

El primer Teniente Gobernador de Bayamo Ignacio Moreno de Mendoza alcanzó el grado de Teniente Coronel y murió en la fortaleza de La Cabaña en combate durante la agresión inglesa a La Habana en junio de 1762.

Uno de sus hijos, Ignacio Moreno de Mendoza y Oduardo, llegó a ser capitán de milicias blancas y alcanzó la dignidad de alcalde ordinario en 1781, con solo 22 años, a pesar de ser un poco inmaduro y dado al libertinaje.

De acuerdo a las noticias del onceno Teniente Gobernador de la plaza, José Díaz de Tejada, al gobernador oriental a pesar de sus “ligerezas y notorias muchachadas” llegó al selecto puesto por la acción del prestigioso abogado y político don Rodrigo de Tamayo, uno de sus cercanos parientes.

Sucesos de esta naturaleza ponen en evidencia que la clase oligárquica bayamesa, a pesar de contar con un mando superior en la comarca, casi siempre designado desde La Habana o Santiago de Cuba, siguieron siendo duelos de sus fueros en el Bajo Oriente.

El espíritu de la centralización borbónica no caló tan profundamente en sus prácticas socioeconómicas y políticas, provocando pleitos y conatos que llegaban hasta la misma Corona Real.

La Demajagua

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