Hilar a toda máquina (+ fotos)

El ruido vuelve a entronarse en la espaciosa fábrica. Un operario engulle en la boca de la suavizadora la fibra que trae entre sus manos. Da el primer y segundo pases en la rompedora y, al cabo de cuatro días, un rollo dúctil al tacto sale finalmente de la tolva. La sonrisa da fe del éxito: la Empresa textil Texoro es capaz de procesar fibra de coco y convertirla en guata para la colchonería.

La industria fue puesta en marcha el 21 octubre de 1967. Hoy es la única de su tipo en el país que confecciona sacos de yute ciento por ciento ecológicos, a partir de fibras naturales y aceite vegetal, envases que absorben la humedad, no dañan los contenidos y tienen probada y larga duración.

Se destinan al embalaje de azúcar, café, arroz y demás granos; viandas, carbón y otras producciones, en tanto la tela arpillera es usada como cobertor en instalaciones avícolas, porcinas y en el tapado del tabaco.

La tela de arpillera hoy tiene una amplia gama de aplicaciones: sacos, cestas, bolsos y empaques/ FOTO Rafael Martínez Arias

La fábrica, procedente de Irlanda del Norte (Reino Unido), es una de las cuatro empresas cubanas productoras de frazadas para limpiar pisos y la única que elabora estropajos de forma industrial.

LUCES EN EL CAMINO

La locomotora textil de Granma se vio, en 2022,  estremecida por el déficit de combustibles y la falta de financiamiento para comprar materias primas en el exterior.

“Incumplimos el yute, lo cual impactó en las frazadas para pisos; la confección de estropajos por falta de hilo, multifilamento y espumas”, explica el ingeniero textil Rubén Barreto Bravo, director general.

Al inicio de este año, ante un escenario similar, la entidad se planteó decisivos encadenamientos en aras de diversificar las producciones y generar empleo e ingresos a sus 175 trabajadores.

En ese sentido, ha realizado alianzas con entidades como la Empresa Militar Industrial (EMI) Ignacio Agramonte Loynaz, de Camagüey, y Dujo Copo, para la compra de kit o recorterías de espumas para hacer estropajos.

“Tabacuba, importará la fibra de yute para que nuestra entidad produzca este tejido y se evalúa con las empresas Cobatex y Fénix, esta última de Bayamo, para la importación de materias primas que permitan retomar las frazadas. También se gestiona reofertas mediante la importadora Ecomil, para buscar nuevos proveedores y disminuir al mínimo los costos de importación”, expone Barreto Bravo.

Las producciones alternativas generaron en septiembre dos millones de pesos./ FOTO Rafael Martínez Arias

Con la Hilandería Inejiro Asanuma, de Gibara, concertó  la compra de surtidos y productos como sábanas, fundas, desechos textiles, entre otros que permitirán desarrollar confecciones alternativas.

Estos elementos se comercializan en un punto de venta creado en la unidad, a obreros, empresas y personas naturales de zonas aledañas y durante ferias de barrios.

PENSAR EN GRANDE

Desde fines del pasado siglo, el hombre viene transformando la fibra de coco en materiales útiles. En la Agricultura, es usada como sustrato; en la Construcción, como aislante térmico y acústico, además de sustituto de ladrillos o bloques, y en la industria del automóvil la emplean en el lugar de  derivados del petróleo, sobre todo en los interiores de los carros.

Su durabilidad, estabilidad y baja tasa de descomposición, la convierten en un puntal para hacer geotextiles duraderos; en tanto, el sector de la moda ya ha creado prendas con el 55 por ciento de poliéster y 45 por ciento de tela de hilaza de coco, y se espera que, en el futuro, sean solo de esta fibra.

Hoy, la Empresa Textil Texoro experimenta el uso de la fibra de coco, a partir del encadenamiento con una entidad privada de Baracoa, que suministrará, en el  primer momento, cinco toneladas del mencionado vegetal.

“Luego del procesamiento, sale una mecha muy transparente, semejante al pelo de una persona, limpio, suave y ecológico, que sirve de relleno para la colchonería”, comenta el director.

“Esta economía circular, añade, será un importante paliativo para la empresa. Le estamos poniendo ciencia al proceso, no queremos detenernos aquí; pretendemos mezclarlo con el yute, para sustituir importaciones.

“En septiembre generamos ventas en el orden de los dos millones de pesos, con estas alternativas, y podríamos ingresar mucho más, a partir de las variantes de la fibra de coco y la concentración del desperdicio textil. Que la política sea ganar-ganar”, recalca Barreto Bravo.

Faltaría también, hacia lo interno de la provincia, promover desde la Agricultura y entre los campesinos,  la siembra de cocoteros, para tributar a estas iniciativas que empoderarían económicamente a la empresa y al territorio, a la vez que darían respuesta a una de las grandes problemáticas medioambientales: la contaminación que genera la cáscara del citado fruto,  que tarda diez años en descomponerse.

“Si logramos un financiamiento cercano a los 700 u 800 mil dólares, estaremos en capacidad de exportar 2,2 millones de dólares. Hoy un contenedor nuestro de tela arpillera está en el orden de los 50 mil dólares. Es una prioridad exportar”, enfatiza el también Máster en Ciencias.

Como parte de los encadenamientos, Texoro procesa una tonelada de desperdicio textil a partir de que el país no dispone de financiamiento en los próximos meses para comprar materias primas.

“Nuestra idea es hacer ingeniería inversa y reconvertir ese desperdicio textil en fibra para elaborar la frazada de piso, una experiencia que data de 2010 y con la cual logramos colchas de trapear muy absorbentes”, afirma Barreto Bravo.

Los vínculos con la Universidad de Granma enriquecerán desde el punto de vista científico estas iniciativas, que beneficiarán a ambas partes, al convertirse en futuros temas de tesis.

DIVERSOS

La Texoro, referente en política de reciclaje, no desaprovecha ningún residuo y emplea el desecho del yute, luego de descomponerse, como abono ecológico para los cultivos, concepto por el cual ha vendido en lo que va de año 30,7 toneladas de materia orgánica a diferentes instituciones.

Actualmente, a tono con el proceso de bancarización que lleva a cabo el país, la entidad coordina con el Banco para que la tienda funcione como una caja extra y, con sus ingresos, pueda pagar a los trabajadores.

Creativos y dinámicos se muestran ante nuestros ojos los trabajadores de Texoro. Hombres y mujeres hilvanados con entrega y sacrificio, conscientes de que nada resolvemos lamentándonos por la leche derramada, contemplando pasivamente o aguardando por el fruto que otros pudieran cosechar, cuando la realidad demanda ser proactivos.

La Demajagua

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