Testimonios sobre una ciudad quemada

El pueblo cubano siente orgullo, incluso hasta envanecerse, de las páginas históricas escritas con tesón y dignidad durante el proceso revolucionario iniciado en octubre de 1868 con el grito en Demajagua y la calidad de los hombres y mujeres que han acompañado sus hitos más significativos. pacho del general Donato del Mármol en varios escritos […]

El pueblo cubano siente orgullo, incluso hasta envanecerse, de las páginas históricas escritas con tesón y dignidad durante el proceso revolucionario iniciado en octubre de 1868 con el grito en Demajagua y la calidad de los hombres y mujeres que han acompañado sus hitos más significativos.

pacho del general Donato del Mármol en varios escritos planteaba que al rayar el alba del 12 de enero de 1869 comenzó el incendio de Bayamo por varios puntos. A la vez, informaba que al entrar el conde de Valmaseda “en el lugar en que Bayamo había existido” solo encontró un espacio “cubierto de escombros y cenizas”.

En otro texto afirmaba: “Las densas columnas de humo que se levantaban oscurecido el espacio   infinito, llevaban consigo escritas en caracteres de fuego, la irrevocable protesta del pueblo contra la dominación española”.

VIII MADERAS CALCINADAS

El vienes 15 de enero de 1869, en horas del mediodía, la columna colonialista del conde de Valmaseda avanzó hacia el interior de la histórica urbe. El entonces capitán Teodorico Feijoo de Mendoza, secretario del jefe hispano, escribía un diario, el cual publicó en julio de ese año con un título largo: Diario de un testigo de las operaciones sobre los insurgentes de la Isla de Cuba.

En este texto narraba que por todas partes solo veían las maderas calcinadas: “Seguimos caminando  lentamente, las casas incendiadas, las paredes hendidas y las maderas aun humeantes poco menos que asfixiaban; caminábamos sobre las brasas sin que se crea hipérbole, y algunas veces les aseguro a ustedes era menester apartar las vigas y horcones encendidos para poder facilitarnos paso por en medio de las calles”.

Las imágenes se suceden como en calidoscopio: “Aun había algunas casas que eran presa de las llamas, en cambio la mayor parte ofrecían tan solo las cenizas aun calientes del incendio o los ruinosos escombros del desplome… Llegamos a la Plaza de Armas: su letrero había sido sustituido, se llamaba ‘Plaza de la Revolución”.

IX UNA PÁGINA HONORABLE Y GLORIOSA

El general máximo Gómez no solo llevaba un diario de campaña, sino que en medio de la gesta preparó varios relatos de acerca de las heroicidades de los cubanos. Por supuesto, la decisión colectiva de los bayameses de destruir sus riquezas, lo impresionó de manera impactante. En tal sentido, en su fascículo El viejo Eduá. Crónicas de la guerra: “A Bayamo seguramente reservará la historia una página tan honorable como gloriosa. Aquel pueblo no se reservó nada: todo, absolutamente todo, lo ofrendó a la Revolución.

Y enfatizaba el carácter masivo del impar episodio: “Sin distinciones de clase ni de categorías, la población en masas, sin quejas sin esfuerzos, más bien con altanero orgullo y satisfacción extraña y digna a la vez, abandona el campo al enemigo poniendo fuego a sus hogares”.

X DISPOSICIÓN SUPREMA AL SACRIFICIO

En lo hondo de su pecho guardó Carlos Manuel de Céspedes, el Padre de la Patria, para siempre el singular sacrificio de sus compatriotas, como la más sagrada lección de patriotismo. De su grandeza decía: “Este hecho heroico, que la historia consignará en una de sus mejores páginas, le hará comprender al mundo, que los revolucionarios de Cuba, están dispuestos a sacrificarlo todo, antes que deponer las armas y volver a sujetarse al yugo del Gobierno de España”.

La Demajagua

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