Hola, qué tal, ¿me agregas?

Alicia decidió jugarle una broma a Norma, su mejor amiga: Creó un perfil falso en WhatsApp y subió la foto de un apuesto joven. Con un hola, qué tal, ¿me agregas? empezó aquel juego de palabras en el que fue tejiendo la ilusión de Norma por el supuesto muchacho, que en apenas una semana la […]

Foto: Anaisis Hidalgo

Alicia decidió jugarle una broma a Norma, su mejor amiga: Creó un perfil falso en WhatsApp y subió la foto de un apuesto joven. Con un hola, qué tal, ¿me agregas? empezó aquel juego de palabras en el que fue tejiendo la ilusión de Norma por el supuesto muchacho, que en apenas una semana la tenía rendida a sus pies.

Nadie como una mujer para entender lo que otra necesita escuchar. Al silenciar la cuenta, su amiga quedó sumergida en la más profunda tristeza y depresión, a tal punto, que no ha querido retomar ninguna relación, con la esperanza de reencontrarse con aquel joven que idealizó en las redes, sin saber cuán imposible es.

Esta es una de las historias que gravitan entorno a las redes sociales y su incidencia en las relaciones de pareja en este siglo XXI. Bien sea WhatsApp o Facebook, la tendencia más visible apunta a que se ventilen con total desenfado falsos sentimientos, se manipulen con algún que otro filtro las fotografías; se emplee un lenguaje directo, con faltas de ortografía y abreviaturas dignas de un doctorado.

JUEGO DE TRONOS

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Las relaciones de pareja no han funcionado siempre de la misma manera, han cambiado a través del tiempo en relación con las trasformaciones sociales y culturales. Con las redes sociales el romance se ha acortado y las maneras de cortejar a las chicas han perdido el encanto. Nada queda de aquellas cartas de amor perfumadas que experimentamos muchos de los que rondamos los 40 años de edad.

Hoy las relaciones mayormente se establecen por WhatsApp, Facebook…una puerta abierta a la idealización pero también al engaño, a la manipulación y a la depresión espiritual.

De un lado de la pantalla, los chicos engranan en sus anzuelos una carnada de adjetivos anacrónicos para engatusar; del otro; las chicas, ávidas de coqueteos, sentirse halagadas y deseadas, muerden el anzuelo; en tanto otras más experimentadas no ceden al engaño y manipulan a diestra a siniestra al “ganado”, definición con la que encasillan a todos aquellos que quieren estar con ellas pero las ven inalcanzables porque nunca les han dado una oportunidad.

“Lo inteligente es estar con tu novio y darle comida al ganado. Si me falla una cita, ahí está el rebaño para escoger. Si te sientes deprimida y subes una foto, los chicos del ganado son los primeros que se matan por darte un me gusta y decirte cuán bella estás”, expone Mirta.

“Una de las cosas más chocantes es que cuando intercambias de frente con estos jóvenes ni hablan. No existe tema de conversación, algunos un poquito más inteligentes estudian en detalle tu perfil y saben qué cosas te gustan. Por ahí empieza uno que otro punto de contacto; a otros el intelecto no les da ni para eso.

“Me he decepcionado en muchas ocasiones, porque no son como los idealicé ni en lo físico ni en lo intelectual. Sientes que perdiste el tiempo. La realidad no sabes con quién estás hablando. Solo es un perfil. Te tienes que creer todo cuanto te digan”, manifiesta Rosy.

Si bien esta conquista de las redes ha ganado protagonismo, algunos prefieren ir al directo, a la conquista cara a cara, sin riesgos; otros menos atrevidos, apuestan por esta alternativa digital porque por esta vía la negación avergüenza menos que si la escucharan de frente.

“En la redes hay de todo: chicos narcisistas, centrados en sí mismos que se creen muy lindos y están esperando a que las chicas los enamoren -tónica que en este tiempo ha ganado mayor protagonismo- , chicas que no tienen miedo a conquistar y “tiburones” que le tiran a cuanta falda se mueve.

“Los tiburones de Messenger se caracterizan por ser directos: hola bb, ¿dónde vives, tienes novio? Tú crees que están hablando contigo sola, pero está hablando con otras 20. Muchos andan al “berro cotorro”, expresión con la que encasillan a quienes están al garete y sin preservativo”, añade Julia.

CASA SIN MUÑECAS

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Mientras los jóvenes juegan al tin marin de dos pingué, muchos padres y madres desconocen del estado que publican sus hijos porque evidentemente son bloqueados por estos, muchos de los cuales, prohíben que con 16 y 17 años tengan novios; en tanto otros les tienen la vida arreglada a sus descendientes.

“En estos tiempos las expectativas de algunos jóvenes se centran en buscar un “sugar daddy” o “sugar mamy”, alguien con buena posición económica y mayor de edad…-en cuyos casos arguyen como pretexto que en el amor no hay edad, cuando realmente lo que les mueve es el dinero-; otras están dispuestas a menos sacrificios y apuestan por un o una joven próspero, que pueda responder a sus caprichos. La filosofía es estar con alguien que sume y no reste”, alega Leticia.

El encontrar un amor verdadero, asumir las riendas de un hogar, criar hijos, atender al esposo y acallar la voz de la mujer, no son intereses que muevan a esta generación, que si algo tiene claro es lo de vivir el momento: “lunes nos conocimos, martes salimos a pasear; miércoles nos enredamos en la cama y jueves, si te he visto no me acuerdo”.

VALORACIONES

A juicio de Yoannis Milanés, Piscóloga del Hospital Provincial Carlos Manuel de Céspedes, las redes sociales juegan un papel importante en dependencia del uso que se les den, por ejemplo desde el punto de vista positivo podemos acceder a información y contenidos edificantes (videos, audios, imágenes…) que fortalecen las relaciones interpersonales.

“Hay que tener en cuenta las características y los límites que establezca cada pareja, algunos quizás están más pendientes en las redes que el otro miembro, y esto puede resultar nocivo para la relación; otros pueden incurrir en la infidelidad, en dependencia de sus valores y las cláusulas que establezcan, lo cual tiene una concepción muy personalizada”, opina Yoanis Milanés.

Para la psicopedagoga Vanessa Arias Arias, el uso de las redes sociales ha desvalorizado las relaciones interpersonales tanto en el plano de la amistad como en el del amor, sobre todo en este último.

“Se ha perdido esa etapa de enamoramiento que va antes del noviazgo, donde el o la pretendiente hacen todo lo posible para llamar la atención a la otra persona.

“Ahora a través de las redes todo es muy directo, tú me gustas, dime qué vamos a hacer. Se ponen de acuerdo y todo quedó ahí. Se ha perdido esa calidad del romance, en la que salían a tomar un helado, a ver una película en el cine, a conocerse. Ahora importa más obtener el número de teléfono que conocer a la persona.

“Las muestras de amor también difieren mucho. Ahora se piden fotos en ropas íntimas, desnudos, mucho sexting (envío y recepción de imágenes, videos o mensajes de textos sexualmente explícitos a revés de un medio digital). Estas conductas sepultan la magia del romance, el enamoramiento, y por supuesto, las relaciones tienden a durar mucho menos, porque como mismo le escriben a esa persona, le están escribiendo a muchas otras, lo cual trae consigo mucha depresión en los adolescentes, pérdida de autoestima, baja confianza en las demás personas y menos empatía a la hora de establecer relaciones interpersonales porque ya se han adaptado a tener este tipo de relaciones.

“Es extraño ver parejas adolescentes monógamos. Hay una tendencia muy grande a la bigamia, o sea, estoy contigo, pero con dos o tres más. El día que tú me falles esas personas me servirán de refuerzo. Se ha perdido mucho y todo ello atenta contra la integridad moral y sentimental de los adolescentes”, opina Arias Arias.

Si un consejo pueden dar estos estudiantes, a quienes tienen hijos en secundaria básica, es que no les permitan tener Facebook, un criterio que surge desde sus experiencias y ante la cual surge la hipótesis de que si les hubiesen prohibido acceder a esta red social, probablemente no tuvieran estos fracasos.

¿UN FENÓMENO DE CUBA?

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La influencia de la tecnología y las redes sociales en el amor de pareja no es privativo de Cuba, en otras naciones los jóvenes también experimentan esta interacción mediante el ocultamiento de la personalidad, lo cual propicia a juicio de esta generación un ambiente más manejable y menos hostil que el intercambio cara a cara.

Para la psicoanalista Doris Soberanis, Especialista en terapia de pareja y familia, docente de la Universidad del Valle de México, este nuevo tipo de interacción permite que las personas se mantengan en sus espacios individuales y dar riendas sueltas a sus fantasías, deseos y anhelos que cada individuo busca en la expectativa de ideología de pareja.

Del mismo modo destacó en un comunicado a la agencia EFE, que el amor a través de las redes también provoca un efecto de no vinculación. El desconectarse y el no comprometerse facilitan la ruptura a voluntad, aunque no evitan el riesgo, sino que caen en la angustia”, aseguró.

Lo malo de este tipo de relaciones es que ha puesto de manifiesto síntomas exacerbados de dependencia emocional y física, impulsividad y fallas de control que se reflejan en altos niveles de ansiedad y tristeza.

Estamos ante una juventud que se cuestiona la existencia del amor. No le interesa tampoco encontrarlo, sino vivir el día a día, quizás porque en esta sociedad posmoderna el tiempo se ocupa en producir, en consumir, afanes que cada vez más nos alejan del amor, que requiere de más compartir y menos individualismo.

Anaisis Hidalgo

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