Campechuela ganó en 2022 en terrenos de Buey Arriba, equipo que estuvo a muy poco de alcanzar el título. FOTO / Ibrahín Sánchez
De los monarcas, Bayamo ha sido el más exitoso, nada menos que con 20 coronas; es decir, se ha llevado el oro en el 44,4 por ciento de los torneos disputados, según las valiosas estadísticas aportadas por Nelson Frías Pérez.
Precisamente los de la capital provincial ganaron el cetro en la primera versión de estas lides, liderados por el desaparecido mentor Rafael Ramos, conocido por todos como “Papolote”, quien repitió en 1978.
El legendario entrenador, quien fuera coach y delegado de varios equipos de Granma en la serie nacional, alcanzó otro campeonato (1980). Por eso y más su nombre nunca debe ser olvidado. Pero su biografía ni siquiera ha sido subida a la enciclopedia cubana Ecured.
Otro bayamés del que deberíamos hablar más es de Ramón Rodríguez, máximo ganador como timonel en nuestra provincia. Con ¡11 títulos! lidera ampliamente la lista de directores vencedores y suma también en su aval tres medallas de plata.
Campechuela- -vigente rey de la SPB con la batuta de Víctor Pérez-, ostenta 10 gallardetes y este año intentará seguir ampliando su ancho palmarés. A su favor debemos escribir que cuando la serie se dividía en dos zonas, tenía que batirse a brazo partido con Yara para poder clasificar por el Guacanayabo, una resistencia que durante años -después de la merma de Jiguaní- no encontró Bayamo en el Cauto.
El primer campechuelense en guiar a los suyos al trono fue Emilio Vargas, conocido como el Indio de San Ramón (1933-2000), otrora excelente pelotero, quien en 1985 tuvo ese inmenso privilegio.
Jiguaní ha triunfado nueve veces. Fue durante la década del 80 del siglo pasado (se llevó seis campeonatos) un hueso durísimo de roer para cualquier elenco, pues no solo tenía peloteros de la talla de Pedro Mora, Félix Benavides, Ibrahín Fuentes, Rodolfo Bencosme, Silvino Gómez y Alberto Oduardo, sino también porque su público convertía el estadio Ramón Gómez en un verdadero manicomio, en el que a los contrarios les resultaba difícil vencer.
Lamentablemente el trabajo de ese territorio cayó de manera súbita y nunca más ha podido levantarse. Basta ilustrar que no gana un torneo desde hace 30 años (1993) y que no discute una final desde 1996. De modo que, aunque no se puede borrar el pasado, hoy no clasifica entre los “monstruos”, como dicen algunos.
Todos quisiéramos ver nuevamente aquellas congas contagiosas y espectaculares que se movían hasta Yara y Campechuela para alentar a los hoy llamados Ganaderos; pero mucho tendrá que hacer Jiguaní en la base para volver a vivir ese entusiasmo.
Yara también ha logrado entrar al festín de los cuatro grandes, con seis títulos. Alcanzó el primero en 1979, con la dirección de otro inolvidable, Agustín Arias Tornés (1942-2016). Es decir, el oriundo de La Sal fue jugador-director entonces porque su última campaña fue en 1982, cuando lideró los bateadores en la VIII Selectiva, con 404.
Los yarenses obtuvieron su último galardón en 2016, pero luego no han podido subir a lo más alto del podio. Al año siguiente no clasificaron para la final, cuando se vieron sorprendidos por Niquero en su zona. Lo consiguieron en 2018 y 2019, ocasiones en que fueron superados por los de la capital provincial.
Vale acotar en este resumen abreviado de nuestras series que además de esos cuatro grandes, solo otros tres equipos discutieron el trofeo y finalmente terminaron en segundo lugar: Buey Arriba en 2000, 2012 y 2022 (en este último se jugó una triangular y fue un juego extra), Río Cauto en 2004, 2005, 2013 y 2015, y Niquero en 2017.
Entonces Manzanillo, Media Luna, Pilón, Bartolomé Masó, Cauto Cristo y Guisa ni siquiera han conquistado una medalla de plata.
Hace unos años surgió la división en tres zonas: Norte, Centro y Sur, un formato que tal vez ayude a que más selecciones al “selecto club”. Puede ser que tengamos nuevos medallistas. Sería lo mejor que pudiera ocurrirle a la pelota granmense. Sin embargo, “los monstruos” lucharán por seguir con ese apelativo popular.