Reconstrucción de Bayamo, Ciudad Antorcha

“Desde la entrada del pueblo hasta el Parque desolado, un promontorio de escombros era la ciudad. ¡Un promontorio de escombros por encima de los cuales volaba, trazando círculos en el aire, sin atreverse a posar en ellos, una bandada interminable de palomas, como esforzándose en descubrir, a través de aquella masa informe y ennegrecida, los lugares en que dejaron sus hijuelos, el seguro refugio de sus nidos!”.

Así describe en su libro Bayamo el historiador José Maceo Verdecia, “la visión horripilante, pero severa e imponente” que contemplaron los ojos del Conde de Valmaseda al entrar, el 18 de enero de 1869, a la que fuera primera urbe libre de Cuba y cuyos propios moradores, en acto heroico, habían incendiado el día 12 de aquel propio mes.

El impacto de la quema sobre la estructura arquitectónica y el conjunto poblacional de la segunda villa fundada por los colonizadores españoles en la Isla repercutió a corto y largo alcance, subraya Idelmis Mari Aguilera, especialista del Centro de Investigaciones Históricas y Socioculturales Casa de la Nacionalidad Cubana.

En su texto Fuego y Ocaso, plantea que dichas consecuencias se suman a los estropicios que causaron en el patrimonio edilicio bayamés los terremotos ocurridos en los años 1624 y 1776.

A partir de entonces, afirma, éxodo y reconstrucción son elementos que tipifican la evolución regional en las últimas décadas del siglo XIX y principios del XX.

Es así que, cual mitológica Ave Fénix, de sus cenizas emerge, en un proceso con abundantes escollos, el Bayamo de hoy, capital de la provincia de Granma desde su creación en 1976.

El resurgimiento fue posible también gracias a la resiliencia de sus habitantes, que vencieron innumerables obstáculos y levantaron una nueva y atractiva ciudad.

Durante el periodo de república mediatizada hubo que reconstruir el espacio edificado desde sus ruinas, señaló el arquitecto José Alberto Zayas Pérez, experto en ordenamiento territorial y urbanismo.

Mezcla de elementos de los diferentes estilos y épocas de la historia del arte y la arquitectura, la bien llamada Ciudad Antorcha exhibe un predominio del eclecticismo en la primera mitad del siglo XX, explicó.

Junto a construcciones de estilo art nouveau, art déco, neocolonial, protorracionalista, racionalista y posmodernista, dijo, resaltan edificaciones coloniales que sobrevivieron a las patrióticas llamas, como la capilla de la iglesia de San Salvador y la casa natal del Padre de la Patria Carlos Manuel de Céspedes.

Posteriormente, entre 1963 y 1985, se construyen las residencias de tres plantas de la llamada Calle de la Excelencia, así como el reparto Jesús Menéndez, compuesto por edificios multifamiliares, aceras y jardines, destacó.

Zayas Pérez recordó que, en la década de 1990, el conocido como Período Especial puso luz roja a esos avances, por lo que fue necesario echar mano a técnicas de construcción alternativas.

Significó que con el actual siglo inicia una nueva etapa de florecimiento, donde cientos de viviendas se edificaron mediante el quehacer de entidades estatales o propietarios privados, estos últimos por la denominada modalidad de esfuerzo propio.

Surgen así la Circunvalación Sur, la avenida de los Alazanes y los dos tramos del prado bayamés; al tiempo que se amplían las vías de acceso a la ciudad y la avenida Granma; unido a mejoras en la imagen de locales y sedes de instituciones públicas, por mencionar solo algunos ejemplos, agregó.

Si bien más lento debido al permanente y ahora arreciado impacto del bloqueo económico, comercial y financiero de Estados Unidos contra Cuba, y los efectos globales de la COVID-19, el quehacer constructivo en la Ciudad Monumento Nacional no se detiene, pues sus hijos mantienen activas las cucharas de albañil.

Radio Bayamo

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