Mis niños fueron los primeros en preguntarme: ¿Qué es eso del “tin” asere? Y yo, aunque les expliqué de hashtag y tendencias, del lenguaje coloquial y las evoluciones de palabras, supe que al final se quedaron sin entender, y no precisamente porque no hubiesen escuchado el término.
Ellos terminaron de incentivar estas líneas, ahora que en las redes sociales ha tomado cierta fuerza el debate lingüístico y extra gramatical sobre el llamado Team Asere, con el que se ha identificado a Cuba en el V Clásico Mundial de béisbol.
Seguramente muchos -no solo niños- tampoco comprenden la magnitud esta novedad, defendida a ultranza por algunos y criticada con vigor por otros.
La primera vez que escuché la palabra cursaba el preuniversitario en la vocacional de Holguín, donde convergían alumnos de esa provincia, Las Tunas y Granma. Cuando pregunté por su significado me dijeron mitad broma, mitad serio, que era “conjunto de monos apestosos”.
En ese entonces era mucho menos usada, pero al paso del tiempo terminó empleándose no solo en los denominados ambientes periféricos, para referirse al socio, al amigo, al conocido.
Recuerdo que en 2002, alarmado por ver a un muchacho, en plena Rampa habanera, decirle a su novia: “Dame un beso en la boca, asere”, escribí un comentario refiriéndome al abuso de vocablos prestados e inventados, que pudieran convertir nuestro idioma en una jerga ininteligible. Puse los ejemplos de “En ese gabinete hay un baro largo”, “échate el play”, “el consorte está ñampio”, “ese mulo es mi ambia”, “se le rompió la pura”, “a ese loco le quedóvacía la güira”.
Pero los significantes no son rocas inamovibles y algunos terminan cambiando su significado. La palabra mambí, por ejemplo, nació para designar despectivamente en Santo Domingo al que se levantaba en armas contra la corona española. Con ese mismo significado llegó a Cuba, pero concluyó siendo una palabra gloriosa para los nacidos en este archipiélago, aunque muchos todavía hoy prefieren decir Ejército Libertador a Ejército Mambí.
La Real Academia Española de la Lengua aceptó asere (lo hizo con c) como un cubanismo que quiere decir “amigo íntimo”, “compañero inseparable”, acepciones con las que muchos en nuestro país no estuvieron de acuerdo porque expresaron que en realidad asere designa a cualquier sujeto masculino, más allá del nivel de amistad. No sé, cómo van las cosas, si finalmente también un día tengamos “asera”, por el famoso lenguaje de géneros.
Conozco colegas que lo defienden, como la muy reconocida y experimentada Soledad Cruz, quien fue embajadora de Cuba ante la UNESCO y vicepresidenta de la sección de Literatura para niños y jóvenes de la UNEAC.
Ella ha señalado en Facebook en un comentario a un post:
“Me sorprende tanto purismo en circunstancia tan peculiar. No solo los marginales usan el término, está bastante generalizado y como suele suceder va pasando al lenguaje cotidiano como apelativo de confianza, se va legitimando despojado de vulgar intencionalidad, una palabra que se reconoce de origen carabalí y significa algo así como «yo te saludo». Si alguien usó la denominación asere para burlarse del equipo consiguió el efecto contrario. (…) Contextos, circunstancias, empatía pueden dar sentido a las palabras y a muchas cosas más. Hay mucha vulgaridad también en el desprecio que se siente por los marginales, que lo son porque han sido marginados…”
Sin embargo, otros, como el multipremiado periodista santiaguero Reinaldo Cedeño, autor de unos 15 libros, ha publicado en su perfil:
“Qué oportunidad perdida para universalizar otra palabra más elegante y no por ello menos pegajosa. Qué manera de repetirlo en los medios como papagayos. Qué asesoría de vacaciones.
La denominación está muy a la saga del extraordinario papel del equipo Cuba que tanto nos ha enorgullecido, incluso en el supuesto caso de que la denominación haya surgido desde cerca.
No estoy hablando de purismo lingüístico, sino de coherencia. Béisbol y marketing no son lo mismo. Cuidado con los hashtag y los memes, que usados sin detenerse a pensar y por estar «en la onda», nos pueden ahogar”.
De esas visiones encontradas, ha surgido un debate rico, agudo, interesante, que ojalá se repitiera en otras esferas de la vida, sin ofender y sin creer que cada uno tiene la última palabra.
Cuando, en el pasado reciente, surgieron palabras obscenas y ofensivas como sus correspondientes hashtags, no se generó la discusión de ahora, algo que deberíamos haber estimulado porque, como he señalado en más de una ocasión, el habla es reflejo de la conciencia de los seres humanos y su historia, es expresión de educación, hábitos, estética… cultura.
Probablemente no tengamos que alarmarnos por el #TeamAsere, que ha tenido aprobación en muchas personas; pero tal vez tampoco debamos creer que, por pegajoso, estamos comiéndonosla. Acaso no exista vulgaridad en sus defensores, ni tampoco haya purismo en quienes no la aprueban.
En los reportes sobre el Clásico no he empleado esa denominación porque no la he necesitado, he escrito anticuadamente “Cuba”, pero no puedo juzgar a los que la usan con sus razones y motivaciones.
En cualquier caso, no debemos olvidar que la pelota, patrimonio cultural de la nación cubana, no es solo el actuar de un equipo en un evento determinado. El béisbol es mucho más que el resultado de una competencia o el análisis de una victoria; más que estadísticas y posiciones, es raíz de Cuba, esencia, latido, deseo; está en la sangre de un pueblo y estará en el ADN de los niños que hoy preguntan por el Team Asere.