La resiliencia que une ante la adversidad

Los sismos agravaron los daños del edificio H. Las condiciones actuales han llevado a que se declare el inmueble como inhabitable. Sin embargo, en esa comunidad no han faltado la solidaridad y la unidad para reconstruir no solo sus hogares, sino también su cotidianidad.

Foto: Cortesía del autor

En la mañana del domingo 10 de noviembre la pilonera Mireya Méndez Domínguez preparaba café en la cocina del apartamento de su hijo cuando, de repente, un temblor de tierra sacudió la morada.

«Al principio fue un movimiento sutil, pero rápidamente se intensificó. Las paredes comenzaron a crujir y los objetos a caer», recuerda Mireya, quien con el corazón en la garganta salió del apartamento y, en cuestión de segundos, el terremoto alcanzó su punto máximo. Luego, un estruendo ensordecedor llenó el aire.

«Corrí para el frente del edificio porque pensé que lo iba a ver en el piso, dado el deterioro constructivo que tiene desde 2015. Cuando el temblor finalmente cesó, nos encontramos en medio de un caos. Las paredes repetían sus grietas en la misma posición; algunas se desplomaron sacudidas por el movimiento y otras se quebraron por fuera».

Refieren los pobladores congregados en la explanada que el cielo se tornó gris; pero, al cesar el movimiento, la cúpula celeste recuperó su azul. «Alguien dijo: ya viene la calma, no debe volver a temblar con esa intensidad. Y así fue».

Al entrar a sus hogares, los moradores del edificio H palparon con sus manos la magnitud de la devastación. «Las columnas del primer y segundo pisos estaban rajadas de manera alarmante; algunas paredes cedieron, y muchas fisuras eran visibles desde afuera. Hubo mucho daño, pero lo más importante es que estamos vivos», señala Méndez Domínguez.

Su vecino, Ángel Alexander Olivera Álvarez, quien reside en el edificio desde 1997, confirma que la construcción resistió relativamente bien el primer temblor, pero el segundo fue devastador.

«Los apartamentos se inclinaron hacia la primera planta, causando grietas profundas; algunas se extendieron desde arriba hasta la parte baja de la pared, provocando el colapso de los rodapiés. Otras paredes se desplomaron, y algunos fragmentos cayeron sobre el refrigerador, afortunadamente sin causar daños».

Allí, ahora, el escenario es sobrecogedor. Los escombros esparcidos dificultan el desplazamiento, y los azulejos cuarteados y desprendidos dan la impresión de que en ese lugar no vive nadie.

En un acto de resiliencia ante la adversidad, los moradores han improvisado una cocina en el patio trasero del edificio para preparar sus alimentos. Se reúnen alrededor del follaje verde de las plantas durante el día y, al caer la noche, regresan a las casas de campaña.

Los sismos agravaron los daños del edificio H, perteneciente a la circunscripción número 4 del consejo popular de Nuevo Pilón, conocido como Los Edificios.

Las condiciones actuales han llevado a que se declare el inmueble como inhabitable. Sin embargo, en esa comunidad no han faltado la solidaridad y la unidad para reconstruir no solo sus hogares, sino también su cotidianidad.

Anaisis Hidalgo Rodríguez

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