La profe Maité

La docencia atrajo de manera casi innata a la profesora María Teresa Arbolaez González, Maité para los amigos y colegas de trabajo. Desde que cursaba el sexto grado se despertó en ella el deseo por enseñar y expandir a otros sus conocimientos.

Su travesía en el arduo oficio del magisterio, empezó en 1967, cuando se enroló en el pedagógico Frank País García, de Santiago de Cuba.

Tras cinco años de estudio, la profe Maité, de Español Literatura, se vinculó a la docencia en las Unidades de Veguitas, donde trabajó durante 43 años y posteriormente otros ocho en Bayamo. Aunque se jubiló hace cinco años, Maité ha seguido de forma ininterrumpida la docencia, la mayor de sus pasiones.

Sobre su primer momento frente a un aula, rememora:

“Recuerdo que iba con muchos deseos de quedar bien, de lucir bien y hasta el día de hoy tengo la satisfacción de que todos aquellos que fueron mis alumnos todavía me están recordando.

“Unos se recuerdan de La Ilíada, otros Del destino de un hombre; alguna poesía;   a mí me gusta mucho la poesía y les recitaba.

“Hace poco una alumna que no se encuentra actualmente en el país, me dijo: ‘ recíteme una poesía y mándemela por Facebook,  quiero escuchar su voz otra vez’ …para mí eso fue muy grande.”

Convencida de que el proceso de enseñanza -aprendizaje es una retroalimentación, la profe Maité no solo ha instruido a sus alumnos, también, ha aprendido de ellos:

“Mis alumnos decían que yo era como su madre , como su hermana, su amiga.  También aprendí de ellos.

“A veces uno no conoce la interioridad de los estudiantes, el por qué de sus conductas, eso lo fui aprendiendo en la práctica.

” Trabajando en Veguitas tuve  un alumno  indisciplinado que no le interesaba en nada la asignatura. Después que supe sus particularidades  lo acogí como un hijo. Le lavaba el  uniforme, se lo planchaba, le llevaba  comida  los domingos.  Uno va aprendiendo de los problemas y hacerles ver que pueden contar contigo”.

Sobre su filosofía para impartir docencia, apuntó:

“Me gusta hacerles anécdotas de algo que he vivido o me ha sucedido, motivarlos, porque si no, las clases se les tornan aburridas. Hasta ahora tengo la satisfacción de que se interesan por las clases y que hablen de mis clases”.

La profesora Maité, quien labora en el preuniversitario Julio Antonio Mella, de Bayamo, ha obtenido resultados satisfactorios en las pruebas de ingreso. Es miembro de la peña Educando por amor. Asumió misiones internacionalistas en Nicaragua, como parte de los programas Yo sí puedo y Yo sí puedo seguir.

En 2006 impartió docencia a estudiantes de Jamaica, Santa Lucía y Saint Kitts y Nevis, y en 2007, enseñó Español como lengua extranjera a los chinos que fungirían como intérpretes en los juegos de Beijing.

Su entrega a la pedagogía la ha hecho acreedora de importantes reconocimientos, entre ellos, Hazaña laboral, distinción por la Educación cubana, medalla Rafael María de Mendive, Jesús Menéndez, Orden Lázaro Peña segundo y tercer grado, Premio especial del Ministro, e Hija ilustre de Bayamo.

A esta consagrada docente, elegante en el vestir, amante de la poesía y eterna admiradora de Fidel, llegue en este Día del Educador por un vida consagrada al magisterio, que es también tomar de la mano, abrir la mente y tocar el corazón.

La Demajagua

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