
“Desde niña siempre quise ser maestra; recuerdo que en mis juegos infantiles estaba presente el arte de enseñar; era la educadora intransigente pero sensible, y así crecí con esa fantasía, hasta que logré a fuerza de sacrificio ingresar en el ejercicio, del magisterio del cual no he podido desprenderme por más de 20 años.
“Enseñar el difícil pero lindo camino de la lengua materna, fue lo que más añoré, por situaciones personales no pude lograr mi sueño, aunque me siento realizada como Licenciada en Maestra Primaria”, subraya.
Refiere que en noveno grado optó por la especialidad pedagógica y posteriormente se graduó en Manzanillo, en el Instituto Blas Roca Calderío.
“Trabajé en varios centros educativos, pero la escuela primaria Tamara Bunke Vider, del Consejo Popular Las Mangas, marcó parte de mi vida profesional, la cual le dediqué 16 años de trabajo”, recuerda.
Por su destaca labor resultó ser educadora ejemplar en el recién finalizado periodo lectivo, además de merecer varios reconocimientos durante su trayectoria laboral.
“He sido reconocida por la calidad en la impartición de clases en Lengua Materna tanto a profesores como a estudiantes, de igual manera en proyectos de Sociedades Científicas, y en las evaluaciones metodológicas”, apunta.
Significa que si no fuera por el apoyo familiar difícilmente podría realizar sus metas y objetivos.
“Mi esposo, mi suegra y mi cuñada, son mi segunda familia; es un núcleo en el que la relaciones, a pesar de las circunstancias duras y díficiles, están bien consolidadas. Ellos son mis sostén para seguir formando futuros trabajadores”, resalta.
Destaca que trabajar con niños le apasiona, y no se ve reflejada en otra enseñanza que no sea en la de sus pequeños alumnos.
“La constancia y el conocimiento son dos pilares para perfeccionar el trabajo educativo en esta primera etapa escolar, pero más que academia, post grados y maestrías, educar es una virtud”, afirma.