
Esta es la más reciente de una serie de medidas tomadas por la administración de Donald Trump contra esta institución de la Ivy League (compuesta por ocho universidades privadas del noreste de Estados Unidos).
El secretario de Estado, Marco Rubio, anunció la pesquisa al afirmar en un comunicado que «el pueblo estadounidense tiene derecho a esperar que sus universidades respeten la seguridad nacional, cumplan la ley y proporcionen entornos seguros para todos los estudiantes».
La investigación se centrará en la participación de Harvard como patrocinador del Programa de Visitantes de Intercambio, que emite visas J-1 a estudiantes, profesores e investigadores extranjeros que se espera regresen a sus países de origen.
Algunos titulares de visas J-1 deben regresar a sus países durante al menos dos años antes de ser elegibles para otros de esos permisos para ingresar a Estados Unidos.
Rubio consideró que «para mantener su privilegio de patrocinar visitantes de intercambio», los patrocinadores deben cumplir con todas las regulaciones, incluyendo la realización de sus programas de una manera que “no socave los objetivos de política exterior ni comprometa los intereses de seguridad nacional de Estados Unidos».
En su respuesta, Harvard advirtió que la investigación es «otra medida de represalia tomada por la Administración en violación de los derechos de Harvard amparados por la Primera Enmienda».
«Harvard continúa inscribiendo y patrocinando a académicos, investigadores y estudiantes internacionales, y protegerá a su comunidad internacional y los apoyará mientras solicitan visas estadounidenses y viajan al campus este otoño», dijo la prestigiosa institución en un comunicado.
La secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem, señaló la semana pasada que su departamento citaría a Harvard para que proporcionara información sobre sus estudiantes extranjeros en relación con la certificación de la universidad bajo el Programa de Estudiantes Visitantes e Intercambio.
Desde que regresó al cargo el pasado 20 de enero, el presidente Donald Trump intensificó sus ataques hacia las universidades estadounidenses de elite por motivos ideológicos, en especial contra Harvard.
En junio, Trump firmó una proclamación que suspendía la entrada de estudiantes extranjeros o visitantes de intercambio que planearan ir a esa universidad, a menos que su administración determinara que la entrada «sería de interés nacional», pero la medida enseguida la desafiaron en tribunales. Un juez federal en Boston la bloqueó temporalmente.