Astérix y Obélix y el reino medio

Esta quinta entrega de la saga fue estrenada durante el Festival de Cine Francés en Cuba

Fotograma de la Película

Al margen de su inserción dentro de los terrenos de la aventura, el cine familiar y la comedia loca, la saga fílmica de los personajes de Astérix y Obélix, inspirada en los célebres cómics de Uderzo y Goscinny, le ha servido a la pantalla francesa para un objetivo serio.

Este rebasa las fronteras locales y se instaura en visión compartida de rango universal, sobre todo por los pueblos oprimidos: la construcción de un relato enaltecedor del patriotismo, la lucha por defender el suelo nacional ante la intrusión extranjera, y la certeza de que no hay enemigo invencible cuando se combate en colectivo.

En lo personal, siempre he creído que por supuesto, cambiando personajes e historias, este tipo de cintas le correspondería mejor filmarlas a cinematografías de países del Sur global, justamente los que más se han visto en esa posición a lo largo de la historia; y no a la occidental Francia, que, posterior al periodo reflejado en tales filmes, se convirtió en un imperio con colonias sobre las cuales desató males mucho mayores que los perpetrados por los romanos contra la Galia.

Claro, tal conjetura no les resta significación a estas cinco películas, en imagen real (o sea, con actores de carne y hueso; no de dibujos animados, una modalidad que cuenta con otros diez filmes basados en los mismos cómics, estrenados entre 1967 y 2018), las cuales concitan un respaldo en su nación tan grande o mayor que los tanques hollywoodenses.

Así, decenas de millones de franceses han defendido en taquilla la pentalogía, desde su comienzo, con Astérix y Obélix contra César (Claude Zidi, 1999), hasta la actualidad.

Aunque la franquicia cinematográfica de marras nunca ha podido equipararse a las historietas madres en cuanto a talento, agudeza e imaginación, abuelos, padres y nietos del planeta llevan 24 años divirtiéndose con películas para todos los públicos que, salvando las diferencias cualitativas entre unas y otras, siempre garantizan la risa, el buen rato y el asombro ante las ocurrencias de sus personajes.

Algo de lo anterior también hay en la quinta y última entrega de este universo: Astérix y Obélix y el reino medio (Guillaume Canet, 2023), estrenada durante el 24 Festival de Cine Francés en Cuba.

El espectador, de seguro, sonríe a través de sus dos horas, si bien menos que en anteriores oportunidades, pues en el guion original de Guillaume Canet, Julien Hervé y Philippe Mechelen, buena parte de los chistes son más limitados en su potencial de hilaridad, la coordinación de varios gags renquea (no obstante, cristalizan deliciosos pero ocasionales momentos que recuerdan a las comedias de Louis de Funes), y se extraña la presencia de Gérard Depardieu como Obélix.

Pese a que Gilles Lellouche, su sustituto, realiza una labor de mérito, nunca olvidamos al memorable narizudo tomándose la poción mágica.

Y es una gozada ver a Vincent Cassel incorporar al César; o a José García como el consejero con acento brasileño, que le infunde ánimos.

Como resulta común en la franquicia, Astérix y Obélix y el reino medio sobresale, por sus valores de producción, en la primera línea comercial gala. Y como también es habitual, aflora un evidente oportunismo coyuntural (lo demostró en la versión de 2008 hasta con los Juegos Olímpicos), por la vía de los pragmáticos congraciamientos del guion con China, fabuloso mercado de distribución que tantos tientan hoy.

Periódico Granma

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