
Foto tomada de internet
Sus compañeros le llamaban Che y, además de incorporarse a las luchas siendo un joven médico argentino, sus dotes humanas, talento y valentía lo convirtieron en uno de los principales colaboradores de Fidel Castro en la causa revolucionaria de Cuba.
Entre muchas concepciones éticas destacaban algunas: su sensibilidad ante los problemas, la modestia, la sencillez, la solidaridad y la intransigencia contra la injusticia y el formalismo.
Su pensamiento e influencia en nuestro país fueron claves para conseguir el triunfo de la lucha libertaria cubana y su legado se refleja en las transformaciones sociales que tuvieron lugar en Cuba después del triunfo revolucionario de 1959, tales como, su labor como presidente del Banco Nacional y ministro de Industrias.
Guevara tuvo siempre una fe infinita en los valores morales y en la transformación de la conciencia humana además de acompañarlo una enorme vocación humanística y de servicio a la causa boliviana.
“Hago formal renuncia de mis cargos en la dirección del partido, de mi puesto de ministro, de mi grado de comandante, de mi condición de cubano. Nada legal me ata a Cuba, sólo lazos de otra clase que no se pueden romper como los nombramientos”, escribió en la carta de despedida leída por Fidel públicamente el 3 de octubre de 1966.
“Otras tierras del mundo reclaman el concurso de mis modestos esfuerzos…llegó la hora de separarnos…Sépase que lo hago con una mezcla de alegría y dolor; aquí dejo lo más puro de mis esperanzas de constructor y lo más querido entre mis seres queridos… y dejo un pueblo que me admitió como su hijo”.
Esas fueron razones por las que este gran hombre, se convirtió en símbolo que trascendió fronteras dejando una marca indeleble en la historia de Cuba, América Latina y el mundo.