Por Aldo Daniel Naranjo (Historiador)
Ahora, continuaba trabajando en la historia de la esclavitud, vista como de mucha importancia en los círculos políticos y literarios liberales y republicanos en Europa y América.
Al siguiente año, los ayuntamientos del oriente de Cuba lo eligieron por cuarta vez diputado a las Cortes españolas España, no pudiendo ocupar su escaño en el congreso por problemas de salud.
El 26 de septiembre de 1879, las 2:00 de la tarde, las fuerzas se le agotaron y falleció en Barcelona, hace 145 años.
De los 82 años de su vida, 53 los pasó alejado de su patria, pero no dejó un solo día de pensar en la felicidad de su tierra natal.
A raíz de este suceso, el escritor Francisco Calcagno escribió una biografía de Saco, donde planteaba: “La vida de Saco es la historia de una época; para nosotros, es la síntesis de nuestra la vida política, y no faltarán quienes más aptos para las consideraciones filosóficas, tomen a su cargo la penosa tarea de patentizar lo inmenso, lo irreparable de la pérdida que acabamos de experimentar.”
Poco después, como parte de su homenaje, apareció el primer tomo de cuatro sobre la esclavitud con el título Historia de la esclavitud de la raza africana en el Nuevo Mundo y en especial en los países américo-hispanos (1879), en la imprenta de Jaime Jepús, en Barcelona.
LOS HOMENAJES EN CUBA
En cumplimiento de su voluntad testamentaria sus restos mortales fueron enviados a Cuba, siendo recibidos en La Habana el 17 de agosto de 1880 por distinguidas personalidades de la Real Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales y la Real Sociedad Patriótica de La Habana.
En el edificio de la Real Academia de Ciencias, el pueblo le tributó merecido reconocimientoal esclarecido patriota y erudito sin par durante tres días.
El sepelio, en el Cementerio de Colón, estuvo bastante concurrido.
Las autoridades coloniales establecieron un fuerte cordón policíaco para impedir cualquier tipo de manifestación pública.
En la lápida se cinceló el certero epitafio que prefirió a cualquier otro: “Aquí yace José Antonio Saco, que no fue anexionista, porque fue más cubano que todos los anexionistas”.
A la labor del incansable bibliógrafo y escritor Vidal Morales y Morales aparecieron en La Habana dos importantes obra de Saco: Colección póstuma de papeles científicos, históricos, políticos y de otros ramos sobre la isla de Cuba, ya publicados, ya inéditos (1881) e Historia de la esclavitud de los indios en el Nuevo Mundo (1883), con notas e ilustraciones suyas.
VIGOROSO POLÍTICO Y ESCRITOR
El ensayista y crítico Manuel de la Cruz estuvo entre los primeros en aquilatar la valía de la obra intelectual de Saco, quien en su libro Cromitos cubanos. Bocetos de autores hispanoamericano (1892) le llamó con razón “Cuba-idea” y elogiaba su “lógica demoledora” en la defensa de la nacionalidad y la cultura cubanas.
El famoso crítico literario español, Marcelino Menéndez y Pelayo, dictaminó: “Saco, uno de los hombres de más talento y sin duda, el más vigoroso prosista que ha nacido en la Isla… Su última obra, y la que hará inmortal su nombre, aunque no llegó a terminarla, es la ‘Historia de la Esclavitud’, algo extensa pero necesaria”.
En efecto, las obras de Saco sobre la esclavitud de la raza africana en los países de América, despertaron la curiosidad de políticos, académicos y catedráticos del mundo, por el cúmulo de datos y verdades expuestas. Uno de los que destacaba el esfuerzo y valor de los mismos fue Chales Dana, quien señaló: “Nunca, jamás ha sido necesario emplear mayor suma de laboriosidad y criterio que la que ha empleado nuestro autor en recoger y discernir tantos datos y noticias que dormían olvidados en las bibliotecas europeas”.
Desarrolló una intensa labor intelectual en los campos de la filosofía, historia, la política, la economía y la cultura, siendo considerado el único literato del siglo XIX que aportara muchas cosas serias para su patria y que mucha honra dio a su nación.
Fundó y dirigió periódicos y revistas en Cuba, España y Estados Unidos.
Con los escritos salidos de su pluma y sus discursos se puede formar una biblioteca variada y profunda.
En todo momento buscó la mejor organización de la sociedad cubana, en su triste condición de precaria colonia española.
Fue un vocero de la identidad nacional, resultado precursor en muchos de sus aspectos políticos, económicos y culturales.
A él se debió el que por primera vez se adjudicara el calificativo de “cubana” a una institución en la isla, cuando propuso que se le diera el nombre de Sección de Literatura Cubana, fundada por la Sociedad Económica de Amigos del País.
NACER EN BAYAMO
José Antonio Saco era natural de Bayamo, villa en la que vio la luz el domingo 7 de mayo de 1797, a las 6:30 de la mañana.
Fue hijo don Rafael Saco y Anaya, un abogado santiaguero de cierto renombre regional, y la distinguida bayamesa doña Antonia López y Cisneros.
El blasón de los bayameses, siempre llevó con orgullo y en sus escritos la patria chica, el sueño de su prosperidad, ocupó parte de sus atenciones.
Realizó sus estudios en la escuela del presbítero don Mariano Acosta y en 1814 ingresó en el Colegio Seminario San Basilio de Santiago de Cuba, donde cursó estudios de Derecho y Filosofía.
Mientras tanto, en Bayamo falleció su padre, de quien heredó numerosas haciendas y esclavos, los que pasó a administrar su hermano Juan Nepomuceno Saco.
Para ampliar sus horizontes intelectuales, sobre todo en el campo de la Filosofía viajó a La Habana.
Por eso, en septiembre de 1816, ingresó en el Seminario de San Carlos y San Ambrosio, donde recibió lecciones del presbítero Félix Varela.
Al año siguiente, matriculó la carrera de bachiller en Filosofía en la Real y Pontificia Universidad de San Gerónimo de La Habana.
A mediados de 1820 publicó su primer artículo de carácter político en el Diario del Gobierno Constitucional de La Habana.
Mientras cursaba el bachillerato, en abril de 1821, el célebre profesor Félix Varela, electo diputado a las Cortes españolas, le propuso como su sustituto en la cátedra de Filosofía.
Por tanto, Saco comenzó a ejercer como profesor de Filosofía Política en el Seminario de San Carlos antes de graduarse, al tiempo que Valera embarcaba para España.
En 1830 publicó su libro Memoria sobre caminos en la Isla de Cuba y cedió los 200 pesos con que fue premiada a favor de las escuelas gratuitas que sostenía la Sociedad Económica.
En ese mismo año redactó su famosa Memoria sobre la vagancia en la Isla de Cuba, en la cual trazó un amplio plan de reformas de las costumbres públicas y de mejoramiento económico.
Desde entonces concedía amplio sistema de educación popular y los 200 pesos que obtuvo del premio los donó a las escuelas pobres de La Habana.
EL INTERÉS POR LA OBRA DE SACO
En el quehacer intelectual de Saco se conjugan sus vocaciones de sociólogo, filósofo, periodista, historiador y economista, terrenos en los que se movía con soltura y vigor.
De una cosa hay certeza: no se puede escribir la historia de las ideas en Cuba sin tener presente su inmenso legado.
Desde joven mostró sus agallas como polemista, con un estilo enérgico y provocador, soberbio y despreciativo hacia sus oponentes.
Pensador adelantado a su tiempo, tuvo que pagar un alto precio ante conservadores,esclavistas y anexionistas.
Su vida y obra continúa siendo motivo de interésy de constante consulta para historiadores e investigadores, resultando que cada uno tiene su peculiar manera de expresar sus visiones sobre esta personalidad histórica.
El profesor e historiador Ramiro Guerra Sánchez, en su libro José Antonio Saco y la educación nacional (1915), abordó una de las facetas poco conocidas del bayamés: “La obra revela su consagración al estudio y fomento de la cultura popular, ya sea de manera directa como profesor, o por medio de publicaciones destinadas a divulgar conocimientos de interés general”.
A la vez, combatió el despotismo político imperante en su época y manifestaba su empeño de que se instaurara en Cuba un régimen de gobierno que “permitiera, por medio de la educación y del trabajo libre, robustecer y afianzar la nacionalidad cubana”.
Las muchas luces de Saco sobre la nacionalidad cubana las expuso el pedagogo e historiador Sergio Aguirre Carreras en su obra Nacionalidad y nación en el siglo XIX cubano (1990), donde le presenta como reformistas, pero con un tono diferente, ya que el oriental “voceasu cubanidad”, censura fuertemente los métodos coloniales y combatió la actitud recalcitrante y arbitraria del capitán general Miguel Tacón.
Entre otros fulgores de Saco, el profesor Aguirre destacaba su posición antianexionista a partir de las discusiones profundas con los anexionistas y sus réplicas a varios de ellos, con lo cual influía “en el surgimiento de los gérmenes de la nacionalidad”.
En su obra José Antonio Saco, eternamente polémico (2005), la profesora e historiadora Olga Portuondo Zúñiga lo presenta como un empedernido reformista, luchando en todo momento por la integración a la hispanidad en lo cultural y lo político.
De ahí que no pudo congeniar con las dos corrientes opuestas a este credo: el anexionismo y el separatismo.
No obstante, cualquiera que sea la polémica actual acerca dela posición de la personalidad de Saco, lo que sí resulta indudable es que está indisolublemente ligada al concepto de nacionalidad cubana.
De él son estas palabras: “Yo quisiera que, si Cuba se separase por cualquier evento, del tronco a que pertenece, siempre quedase para los cubanos y no para una raza extranjera”.
Y precisando más esta idea instaba: “Pero yo desearía que fuera Cuba cubana, y no angloamericana”.