
Foto: Tomada del perfil de Facebook de Soledad Cruz Guerra
La Historia, con mayúscula, no es solo un referente, sino la fuente nutricia de la nación, pero su narrativa, para verdadera utilidad, no puede ser la repetición del mismo cuento en cada efemérides, ni el atiborramiento de recordaciones de tribunas, sino fórmulas de anclarla en la realidad mediante la muestra de similitudes en el presente; convertir los memorables actos de patriotismo en oportunidad de cultivar los sentimientos que los animaron en acciones presentes y mostrar mediante la emotividad de las obras artísticas, sus esencias, no únicamente ponderando las grandes figuras, sino haciendo visible ese héroe anónimo y colectivo que sostiene en la guerra y la paz el espíritu nacional.
Mostrar ese héroe anónimo y colectivo es uno de los tantos notables aciertos de LCB: La otra guerra que muy oportunamente retransmite Cubavisión en las noches de sábado.
Varias series memorables ha realizado la Televisión Cubana inspiradas en momentos y figuras históricas que ganaron la atención de grandes públicos por el modo certero de sus enfoques humanistas, reveladores de aspectos pocos conocidos y la capacidad realizativa audiovisual de mostrar el maridaje de lo común y lo extraordinario cuando las circunstancias lo propician.
La serie sobre Carlos J. Finlay, En Silencio ha tenido que ser, Julito el pescador, Algo más que soñar, entre otras; y sería muy valioso que justo cuando se intenta distorsionar nuestra historia, devaluarla como fortaleza que es, se destinaran más recursos a mostrarla con inteligencia artística, con los resortes emocionales, con los atractivos que puedan emparentar a los jóvenes de hoy con sus iguales rebeldes de otros tiempos, con la eficacia comunicacional de películas como El hombre de Maisinicú o Inocencia.
El drama de la memoria de los terrícolas es que es difícil comprender lo que no se vivió y mucho menos si ni siquiera se tiene información adecuada de lo pasado, y en la actualidad es tal la lucha por la sobrevivencia, el aguijón de la incertidumbre, la fragilidad de generaciones que han convertido lo virtual en real, que la enseñanza de la historia está obligada a los resortes comunicacionales que rigen nuestra disparata época.
Por supuesto, todas las historias comienzan desde la casa, las personales y las sociales, y cuando las crisis son profundas, afectan la afectividad, la espiritualidad y el funcionamiento del hogar, por lo que la escuela se ve obligada a un esfuerzo por sembrar valores, a pesar de sus carencias y la Historia puede ser un acicate si las rememoraciones de efemérides sirven para ir a visitar a los ancianos cercanos que viven solos, si se aprovecha para el conocimiento de la historias de vida de esos viejitos, muchas veces héroes de la paz turbulenta vivida, de zafras azucareras, de guardias de milicianos, de contingentes productivos, y así los niños conocerían de viva voz esa historia más reciente que ha costado tantos sacrificios de los que menos tienen ahora; y Carlos Manuel de Céspedes, Ignacio Agramonte, Ana Betancourt, Martí, Fidel, Celia, Haydeé, Vilma, todos nuestros héroes y heroínas se sentirían muy honrados de que recordarlos fuera una acción de amor a los que más lo necesitan; igual se podría hacer en favor de los propios niños de la escuela que tienen peor situación familiar, reuniendo algunas cosas que necesiten, con los empleados de la escuela menos favorecidos, porque cultivar la bondad, la solidaridad, el desprendimiento es base para criar patriotas.
Hay muchas formas de recordar la Historia, haciendo palpable la utilidad de la virtud que fue máxima de José Martí y principio de la República que soñó; y con más fuerzas debemos levantar ahora que el norte revuelto y brutal muestra sin pudor su desprecio, y nos amenaza con el exterminio.
A pesar de la agobiante situación que se vive, quedan posibilidades, capacidades, para ayudarnos y hacer la parte de historia que nos toca para mantener la que nos legaron con sacrificios, austeridad y hasta la entrega de fortunas personales, los que dejaron un ejemplo para la unidad y la victoria soberana.
(Tomado del perfil de Facebook de Soledad Cruz Guerra)