La edificación que acoge a la Escuela-Taller de Oficios “Walter Anthony Betancourt Fernández”, adjunta a la Oficina del Historiador de Bayamo, capital de la provincia de Granma, figuró entre las finalistas al Premio Nacional de Restauración 2023.
El inmueble, ubicado en Calle Donato Mármol No.111, entre Avenida Francisco Vicente Aguilera y Antonio Maceo, Reparto “El Cristo”, del municipio de Bayamo, fue construido a mediados del siglo XIX y posee elementos de la arquitectura doméstica colonial bayamesa, que no fueron afectados por el histórico incendio de Bayamo en 1869.
Según consta en Resolución No. 262/ 2010 de la Dirección Municipal de Educación de Bayamo…“El inmueble era una vivienda particular propiedad de la familia Ginarte (…) desocupada la misma forma parte del patrimonio estatal, a partir de 1962 fungió como Escuela Primaria y a partir de 1990 Escuela Especial “Tomas Romay Chacón” (…), luego se mantuvo desocupada con limitado valor de uso, considerando el avanzado nivel de deterioro del inmueble previo la intervención realizada a partir del 2020.
AL INTERIOR DE LOS MUROS
La edificación, -refiere Mario Rodríguez Rodríguez, especialista de la Oficina provincial de Monumentos, presentaba un regular estado técnico-constructivo y de conservación, marcado por el uso intensivo y explotación prolongada, intemperismo, sin evidencia de acciones de mantenimiento oportunas que ponían en riesgo la permanencia y durabilidad de los valores patrimoniales (tangibles-intangibles) del inmueble y que de alargarse, aumentarían considerablemente los costos de mantenimiento y reparación.
VALORES PATRIMONIALES
Sobre los valores arquitectónicos y patrimoniales del inmueble donde se erige hoy la escuela taller de Oficios “Walter Anthony Betancourt Fernández”, profundizó Rodríguez Rodríguez:
“Esta edificación es un inmueble colonial con alguna influencia del estilo ecléctico, lo que se puede apreciar en las pilastras de los corredores.
“Estamos hablando de una fachada simple, con puertas de clavos españoles y ventanas con balconcillos y guardapolvos, herrería con barrotes y algunos elementos decorativos con flores simples; un estilo colonial en forma de L, con corredor hacia el patio interior.
“Las pilastras de este estilo son circulares, con capiteles ornamentados, bien decorados, y basamento en las pilastras; cubierta típica, con puntal alto en la primera crujía y gran tamaño en los vanos de la fachada principal, característica de los inmuebles de la época en busca de más iluminación natural y ventilación.
“La cubierta de esta primera crujía es de tirantes, con durmientes, alfardas y una tablazón sobre la cual reposan las tejas francesas, que de alguna forma era algo novedoso en la época. El resto de la vivienda tiene cubierta de colgadizo, con rollizos y tablazón del mismo tamaño”, acotó Rodríguez Rodríguez.
La edificación acota documentación patrimonial, se distingue por muros de carga con ladrillos cocidos de cerámica, pisos de mosaicos, carpintería de madera, cubiertas inclinadas con techos de madera y tejas de barro. En la primera crujía se conserva del estilo arquitectónico gótico, dos arcos ojivales apuntados decorados con arquivoltas (molduras simples) y capiteles con cornisas en muros de apoyo, jerarquizando el espacio con alto puntal.
Planimetría desarrollada alrededor del patio interior y galería techada delimitada por un corredor neoclásico de 12 columnas cilíndricas, alineadas, aisladas, decoradas con notoria referencia de códigos del estilo románico; con basamentos, fustes y capiteles que soportan las techumbres coloniales inclinadas de tejas árabes entablado (herencia mudéjar), uso de eco-materiales locales (piedra, madera, cerámica roja), oficios y técnicas tradicionales (muros de ladrillos de cerámica cocida, uso de pisos decorativos).
MANOS A LA OBRA
Sobre las intervenciones desarrolladas expuso Rodríguez Rodríguez:
“Se trabajó en la restauración de los muros dañados por el intemperismo, utilizando la cal, algo en lo cual se fue muy respetuoso y trabajamos además en los dinteles de los vanos.
“Predominaban cubiertas totalmente dañadas, hubo que desmontarlas y sustituir algunos elementos sin agredir los existentes, como algunas alfardas. Se utilizaron elementos de la tablazón original las tejas, las pilastras, y se colocaron algunas que se habían desplazados, es decir que estamos observando las pilastras originales; se conservaron los dinteles de los vanos; los pisos originales que estaban dañados por la acumulación de escombros, tanto del corredor como de la como de las primeras crujías que difieren a los existentes en el corredor, trabajado con líneas rectas y menos ornamentos; y trabajamos en la conservación del muro, permeado de vegetación”, describe Rodríguez Rodríguez.
La restauración del inmueble ha permitido rescatar y salvaguardar los valores arquitectónicos de este valioso exponente, conservando para la posteridad, el ambiente y elementos de la arquitectura doméstica colonial bayamesa de mediados del siglo XIX.
PROFETAS EN SU PROPIA TIERRA
Es de destacar, que el inmueble acoge la Escuela-Taller “Walter Betancourt” para la formación de jóvenes en los Oficios de Restauración del territorio, integrada a la Red de Oficinas del Historiador y del Conservador de las Ciudades Patrimoniales de Cuba, para fortalecer las capacidades del sector cultural y creativo en la región oriental.
Al respecto, expone Adalberto Rodríguez Cedeño, director del plantel: “La escuela taller comenzó a funcionar en 2019. Actualmente tiene una matrícula 24 trabajadores en formación, en las especialidades de albañilería, carpintería, herrería, cerámica y jardinería de restauración; 13 profesores y una plantilla ocupada de 32 trabajadores.
“Nuestra misión es capacitar a jóvenes desvinculados del estudio y el trabajo en las edades comprendidas entre los 17 y 25 años de edad en los oficios citados por un período de dos cursos.
“En noviembre del pasado año, tuvimos nuestra primera graduación, para ese entonces culminaron sus estudios 24 jóvenes, que participaron en algunas de las acciones de restauración realizadas al inmueble, lideradas por un trabajador por cuenta propia, o sea, que pudimos poner a prueba los conocimientos y habilidades adquiridos por nuestros graduados en función de la conservación y la restauración de inmuebles del centro histórico de la ciudad de Bayamo”, destacó Rodríguez Cedeño.
Las futuras y valiosas contribuciones de esta institución educacional, potenciarán y multiplicarán el intercambio de saberes, artes tradicionales necesarias para la recuperación y salvaguarda del patrimonio cultural tangible e intangible que atesoramos.
Sobre la significación del mismo, añade la arquitecta Yunia Gil Mayedo, Especialista A en Inversiones de Vivienda y Urbanismo, su proyectista principal:
“Rescatar, salvaguardar y patrimonializar los valores arquitectónicos y el aporte cultural en el contexto del inmueble, las actuaciones constructivas de restauración reintegradas armónicamente al entorno construido, merecen el reconocimiento, protección del inmueble (propuesta de Monumento Local) y, contribuir modestamente a la reactivación del centro histórico urbano.
“Este es un reconocimiento a la obra emprendedora del conocido arquitecto Walter Betancourt Fernández, destacado promotor de la arquitectura tradicional, rescate y salvaguarda de los valores patrimoniales del oriente, a nuestros profesores de la academia y a la arquitectura bayamesa”.
Junto con la escuela- taller de oficios Walter Betancourt Fernández fueron nominados a este lauro inmuebles de las provincias de Pinar del Río, La Habana, Cienfuegos y Ciego de Ávila.
El Ganador del Premio Nacional de Conservación de este 2023 fue la estación de bomberos “Enrique Estrada” de Matanzas, en tanto los merecedores de las menciones de este año fueron la Pequeña Estación Hidroeléctrica Guaso, ubicada en Guantánamo, y el Sitio Histórico “Potreros de Lázaro López”, ubicado en Ciego de Ávila; así como una mención especial dedicada a la iglesia parroquial “Nuestra Señora del Rosario”, ubicada en La Habana.
ESCUELA TALLER DE OFICIOS “WALTER BETANCOURT” DE LA OFICINA DEL HISTORIADOR DE BAYAMO
