
“Tenía 18 cuando comencé en una Escuela Militar, donde estudiaba y trabajaba; luego me gradué de Derecho, primero hice la licenciatura en Ciencias Penales y después vencí la especialidad en prevención del delito”, recuerda como si estuviera anclado al pasado.
Aunque transitó por la Fiscalía provincial y municipal, en Bayamo, encontró en el Registro Civil un lugar de autorealización laboral.
“Llevo más de 17 años en esta unidad, aquí no solo se expiden servicios registrales, sino que hacemos asesoramiento legal como notariales, de bufete colectivo y de consultoría jurídica.
“Es una obligatoriedad que las personas acudan a nuestra institución porque es el primer eslabón en la tramitación de asuntos, ya sea procesos administrativos, civiles, declaratoria de herederos, trámites migratorios y otras certificaciones”, señala.
Al consagrado colectivo de esta institución jurídica los caracteriza la voluntad y el alto compromiso social como servidores públicos.
“A pesar que conspira contra la calidad del trabajo la obsolescencia tecnológica, la fluctuación de las fuerza activa y la infraestructura del inmueble, la unidad registradora no ha dejado de prestar servicio.
“En un tiempo, cuando decidimos cerrar por derrumbe, de conjunto con los vecinos cercanos del lugar, nos autogestionamos los recursos.
“Se buscaron las maderas y tejas; al caballete le hicimos unos arreglos, así como al portal que se había desplomado.
“Nuestra misión es asesorar y orientar al pueblo de los derechos reclamantes por lo que en aquel momento lo más importante era dignificar el trabajo del Ministerio del Justicia ”, resalta.
El Registro Civil de Santa Rita atiende una población de cerca de 22 mil habitantes diseminados en tres Consejos Populares: la propia localidad donde está enclavado el servicio registrador, Cautillo y Charco Redondo, este último limítrofe con Guisa y Tercer Frente, en Santiago de Cuba.