Por Melitza Vargas
Guisa es el municipio cubano con la mayor cantidad de centros de este tipo, pues tiene 67, todos en áreas del Plan Turquino.
La localidad, además, ostenta una destacada labor en el funcionamiento de las salas, al tiempo que mantiene vivo el legado del Comandante en Jefe, quien las inauguró, el 29 de marzo de 2002, en el barrio de El Puntico, Campechuela, al fragor de la Batalla de Ideas.
“En nuestras montañas, este plan hace realidad diariamente sus conceptos fundacionales, los cuales garantizan la información, recreación, cultura y salud de los pobladores”, explicó Fernando Antonio Tamayo Domínguez, director del Programa Salas de Televisión en Guisa.
A pesar de las dificultades tecnológicas que enfrenta el proyecto, por causa del recrudecimiento del bloqueo económico contra Cuba, existe una fuerte identificación y participación de los comunitarios con las acciones programadas.
“Las salas de televisión hoy han recibido el impacto de la coyuntura financiera, y es muy difícil, por tanto, encontrarse una que tenga baterías en buenas condiciones para la proyección de materiales audiovisuales.
“Sin embargo, nuestro objeto social no es solo la televisión, razón por la cual las instalaciones no están desligadas de los acontecimientos de las localidades, y constituyen el punto de partida de múltiples actividades que se realizan en los barrios”, precisó Tamayo Domínguez.
De esta forma, las salas de televisión se encuentran inmersas en procesos políticos y sociales, educativos, de capacitación e incluso acciones productivas en beneficio de la economía familiar y colectiva de la región.
“Nuestro trabajo parte de un diagnóstico de caracterización de las comunidades, pues no todas son iguales en cuanto a preferencias o necesidades de los vecinos”, subrayó el también Licenciado en Marxismo, Leninismo e Historia.
En estos espacios se prioriza la promoción de la lectura, la conmemoración de las efemérides más importantes, las fiestas y las gustadas opciones recreativas de la etapa veraniega.
Por otro lado, las salas de televisión fungen, muchas veces, como micro universidades, donde los profesionales que allí residen imparten temas sobre distintos campos del conocimiento, con el fin de contribuir a la instrucción de otras personas.
También, en coordinación con el Centro Universitario Municipal, crearon la Asociación de Bomberos Voluntarios, que es el fruto del trabajo de prevención social.
Asimismo, realizan una labor significativa en la formación vocacional, con el programa Educa a tu Hijo; además de que cada sala funciona como Casa de orientación a las mujeres y las familias.
De igual manera, establecen un vínculo especial con la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana, para reanimar el tiro recreativo popular e incentivar en los más jóvenes la preparación para la defensa.
“Contamos con vivencias gratificantes y de alto impacto en la sociedad, a partir de los servicios de rehabilitación que se ofrecen en nuestras instalaciones, pues permiten que las personas más vulnerables puedan acceder a estas prestaciones en plena montaña, sin necesidad de trasladarse a las ciudades”, destacó Tamayo Domínguez.
Ante una tarea clave para el desarrollo de la Isla, que es la producción de alimentos, impulsaron la iniciativa Mi sala también produce.
Con ella, han logrado sembrar viandas, frutas y hortalizas, tanto en sus inmediaciones, como en el área de cada trabajador, para apoyar las entidades productivas del barrio.
Al escuchar a Fernando Antonio Tamayo Domínguez, me pregunto si el líder histórico de la Revolución, sentado en la sala de El Puntico, en Campechuela, el 29 de marzo de 2002, habría imaginado no solo que su sueño perduraría, sino que alcanzaría mayores proporciones, con centros promotores de la cultura en las comunidades cubanas.