
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Escribir, por ejemplo: “La noche está estrellada
Y tiritan, azules, los astros, a lo lejos”.
Fueron los primeros versos que leí de Neruda, y uno de los primeros poemas que disfruté en ese entonces. Era una niña que no sabía nada del amor, excepto el de la familia, y mucho menos que se sentía al perderlo. Sin embargo, como arte de magia comencé a leer y leer y los “Veinte poemas de amor y una canción desesperada” me parecieron poco. La curiosidad me ganó, quién era aquel hombre que tanto me había cautivado con sus versos.
Entonces descubrí a uno de los artistas más influyentes del pasado siglo y no solo por su manera de escribir, sino también por sus ideales políticos. Para Gabriel García Márquez, Neruda “fue el más grande poeta del siglo XX en cualquier idioma”. Su estilo único y su capacidad para capturar la esencia de la experiencia humana fueron factores esenciales para que en el año 1971, recibiera el premio Nobel de Literatura por su conjunto de obras y su contribución a la poesía general.
Sin embargo, dos años después, un 23 de septiembre, el mundo literario se vistió de luto al conocer la noticia de su fallecimiento. Los últimos días de Neruda fueron testigos de una agitación política sin precedentes.
En su funeral, celebrado en Santiago de Chile, miles de personas se congregaron para rendir homenaje al poeta. La tristeza colectiva se palpaba en el aire mientras los versos de Neruda resonaban en las calles. “Si muero, no me llores” había escrito en uno de sus poemas y aunque sus palabras instaban a la celebración de la vida, el dolor por su pérdida era innegable.
A lo largo de los años, la figura de Neruda ha continuado creciendo, convirtiéndose en un ícono no solo de la poesía, sino también del espíritu indomable del pueblo chileno. Su legado perdura en cada verso que escribió, en cada lucha que defendió y en cada corazón que se siente tocado por su arte.
El 23 de septiembre es una fecha que nos recuerda no solo la muerte de un poeta, sino el nacimiento eterno de su palabra en el corazón de la humanidad. En cada rincón donde se recitan sus versos, Pablo Neruda vive, desafiando el tiempo y la muerte misma.