Con la moral y la dignidad como escudos, y con la certeza absoluta de que la razón nos asiste, vuelve Cuba al escenario de las Naciones Unidas, para denunciar y poner al descubierto el que se considera como el genocidio más largo de la historia: el bloqueo de Estados Unidos contra su pueblo.
Como cada año, nuestro país expondrá ante el mundo la esencia de esta política genocida, contraria a todo principio de libre determinación y soberanía de los pueblos. Un vil intento de doblegar la voluntad de los cubanos, mediante la violación sistemática, y sostenida en el tiempo, de sus derechos humanos, bajo el hipócrita y ridículo pretexto de que cada medida está pensada para derrocar al Gobierno, y no para someter a sus millones de habitantes.
La Resolución cubana ha recibido históricamente el apoyo mayoritario de los Estados miembros de la onu.
Los pronunciamientos allí de la Mayor de las Antillas, en relación con esta cruel política unilateral, han permitido al mundo conocer las intenciones reales, puramente intervencionistas, colonizadoras y con aspiraciones anexionistas, que representa el bloqueo.
Esas verdades, dichas con total valentía y transparencia, han hecho posible que el apoyo a Cuba, y el rechazo a lo que sus promulgadores llaman tímidamente «embargo», para minimizar su alcance y dolorosas consecuencias, se salga del marco de la sede del organismo internacional, y se convierta en una exigencia desde los más diversos rincones del planeta, amén de culturas, religiones e incluso filiaciones políticas.
Más allá de las asombrosas cifras que contabiliza hoy este país en materia de daños económicos causados por el bloqueo, lo más doloroso es el perjuicio a todo un pueblo, a su bienestar, a sus expectativas y a sus proyectos de vida.
Resulta vergonzoso e inentendible que la elección de un sistema alternativo, de un modelo que pone al ser humano en el centro de sus prioridades, sea motivo de tanto odio por parte del imperio más poderoso que se haya conocido. La respuesta no solo pasa por sus intereses geopolíticos, se trata de una herida mortal a su prepotencia, se trata de la más digna demostración de independencia, de determinación y principios que jamás han conocido.
Por eso, en la voz de nuestro Canciller estará la de todo un pueblo al que ningún bloqueo va a convertir jamás en esclavo, pero exige su derecho a que se levante de una vez esa barrera, que es, sin duda alguna, el principal obstáculo para nuestro pleno desarrollo como nación.
Otro día histórico vivirá esta Isla, otro en el que lo justo hablará más alto una vez más; otro en el que, sin duda alguna, el mundo volverá a decirle NO al bloqueo contra Cuba.