Al intervenir ante la Asamblea General, el representante permanente de la isla ante el organismo, Ernesto Soberón, reconoció la necesidad del desarrollo económico y social, la justicia y la equidad para la promoción de una paz para todos.
El diplomático rechazó la promoción de la desestabilización, las tácticas de guerra no convencional y los cambio de los ordenamientos legítimamente constituidos; así como la manipulación de los derechos humanos contra países en desarrollo, mientras se guarda silencio cómplice frente a las atrocidades que cometen países ricos.
“La promoción de falsos excepcionalismos, discursos de odio e ideas supremacistas, racistas y xenófobas, constituyen igualmente un ataque directo a la cultura de paz”, remarcó.
El embajador recordó que durante más de seis décadas el pueblo cubano sufre la imposición del más largo bloqueo económico, comercial y financiero a manos de los Estados Unidos, con un impacto directo, cotidiano y muy negativo en la calidad de vida de los cubanos.
Esta política, agregó, recrudecida de manera oportunista durante la pandemia y con la injustificable inclusión de Cuba en la fraudulenta lista de Estados patrocinadores del terrorismo; junto a la desinformación y guerra no convencional, contravienen la noción de una cultura de paz.
Soberón ratificó el compromiso de su país con la implementación de la Declaración y el Programa de Acción sobre una Cultura de Paz así como el Derecho Internacional, la Carta de las Naciones Unidas y la Proclama de América Latina y el Caribe como Zona de Paz.
Sin embargo, un mundo de paz seguirá siendo una utopía, mientras no se privilegie el multilateralismo y la cooperación, se irrespeten nuestras legítimas diferencias y se favorezcan los apetitos hegemónicos, agregó al respecto.
El diplomático también denunció el veto ejercido por Estados Unidos para impedir la adhesión de Palestina como miembros pleno de la ONU, lo que evidencia la falta de compromiso real con la solución de dos Estados.
A su juicio, ese hecho demuestra, por enésima vez, la complicidad de Washington con el genocidio contra el pueblo palestino con toda impunidad y frente a los ojos de la comunidad internacional.
De acuerdo con Soberón, resulta irrisorio pensar que puede haber una cultura de paz mientras 34 mil personas, en su mayoría mujeres y niños, así como personal humanitario y de Naciones Unidas, han muerto bajo los indiscriminados ataques de Israel en Gaza.