Inesperado juego de pelota

Oiga, compay, eso de güijes es puro cuento de camino, se lo digo yo que conozco la zona mucho antes que los duros tiempos del ciclón Flora.-Dijo un hombre de pequeña estatura, mientras recorría los atajos de San Pablo de Yao, en Buey Arriba.

Por Luis Carlos Frómeta Agüero

Mala época, no quedó árbol en pie ni mulo que se resistiera. Imagínese, toda la gente se fue loma arriba para salvar el pellejo.

Parece que ese temporal también arrasó con los chichiricús, porque ya nadie habla de ellos, -dijo mientras protegía la incipiente fogata.

Mire, lo realmente cierto es que aquí, en San Pablo de Yao, le gané un juego de pelota a Fidel.

Por un instante Alcides miró al cielo, ladeó el inseparable sombrero de yarey y volvió a la carga:

Eso fue el 6 de octubre de 1966, durante un recorrido por el territorio, para chequear las labores de recuperación, luego del paso del Flora.

El Comandante conocía bien que la pelota y las corridas de cintas a caballo eran los entretenimientos de mayor popularidad en la zona. Yo iba de pasada, pero al ver a los visitantes se despertó la curiosidad y traté de acercarme a ellos lo más que pude.

Fidel se percata de mi presencia y sentado sobre unos troncos de palmas me pregunta.

Chico, ¿qué te parece si echamos un jueguito de pelota?

Aquello me emocionó, pero en realidad nosotros no contábamos con un equipo de béisbol preparado para la ocasión y el campito no podía ser más improvisado, pero aceptamos la invitación.

Comenzó el enfrentamiento, el conjunto contrario lo integraban también otros comandantes, dirigentes nacionales y varios integrantes de la escolta personal.

¡Muchacho!, la noticia corrió de un lado al otro del lomerío y comenzaron a llegar los vecinos para no perderse el gran acontecimiento.

Cuando el juego estaba en su punto me llegó el turno al bate: toqué la bola, llegué a primera y me robé la segunda base. El Comandante en Jefe me miró muy serio y dijo:

Chico, vuelve pa’ trá.

Pero… ¿por qué?

Porque lo que hiciste es incorrecto. Esto es un juego de manigua y no puedes robarte la base, eso está prohibido.

No entendía nada de lo que me decía, pero obedecí su decisión y retorné al sitio indicado. Él pidió un tiempo y acercándose me señaló:

Oye, te voy a decir una cosa. A mí no se me roba ni de día ni de noche, ¿bien?

Al final nos impusimos nueve carreras por ocho, Fidel se movía inquieto en el terreno hasta que llegó al lugar donde yo estaba:

Oye, muchacho -me dijo con cierta mirada de picardía-yo no pierdo mucho en la pelota, así que prepárate para el otro encuentro. Voy a traer a la gente mía: Armando Capiró, Tony González, y aseguro que ustedes no van a ganarme.

El Comandante ladeó su gorra, puso la mano en mi hombro y dijo:

Pero bueno…, mientras llega ese momento, dile a la gente de tu equipo que los invito a tirar con AKM, vamos a ver ahora mismo quién tiene más puntería.

La Demajagua

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