En el corazón de la industria pesquera de Granma, la labor de Wilfredo Enrique Ramírez Céspedes, electricista naval en Epigran, ha sido fundamental. Su historia demuestra que la innovación es la solución inteligente a problemas cotidianos.
Con 19 años se incorporó al astillero de Manzanillo, uniéndose a las Brigadas Técnicas Juveniles. Su talento fue evidente: atesora cinco Sellos Forjadores del Futuro, premios en Expo Cuba y participó en festivales mundiales de la juventud. El Estado reconoció su labor con las condecoraciones “Santa María” y “Julián Antonio Meyes”.
Para Wilfredo, innovar es un “hobby” que consiste en “andar siempre mirando los problemas”. Esta filosofía lo hizo merecedor, por segunda vez, del Premio al Innovador de la ANIR.
Uno de sus proyectos clave fue la recuperación de las plantas de hielo, el corazón de Epigran, que estaban en extremo deterioro. Lideró un grupo que reemplazó el metal dañado con plástico reforzado con fibra de vidrio, creando un sistema más durable y reparable. Esta solución reactivó la cadena productiva, con un impacto económico de unos siete millones de pesos.

También transformó los sistemas eléctricos de las embarcaciones, reubicando peligrosos tableros para mejorar la seguridad y eficiencia. Este trabajo se aplicó en flotas de Manzanillo y otras provincias.
Además, recuperó “tecles” o poleas, esenciales para levantar motores, aliviando la carga física de los obreros.
Su misión trascendió los muelles. Cuando se llamó a rehabilitar hospitales, su equipo recuperó equipos vitales como termoretomes para calentar leches, camas cunas y carros de enfermería en los hospitales manzanilleros. “Es una satisfacción muy grande saber que todo lo que estás haciendo es útil para el pueblo”, comenta.

A pesar de sus logros y de haber sido presidente de la ANIR, Wilfredo se define como una persona común. Valora la sinceridad y la amistad, y disfruta de una parranda con amigos para “tirar el cable a tierra”. Su familia es su mayor apoyo.
Con 38 años dedicados a la innovación, un trabajo lo marcó especialmente: la aplicación del plástico reforzado a la electricidad naval, por el que incluso se graduó como operario de plástico. Este proyecto le valió su primer Premio de mayor impacto en 2023.
Su vida es el testimonio de un hombre que encuentra su recompensa en el servicio a los demás, demostrando que el ingenio y la humildad generan un impacto profundo y duradero.