
Por: Arian Alejandro Rodríguez Agrelo
El deporte no es para conscientes. Tampoco para los adeptos a la determinante lógica. Pensar desde la óptica azulgrana en el 0-4 del Santiago Bernabéu el pasado 26 de octubre sonaba a quimera. En la casa blanca estaban conscientes de una mejora encima del verde. Unos fueron fieles a su idea, otros aún la buscan.
Flick también gana finales. Este nuevo título en la carrera del entrenador alemán es el sexto sin el amargo sabor de la derrota. Se habla de mentalidad cambiada. Subjetividad a un lado, el ex DT del Bayern trajo aires renovados a la Ciudad Condal y, eso es innegable.
Arriba, tres elementos tan diferentes como de complementados. Raphinha no es el típico extremo brasileño pegado a la línea, pero se mueve en zona interior al estilo del media-punta más brillante. Lewandowski remata a veces menos de lo deseado por un nueve, aunque no deja de intimidar cuando prepara la pierna.
Junto a ellos, un niño feliz con el balón entre sus botines. Quizás Lamine Yamal no se ha detenido a reflexionar acerca de cada una de sus diabluras en la cancha. Ya tendrá tiempo para ello. Mientras tanto, replica una y otra vez sus movimientos, quedándose sin capacidad de reacción su defensor.
A muchos les recuerda al pequeño talento nacido en Rosario. Ojo, no es necesario comparar. El actual campeón de Europa con España debe labrar su propio camino. Y con el permiso de Ansu Fati, la 10 blaugrana tiene nuevo dueño. Una pena lo del canterano culé. Apuntaba también a crack.
De vuelta a lo visto en Arabia, Ancelotti queda retratado. No encuentra el plan adecuado luego de seis meses de competición. Claro, lo de las ausencias por largas lesiones de jugadores claves esta vez sí está pasando factura. No es novedad las insuficiencias defensivas de Lucas Vázquez, pero el día a día las hacen más visibles.
De ahí en adelante, solo Mbappé se salva. Bellingham necesita una ubicación en la cancha con tareas definidas. Tchouamméni y Camavinga siguen sin dar el rendimiento al nivel de lo pagado por ellos. Raúl Asencio es central puro, cualquier otra cosa es dar la espalda a los males en la zaga Merengue.
Por su parte, Casadó y Pedri mandan desde la mitad del campo. Tras el retorno a casa, el dilema de Gavi u Olmo. El primero ofrece la intensidad con la cual se desgasta al rival en la importante presión barcelonista. El segundo aporta la plasticidad y el golpeo fino a media y larga distancia. Bendito problema.
Si bien las conclusiones de cada temporada se dictan a finales de mayo o inicios de junio, la Supercopa revela verdades a las cuales no se les debe colocar en la página de la indiferencia. Flick lo tiene claro. Para él, apenas es el comienzo de lo que él aspira a exigirle a sus dirigidos. De todos modos, es atinado celebrar.