Expuesto a la luz

Pocos en el ramo del periodismo granmense conocen a Silverio Rafael Martínez Arias, pero si decimos Rafael Martínez, Rafa, Felo, enseguida visualizamos al fotógrafo de Guisa, aplatanado profesionalmente en el periódico La Demajagua, alto, delgado, de andar rápido y hablar común, sin palabras rebuscadas; de buen comer, alegre y cuentero como el mismísimo Juan Candela. […]

Pocos en el ramo del periodismo granmense conocen a Silverio Rafael Martínez Arias, pero si decimos Rafael Martínez, Rafa, Felo, enseguida visualizamos al fotógrafo de Guisa, aplatanado profesionalmente en el periódico La Demajagua, alto, delgado, de andar rápido y hablar común, sin palabras rebuscadas; de buen comer, alegre y cuentero como el mismísimo Juan Candela.

Más allá de esta caracterización a la cual, cada uno puede enriquecer con sus elementos, pues Rafa es todo un personaje, hay un hombre con un pasado no siempre feliz, pero concluyente en el profesional del fotoperiodismo granmense, que este 2023 se reconoce con el Premio por la obra de la vida, Rubén Castillo Ramos.

FOTOREPORTERO DE GUERRA

El servicio militar desempolvó su actitud para el canto, sin embargo, la vida lo condujo hacia la fotografía a través de un curso en el periódico Combatiente, de Santiago de Cuba.

“Recuerdo que mi madre antes de marchar al servicio militar me dijo con ese amor maternal.: ‘mijo, aprenda algo en la vida, algún oficio, hágase algo’. Me dieron la oportunidad de aprender fotografía. La aproveché y me hice fotógrafo.
“A los tres meses me mandaron a cumplir mi primera misión. Retratar el inicio de una preparación combativa en Mangos de Baraguá.”

Empezó su trabajo en el periódico provincial La Demajagua en 1981, por ese tiempo pasó un curso en la Academia Máximo Gómez, de La Habana, para aprender fotografía militar.

“Durante la graduación el General Julio Casas Regueiro preguntó: ¿quién se siente fotorreportero de guerra? Pacheco, un matancero, dice: ‘Bueno yo saqué cien puntos. El General le dijo: -¿Y a qué guerra tú has ido?

“Conclusión, nos dividieron en tres grupos y nos mandaron a unos para Etiopía, a otros para Nicaragua y Angola. Yo estuve en el último grupo, junto a Norge Santiesteban, de Las Tunas; Pacheco, de Matanzas; Leonel Escalona, de Guantánamo y Luis Toca, de la Revista Bohemia.

“Me situaron en una brigada de lucha contra bandidos. Mi misión era destacar las cuestiones combativas de las fuerzas angolanas y cubanas.

“Llegué a mi puesto aproximadamente a las 2: 30 de la tarde. Mi almuerzo fue aprender a hacer trincheras. Al día siguiente experimenté el primer ataque del enemigo.

¡Valga esa preparación para que no me mataran! Abrí una trinchera y me guarecí. Así comenzó mi vida en Angola.

“Nos pasábamos una semana con una lata de pastas hervidas. El primer día te la comías bien, al segundo pasaba, pero al tercero, cuarto y quinto día ya estaba descompuesto, y tenías que comértelo, o te morías de hambre. Aprendí a comer de todo.

“No es fácil ver la muerte todos los días en las personas queridas, niños, amigos. La guerra tiene la cara fea. En lo personal me enseñó a disfrutar la vida, porque hoy estabas vivo, pero mañana podías estar muerto.

Angola es un tema sensible para Felo. No importa cuántas veces se le entreviste, siempre que habla de este momento de su vida, es imposible que a sus ojos no asomen lágrimas al recordar tanta muerte heroica durante los siete meses en aquella nación.

EN CASA

Desde la cabina del avión comunican: ‘Aeroflot se complace en anunciarles la llegada a nuestra sagrada Patria’…la noticia creó gran algarabía entre los pasajeros, quienes lloraron y se abrazaron entre sí al ver desde lo alto, aquel caimán dormido bajo el apacible cielo.

“Yo le había escrito a la vieja diciéndole que tenía deseos de tomar sopa. Cuando llegué, me tenía en un cuartico unas 10 gallinas, de cinco, seis libras, ¡gallinonas! con las patas toa jorobá. A esa hora a despertar a tó el mundo, a poner música, a bailar”.

De nuevo en las rutinas productivas del Periódico La Demajagua, Rafael da cobertura a varios sucesos importantes ocurridos en Granma, entre ellos, los actos nacionales por el 26 de Julio en 1982 y 2019.

“En este último, recuerdo que yo estaba atrás. El de la seguridad no me autorizaba a pasar más adelante. Mi juicio de fotógrafo y los años de trabajo me decían que ahí, iba a pasar algo.

“Le insistí que estaba un poquito lejos. Finalmente me llamó, y es cuando viene la foto histórica, en la Plaza de la Patria, de Raúl, Ramiro Valdés y Díaz-Canel, que circuló en el mundo entero.

“Sin embargo, la foto más famosa de mi vida laboral, la más publicada y significativa, la realicé el 18 de diciembre de 1986, cuando capté, en Cinco Palmas, el momento en que Raúl levantaba la mano del Comandante en Jefe y gritaba ¡Viva Fidel!

“Otros trabajos memorables para mí fueron las coberturas al recorrido de Arnaldo Tamayo y Yury Romanenko por Guantánamo, después del viaje al cosmos; las 11 veces que subí al Pico Turquino, los incontables trabajos realizados en el Plan Turquino, las visitas del presidente Miguel Díaz-Canel Bermúdez, y el paso de las cenizas de Fidel por Granma.”
Múltiples premios en concursos avalan el profesionalismo y el buen ojo de este fotorreportero, además de reconocimientos en certámenes periodísticos como el Dania Casalí in memoriam; exposiciones fotográficas colectivas, el Premio por la obra del año Bartolomé Martí Pons y este 2023, el Premio provincial Por la Obra de la vida, Rubén Castillo Ramos.

“Este premio es un recuento a todo lo que he hecho en mi vida. Agradezco a Granma por haberme dado cada oportunidad, porque si bien este premio está designado a mi persona, se lo debo a esta provincia tirá pá alante, de gente buena y cariñosa”.

Rafael Martínez Arias eterniza en cada instantánea sus formas de ver la vida: algunas, inspiradas en esa vid melancólica y sentimental que no deja de tener su belleza; otras, más planificadas y dirigidas, con orientaciones como: ‘córrete un poquito aquí; mimi, podrías darte una pintadita; niño, tú podrías arreglarte la camisa; una sonrisita venga, ¡alegría, alegría!’ …lo cierto es que ambos estilos revelan a un fotógrafo enamorado hasta el tuétano de su profesión y con su propio enfoque.

Anaisis Hidalgo Rodríguez

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