
Su inquietud por comunicar, comenzó desde niño, sin embargo, no partió precisamente de lo iterario, sino a través de la creación plástica, visualidad que estudiaría después en la escuela de artes plásticas José Joaquín Tejada, de Santiago de Cuba.
“Esto tuvo otro cantar, porque en 1974 cuando existía en el país la ‘fiebre’ de corresponsales obreros, mis compañeros me designaron para representar al sector educacional en Radio Granma.
Ese fue el primer sitio donde coloqué mi voz.
Ahí comencé mis primeros pininos”. Posteriormente ejerció como corresponsal del periódico Trabajadores; desempeñó responsabilidades en el sector de la Cultura, como las de director del módulo cultural de Troya, de la Galería de arte de Manzanillo, y la Escuela elemental de artes plásticas Carlos Enríquez.
Ha sido especialista literario de la Casa de cultura de la Ciudad del Golfo, jefe de Departamento de arte de la Dirección municipal del sector, representante para la zona del Guacanayabo de la PM record, una agencia de Pablo Milanés; director del semanario La Demajagua por 15 años, y presidente de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba en Granma durante un quinquenio.
Su versatilidad lo consagró como periodista en la llamada prensa plana y radial, escritor de programas radiales, televisivos, autor de tres libros, sin embargo, confiesa sentirse cómodo lo mismo detrás del micrófono que frente al teclado de una computadora, aunque hace una salvedad: “El periodismo radial tiene su encanto.
Todo periodista debe pasar por la prensa radial para ganar en inmediatez; en la prensa escrita un poco como que nos acomodamos, aunque ahora existe la variante de internet que también te da la inmediatez de escribir in citu, en el momento en el que se está produciendo el hecho.
“Para mí la radio fue una escuela. La sigo amando, sigo colaborando no desde el punto de vista noticioso pero sí desde el punto de vista humorístico, escribiendo los programas Lo mejor de tu vida, de Radio Bayamo, y durante más de quince años, El show del sábado, de Radio Granma.
“Aún en el periódico enviaba mis libretos con el choferes de la guagua quienes lo hacían llegar a la radio manzanillera. Mantuve este flujo hasta que llegó un momento en que me di cuenta que no podía sostener ese ritmo y que debía dedicarme más a lo informativo. También escribí para la televisión el programa humorístico El portal de la risa”.
El humor es un género que Frómeta, como acostumbramos a llamarle los colegas, cultiva aparejado a este oficio, rol que profesa con seriedad en su columna Estampas del último sábado, en el periódico La Demajagua, donde el humor se matrimonia con el costumbrismo para ofrecernos ese contrapunteo entre lo cubano y lo criollo.
“No sé cómo llegó el humor, solo sé que lo profeso. No puedo estar sin él. Es una característica que va a permanecer en mí mientras viva, cuando me muera estoy pensando en poner en mi lápida: aquí yace el mejor de los jodedores; la gente tiene que recordarme como soy, no de otra forma”.
Aunque Frómeta Agüero ha incursionado como autor de tres libros: Estampas del último sábado, por Ediciones Caserón, y La radio nuestra, por Ediciones En vivo, se identifica más con el oficio de periodista, que con el de escritor: “Hago periodismo adecuado a las características de la literatura. No soy un escritor como tal, el escritor tiene otras características. Me considero un periodista que escribe basándose en los cánones establecidos por la literatura, en el género de la narrativa.”
Se suma a esta impronta editorial, otro ejemplar en fase de maquetación, que parte de una investigación sobre el surgimiento de la Televisión Serrana, y Cuenteros en el barrio, que nace de las anécdotas contadas en las comunidades y algunos velorios, historias jocosas dentro del dolor que pudiera tener una familia determinada en esos casos, y que ha aprovechado para incorporar a su obra literaria.
Los caminos por los cuales ha transitado Frómeta Agüero no lo han llevado precisamente a Roma, pero sí al periodismo cultural, una rama dentro del periodismo con la cual se siente muy cómodo, dado su temprano vínculo con el sector y que consolida, independientemente de su reincorporación laboral tras jubilarse en 2023, asumiendo la página cultural del semanario La Demajagua, un compromiso que conmina a mayor estudio, creatividad e incursión en la vida cultural del territorio.
Su manera de hacer periodismo, de contar los problemas a través de historias, y que las personas se vean reflejadas en estas, son un intento de que este se parezca a la vida. Al valorar el futuro del periodismo granmense, opinó: “Lo veo muy bien. Hay un grupo de muchachones que están estudiando, otros que ya se han graduado y me parece que vienen mucho más capacitados que las generaciones que le precedieron; esto es bajo un signo de digitalización e informatización muy superior a la etapa nuestra, que fue la época de la robotrón.
“Desde mi punto de vista también hay un riesgo con los muchachos que se están graduando, y es que la mayoría no quieren permanecer en Granma; lo otro es que hay cierta adicción por trabajar en la televisión, en la radio; no quieren estar en el periódico.
Es una gran realidad.
“Otro elemento que está incidiendo notablemente es que muchos no solo se van para la capital cubana; hay otros que logran consolidar cierta obra y entonces se van del país, que es más lamentable todavía, porque son profesionales que perdemos.
“De todas formas los que estamos en este momento, los jóvenes y los menos jóvenes, estamos comprometidos con este proceso que es un proceso más que político, cultural en todos los sentidos y lo hacemos con dignidad y respeto”.
¿Cómo recibe este premio?
Es una valoración muy importante y comprometedora, porque la obra de toda la vida siempre puede ser cuestionada por muchos y no quiero que en este caso pues muy particular se llegue a cuestionar que no había elementos suficientes para ser merecedor, yo dejo esto a los oyentes, los televidentes, los radioescuchas y los lectores de La Demajagua, quienes al final sacarán sus propias conclusiones.
“Este es un premio que lamentablemente no todos pueden alcanzar, muchos compañeros que merecían tenerlo, la vida no los acompañó, así que agradezco a todos mis compañeros.
“Nunca esperé un premio como el Rubén Castillo Ramos, pero cuando escuché en primer lugar la propuesta emitida por el periódico, que fue el órgano de prensa que me nominó, me sentí bien.
Así que, llegado el premio, es el momento de hablar de la vida de uno, que es lo que estoy haciendo contigo ahora, lo que hice con la radio y lo que haré con el periódico, que debe salir esta semana, o sea, resumir mi vida, sin más ton ni son; medianamente lo que he sido durante todo este tiempo.
¿Cuál es su mayor virtud y su mayor defecto?
“Mi mayor virtud es relacionarme con todos, desde que barre la calle hasta el vendedor de maní. Nunca me ha gustado estar en la élite esa que muchos pretenden, encerrarme en una burbuja porque cuando estalla, al final te quedas solo.
“Veo también como virtud el haber tenido la oportunidad de desarrollarme como periodista, Ocupé muchos cargos, pero jamás dejé de escribir.
“Defectos tengo montones, más que virtudes; no las enumero porque vas a pasar mucho trabajo escribiéndolas, pero no soy un hombre perfecto, no soy un hombre puro, como dijera Nicolás Guillén”.