
Por Aldo Daniel Naranjo (Historiador)
Durante aquellas horas de memorables combates, entre el 17 y 19 de abril de 1961, el pueblo cubano luchó con decisión inquebrantable a favor de la independencia nacional, la Revolución y el Socialismo.
Aunque la Revolución era aún joven, con solo dos años en el poder, ponía en práctica cambios radicales de beneficio popular y democrático.
La brigada invasora estaba formada por mil 500 efectivos, con el apoyo de armamentos, barcos y aviones estadounidenses y los objetivos de fomentar una cabeza de playa y solicitar una intervención directa del gobierno de Estados Unidos en la nación antillana.
Las fuerzas del Ejército Rebelde, la Policía Nacional Revolucionaria (PNR) y los batallones de las Milicias Nacionales Revolucionarias, bajo la ejemplar conducción del Comandante en Jefe Fidel Castro, en sistemática ofensiva, fueron consumando la victoria. En menos de 72 horas, los enemigos resultaron derrotados.
En estas heroicas jornadas, 156 combatientes perdieron sus vidas. Varios de ellos nacieron en la actual provincia de Granma, concretamente en los actuales municipios de Bayamo, Jiguaní, Guisa, Media Luna, Niquero y Pilón.
Dotados de valentía, patriotismo y dignidad, son ejemplo e inspiración de las nuevas generaciones. De ahí el tributo agradecido a cada uno de ellos, amantes del progreso de su patria.
Los seis caídos de estas tierras del oriente, todos jóvenes, estaban integrados al proceso revolucionario:
Ramón Enrique Báez Vázquez nació, el 27 de diciembre de 1940, en Calabazar de Santa Rita, en el municipio de Jiguaní. Fue activo colaborador del Ejército Rebelde. Más tarde, ingresó en la Fuerza Táctica de Combate de Managua, en la división de Tanques, con la que participó en la batalla de Girón.
El 18 de abril, su tanque fue alcanzado por una bomba de napalm, que provocó incendio y él no pudo salir, por lo que murió, con solo 20 años cumplidos.
Efraín Israel Espinosa Pérez, de la tropa de choque de la PNR, vio la luz el 13 de julio de 1936, en Dos Bocas de Tana, hoy perteneciente al municipio de Media Luna. En la lucha contra la tiranía de Batista, ingresó en la columna 1 del Ejército Rebelde.
Después del triunfo revolucionario, sentó plaza en la PNR, en Santiago de Cuba. Estuvo entre los seleccionados, a comienzos de 1961, para participar en la lucha contra bandidos en las montañas del Escambray.
El 19 de abril, un obús de mortero le destrozó las dos piernas. Por mucho que lucharon para contener la hemorragia, falleció a las pocas horas, tres meses antes de cumplir 25 años.
La asistencia médica no llegó a tiempo y el cuerpo de Efraín quedó en la arena, cubierto por sus compañeros con algunas ramas, hasta que fue retirado del lugar.
Diósmedes Jiménez Palomino, oriundo de la finca Estacadero, en Niquero, nació el 2 de noviembre de 1935. Opuesto a la dictadura de Batista, ingresó en la columna 1 del Ejército Rebelde. En 1959 formó parte de la guarnición de Cojímar.
El 19 de abril, en la fase final de la batalla, murió a causa del fuego de una ametralladora calibre 50, con solo 25 años de vida.
Osvaldo López López, natural de El Naranjo, en Pilón, nació el 28 de febrero de 1928. Se sumó a la columna 1 del Ejército Rebelde en la Sierra Maestra. Marchó a La Habana en la Caravana de la Victoria, con Fidel. Luego, integró la guarnición del Instituto Nacional de Reforma Agraria.
Fue gravemente herido, el 19 de abril, y falleció en el mismo escenario de combate. Solo contaba con 33 años de edad.
Álvaro Morales Hernández, nació en San José del barrio Arroyo Blanco, en el municipio de Bayamo, el 7 de abril de 1936. Participó en la lucha clandestina en la Ciudad Monumento Nacional y en 1959 ingresó en el Departamento de Investigaciones del Ejército Rebelde y tras su disolución pasó a la Sección Motorizada de la PNR.
Herido en combate, fue traslado al hospital de Matanzas. Allí, falleció, el 22 de abril, con 25 años de edad recién cumplidos.
José Mariano Tamayo Rodríguez fue dado a luz en la finca El Chungo, cercana a la ciudad de Bayamo, el 28 de enero de 1940. Integró las filas del MR-26-7 y del Ejército Rebelde, donde alcanzó el grado de primer teniente.
Resultó herido gravemente por una ametralladora, el 19 de abril, y lo llevaron para el hospital de Cienfuegos. Su muerte se produjo tres días después, con 21 años de edad.
EL ETERNO AGRADECIMIENTO DEL PUEBLO
La biografía de cada uno de ellos, muestra el origen popular de la obra revolucionaria, refleja la lucha contra la dictadura de Batista y los primeros enfrentamientos a la contrarrevolución interna.
Conocer las virtudes y glorias combativas de los defensores de la Patria y muertos gloriosos, es deber insoslayable de los continuadores de su obra de amor a la patria y la Revolución.
En justo reconocimiento a los que entregaron sus vidas en Girón, el Comandante en Jefe Fidel Castro expresó: “Girón significó que los que allí cayeron preservaron la vida de miles de cubanos, a millones de cubanos. La victoria la habríamos alcanzado de todas formas, pero a un costo terrible y también al precio de la destrucción total del país”.
La trascendencia histórica de esta vitoria no sólo estaba en el ahorro de vidas y recursos que significó para la nueva Revolución, sino que dejó muchas lecciones de cara al futuro, con vistas a la preparación defensiva, la educación y la cultura del pueblo, a fin de mantener siempre en alto la moral revolucionaria.
Por eso, el máximo líder tenía presente su carácter como fuente de enseñanza: “Esa es una de las lecciones que debemos sacar de Girón, es una de las cosas que las nuevas generaciones deben comprender y deben saber siempre, ese es el mérito imborrable de Girón”.
Eran cubanos plenos de sueños, anhelos y amor. Por tanto, merecen el eterno agradecimiento de la nación por su entrega y luchas revolucionarias. Ellos pelearon la primera gran batalla por el socialismo en América, por el derecho a la independencia, la libertad y la soberanía.
Son simientes de los que hoy luchan para perfeccionar la obra socialista. El tiempo agiganta el heroísmo, la abnegación y el ejemplo de esta colosal victoria.
De igual modo, la admiración a sus padres, madres, hermanos y primos, tan íntimamente vinculados a ellos, partes esenciales de sus vidas y tareas revolucionarias.
La valiosa herencia de estos hombres, constituye un escudo patriótico y moral contra todo tipo de agresión del imperialismo. De aquel heroísmo soberbio la Revolución renació robustecida.
Fuentes: Justina Álvarez: Héroes eternos de la Patria (1962); Clara Enma Chávez, Dulce M. Medina y Saúl V.Almohalla: Girón. Biografía de la Victoria (1986); Colectivo de autores: Mártires del MININT (1990).