Historiadores, políticos, pedagogos y voceros de los más diversos intereses encuentran, en las esencias y matices del hecho, razones para discursos de todos los tamaños. Libros, folletos, periódicos, revistas y kilómetros de textos e imágenes digitalizados, testimonian que aquel domingo resultó trascendente.
Continúan las divergencias acerca del nombre más justo para identificar al acontecimiento; se repiten rememoraciones que olvidan o tratan sin la debida relevancia al Mayor General Guillermón Moncada, principal jefe del levantamiento en Oriente, la única provincia donde los mambises alcanzaron los objetivos previstos, y vuelven a faltar homenajes en algunos escenarios de la hazaña.
Dígase lo que se diga, si el decisivo pronunciamiento de los combatientes orientales tuvo al frente a dos prestigiosos generales de la Guerra Grande y ambos ocuparon los puestos correspondientes, ¿dónde se dieron los gritos más importantes, significativos, notables, de mayor resonancia y alcance?
¿Para qué necesitamos la historia, la educación y la política: Para propagar diferencias, errores e insuficiencias de nuestros padres, o para aprender de ellos a mejorarnos y ser útiles?
Como se dijo antes, son incontables las publicaciones referidas a la fecha mencionada. Ningún listado respetable debe excluir el libro Dos fechas históricas. 10 de octubre de 1868. 24 de febrero de 1895, publicado en 1989 por los historiadores Hortensia Pichardo y Fernando Portuondo, para brindar a los lectores una enjundiosa y detallada argumentación, frente a errores y superficialidades en el tratamiento a esos momentos cumbres de la historia del país.
Más reciente y profunda es la compilación Miradas al 24 de febrero de 1895, divulgada, en 2023, por la editorial holguinera La Mezquita, con propuestas de un colectivo de autores que reseña y comenta lo sucedido en lugares de las actuales provincias de Guantánamo, Santiago de Cuba, Granma, Holguín, Villa Clara, Sancti Spíritus, Matanzas y Pinar del Río.
Este texto recuerda que, según declaró el Congreso Nacional de Historia de 1943, la gesta organizada por el Partido Revolucionario Cubano (PRC) no debe denominarse “ni de Bayate, ni de Ibarra, ni de Guantánamo, ni de Holguín, ni de Jimaguayú, ni de Santiago de Cuba, ni de Baire, sino simplemente Guerra de Independencia de 1895”.
La copiosa bibliografía disponible hoy acerca del tema, ha dejado claro que, el 24 de febrero, tuvieron lugar decenas de pronunciamientos patrióticos, en varias partes de las regiones occidental, central y oriental, con protagonismo indiscutible para esta última, sobre todo en comarcas de las actuales provincias de Guantánamo, Santiago de Cuba y Granma.
Dichos territorios registraron los más fuertes, numerosos y concurridos levantamientos (concentraciones de hombres, quemas de propiedades enemigas, lecturas de proclamas insurreccionales, requisas de medios para combatir, ataques armados y otras acciones), tanto que los sublevados pudieron mantenerse en la manigua y esperar la llegada de los líderes principales de aquella revolución: José Martí, Antonio Maceo y Máximo Gómez.
Firmada por José Martí, delegado del PRC; José María (Mayía) Rodríguez, en representación de Máximo Gómez, y Enrique Collazo, de la Junta Revolucionaria de La Habana, la orden de arrancada precisaba que “se autoriza el alzamiento simultáneo, o con la mayor simultaneidad posible, de las regiones comprometidas”.
Los investigadores Damaris Torres Elers e Israel Escalona Chádez han precisado que, tras escapar de tenaz persecución, Moncada comenzó la guerra en el área de Charco Tumba, perteneciente a San Luis, municipio que también reportó sublevaciones en La Caoba, La Mejorana, El Dagame y Dos Caminos. En este último caserío tuvo lugar, aquel domingo, un combate dirigido por el Gigante de ébano.
Torres y Escalona estimaron que, en sitios de la actual provincia santiaguera, salieron a pelear unos mil 200 patriotas, bajo el mando de Guillermón, secundado por guerreros como Quintín Banderas, Victoriano Garzón, los hermanos Vidal y Juan Eligio Ducasse, Alfonso Goulet y otros.
Las indicaciones de Moncada se cumplieron, además, en Guantánamo, donde el levantamiento, de la mano de Pedro Agustín (Periquito) Pérez, incluyó varias acciones y tuvo importancia capital, pues por esa región llegarían al país Martí, Gómez y Maceo.
Bartolomé Masó, segundo jefe de los conspiradores orientales, encabezó el pronunciamiento en su finca manzanillera Colmenar de Bayate, hizo pública una proclama y allí se le sumaron hombres que, cumpliendo órdenes suyas, ese día realizaron acciones insurreccionales en los caseríos de Calicito y Cayo Espino, mandados por Amador Guerra y Enrique Céspedes Romagosa, en Gua (Joaquín Castro Viltres, alias Reytor) y en Campechuela (Antonio Reyes).
También seguían indicaciones del veterano de La Demajagua quienes fueron a la manigua, en Niquero, conducidos por Dominador de la Guardia, y en la finca Santo Tomás, del hoy municipio de Bartolomé Masó, con el coronel Juan Masó Parra al frente. Este grupo atacó, el 24, al poblado de Yara.
Mientras, cerca de 300 hombres tomaron las armas en Bayamo, al mando de los coroneles José Manuel Capote, en la finca La Estrella, Francisco Estrada y Estrada (Barrancas), Esteban Tamayo Tamayo (Vega de la Piña, hscornda aledaña a Barrancas) y Joaquín Estrada Castillo (Valenzuela).
En el municipio de Jiguaní, el teniente coronel José Sablón Moreno (Rabí), se sublevó en su finca El Faldón, de la zona de Arroyo Blanco, acompañado por oficiales como Bellito Blanco y Víctor Ramos.
Otros alzamientos en tierras jiguaniceras los lideraron Fernando Cutiño Zamora, en La Ceiba y fincas cercanas, Rafael Pacheco Cintra (Dos Ríos), José Reyes Arencibia (Santa Cruz), Saturnino Lora (La Veguita), Celestino Fonseca Rosales (Pueblo Nuevo), Juan José Urbina (Los Negros) y Florencio Salcedo (Rihíto).
Lora, Fonseca, Urbina y Salcedo tenían, en horas de la tarde, a unos 400 hombres, con ellos entraron al poblado de Baire y realizaron el pronunciamiento más divulgado de aquella jornada gloriosa.
El 27 de febrero, todos los sublevados de Jiguaní se pusieron al mando de Sablón Moreno.
A 129 años del reinicio de la gesta para independizar a Cuba del yugo colonial español, el ejemplo de sus protagonistas sigue alumbrando los caminos de la Patria e invitando al conocimiento, cada día más exacto, de la historia.