A cada amenaza, una victoria del pueblo (I)

Los seudónimos y la burla constante a las acciones imperialistas preceden a la Seguridad del Estado. En 1893, se ponían en práctica originales métodos de espionaje cubano

Autor: Pedro Etcheverry Vázquez

Los antecedentes históricos de nuestros Órganos de la Seguridad del Estado se encuentran presentes en la Agencia General Revolucionaria de Comunicaciones y Auxilio, dirigida por el Agente General Luis, organizada por José Martí en 1893, quien, utilizando seudónimos y poniendo en práctica originales métodos, burló al contra-espionaje español, aportando valiosas informaciones a la labor independentista, revolucionaria y unificadora que realizaba dentro y fuera de nuestra Patria.

En 1925, estos métodos adquirieron una nueva connotación a través de la labor realizada por la Comisión Militar del Primer Partido Comunista fundado por Julio Antonio Mella y Carlos Baliño, en sus luchas contra los gobiernos que asolaron nuestra patria durante la etapa republicana.

Más recientemente, desde finales de 1956, en el escenario de la lucha insurreccional contra la tiranía batistiana en las montañas orientales, los expedicionarios del yate Granma que lograron sobrevivir al revés de Alegría de Pío, tuvieron que aplicar singulares medidas de defensa y seguridad, para evadir la intensa persecución a que fueron sometidos por fuerzas de aire, mar y tierra, apoyadas por confidentes del Servicio de Inteligencia Militar y la Guardia Rural que actuaban en el teatro de operaciones.

La misión más importante de aquellos combatientes fue la protección de la vida de Fidel Castro Ruz, jefe del Movimiento Revolucionario 26 de Julio, a cargo de Universo Sánchez, Juan Almeida, Ernesto Guevara y Faustino Pérez, en el núcleo guerrillero que comenzó a consolidarse en la Sierra Maestra, con el oportuno apoyo de un grupo de campesinos encabezados por Guillermo García y Crescencio Pérez.

A mediados de 1957, la Agencia Central de Inteligencia aprovechó a su favor el surgimiento del II Frente Nacional del Escambray (IIFNE) y, a principios de 1958, su agente William Alexander Morgan arribó a esa región con la misión de influir en los planes de los principales cabecillas del foco recién creado, para utilizarlo como una «tercera fuerza» que se opusiera al Ejército Rebelde.

Mientras tanto, por orden de Fidel, el combatiente Horacio Rodríguez Hernández cumplía las primeras misiones de Inteligencia para obtener información sobre el desplazamiento de las fuerzas batistianas en el territorio donde operaba la Columna 1 José Martí, del Ejército Rebelde.

El 7 de abril, un documento firmado por el teniente Arturo Lince, jefe del Servicio de Inteligencia Rebelde, solicitaba información sobre el enemigo, que incluía la identificación de los jefes de las tropas, los movimientos de sus fuerzas, la cantidad de efectivos y el tipo de armamento que utilizaban.

El día 20, una carta firmada por el Comandante Raúl Castro Ruz, y dirigida a Fidel, informó la creación  del Cuerpo de Oficiales de la Inteligencia Rebelde, que tenía bajo su mando el Servicio de Observación Campesina, encargado de los interrogatorios de los detenidos, de señalizar en un mapa los objetivos enemigos que  pudieran ser blanco de un ataque de sus fuerzas, y de dirigir el incipiente Servicio de Inteligencia, instruyendo a sus miembros para las misiones que se presentaran en un futuro inmediato.

A finales de junio se presentó en el Escambray el agente de la cia John Meckpless Espíritto, con la cobertura de «corresponsal de guerra», pero en realidad su verdadera misión consistía en controlar a William Morgan, con el propósito de utilizar los efectivos del IIFNE para obstaculizar los planes del Ejército Rebelde y establecer un centro de inteligencia que se dedicara a reclutar nuevas fuentes, y buscar información sobre la situación política y militar que existía en ese territorio.

Rápidamente, la incidencia de Morgan y Espíritto en la jefatura del IIFNE se convirtió en la piedra angular del andamiaje contrarrevolucionario que esta agencia de subversión y espionaje estructuró en el Escambray, con el propósito de entorpecer el tránsito, por el centro del país, de las columnas invasoras comandadas por Camilo Cienfuegos y Ernesto Che Guevara, quienes cumplían la misión asignada por Fidel de extender la guerra de liberación desde Oriente hasta Occidente.

El 22 de agosto, cuando el Ejército Rebelde había derrotado la Ofensiva de Verano del Ejército de la dictadura, el Comandante Raúl Castro firmó un decreto ordenando la creación del Servicio Secreto del Estado Mayor del Ejército Revolucionario 26 de Julio en el Segundo Frente Oriental Frank País, bajo el mando del capitán Augusto Martínez Sánchez, que se dedicaría a «observar, investigar e informar» sobre todo lo que pudiera afectar la seguridad de las fuerzas rebeldes.

En octubre, Fidel designó al comandante Julio Camacho Aguilera como Delegado del Movimiento 26 de Julio ante las fuerzas batistianas, para establecer coordinaciones con aquellos militares que habían solicitado contactar con el Ejército Rebelde, siempre que no estuvieran involucrados en crímenes y abusos contra la población, que comprendieran la necesidad de colaborar en el derrocamiento de la tiranía, y contribuyeran a realizar actividades de influencia y reclutamiento entre jefes y oficiales, estimulándolos a incorporarse con sus fuerzas al Ejército Rebelde.

A través de la riesgosa labor del comandante Camacho Aguilera, fueron obtenidas informaciones puntuales sobre planes agresivos contra diferentes objetivos de las fuerzas rebeldes, los daños causados por la guerra entre la población campesina, y el impacto en las filas del ejército batistiano de las acciones combativas libradas por el Ejército Rebelde.

EL TRIUNFO DE LA REVOLUCIÓN CUBANA

Ante el empuje de las fuerzas del Ejército Rebelde, en la madrugada del 1ro. de enero de 1959, el dictador Fulgencio Batista huyó estrepitosamente y unas horas más tarde se produjo el inevitable triunfo de la Revolución Cubana, cuando, cumpliendo órdenes de Fidel, las columnas de Camilo Cienfuegos y el Che Guevara tomaron el Campamento de Columbia y la Fortaleza Militar de La Cabaña.

En esas circunstancias, las 19 estaciones de Policía de La Habana, el Buró de Investigaciones de la Policía Nacional y el Buró para la Represión de las Actividades Comunistas (Brac) fueron tomadas con el apoyo del pueblo, por las Milicias de Acción del Movimiento 26 de Julio, una estructura que había sido creada en el fragor de la lucha clandestina, por Ñico López y Gerardo Abreu Fontán.

A pesar de que en estas instalaciones militares y policiacas se encontraban algunos responsables de abusos, secuestros, torturas, asesinatos políticos y desapariciones, ningún combatiente tomó la justicia por sus manos.

La Revolución Cubana y sus instituciones militares de defensa, seguridad y orden interior surgieron con las manos limpias.

El 9 de enero, durante una comparecencia por televisión, Fidel explicó que ya no había razones para que la misión militar estadounidense permaneciera en Cuba, y añadió que debía retirarse.

Cinco días después, cumpliendo indicaciones de Fidel el Servicio de Inteligencia Militar fue sustituido por el Departamento de Investigaciones del Ejército Revolucionario (DIER), que en sus inicios funcionó en el antiguo edificio del sim, ubicado a un costado de la entrada del Hospital Militar, en Marianao.

La orden que creaba el DIER fue firmada por el comandante René de los Santos Ponce, al frente de esa institución.

Una de las primeras organizaciones contrarrevolucionarias que debió enfrentar el DIER fue La Rosa Blanca, creada en Nueva York, el 28 de enero, por los servicios de inteligencia norteamericanos, bajo la dirección de Rafael Díaz Balart, quien había sido líder de la mayoría en la Cámara de Representantes y ministro de Gobernación de la tiranía batistiana.

A mediados de febrero, fueron disueltos oficialmente, por Camilo Cienfuegos, el brac y el sim, dos instituciones odiadas por los cubanos, debido a los crímenes cometidos, y que ya habían sido abolidas formalmente por la Revolución.

Periódico Granma

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