Camilo y Bayamo: alegría de grandes

“Yo a Camilo lo recuerdo alegre, como en eterna primavera, pues lo conocí en medio de la alegría de vivir en una patria liberada, donde él tuvo la satisfacción de ser actor de primera línea”, comentaba el bayamés Robert Arnaldo Paneque, en 1989.

Camilo entre bayameses: A su derecha, Robert Arnaldo Paneque; a la izquierda, el fotógrafo Rolando Avello Vidal (1924-2007). FOTO Archivo del autor

Se refería al primer encuentro de ambos, en 1959; pero las relaciones habían comenzado en la primera mitad de 1958, cuando el joven de sombrero alón, barba espesa y risa fácil bajó de la Sierra Maestra, al frente de un pelotón del Ejército Rebelde, para reorganizar la lucha armada en el triángulo formado por las ciudades de Bayamo, Holguín y Las Tunas, es decir, una parte significativa del valle del río Cauto, el más largo de Cuba.

En ocasión del aniversario 30 de la desaparición física de Camilo, uno de los hombres más queridos por el pueblo cubano en toda su historia, el autor de estas líneas agradeció la satisfacción de conversar con Robert, revolucionario de larga trayectoria, periodista e historiador.

Este entrevistado especial había sido limpiabotas, barbero, director de periódicos y boletines, corresponsal de varias publicaciones, comentarista y conductor de espacios radiales, presidente de la Asociación Cívica Todo por Bayamo (que trabajaba para reconstruir y modernizar la ciudad, tras el incendio patriótico de 1869), fundador y primer tesorero del Movimiento 26 de Julio (M-26-7) en la localidad, combatiente urbano y sobresaliente colaborador de la guerrilla.

En 1959, lo designaron jefe de Orden Público y responsable de Divulgación y Cultura del M-26-7 en el municipio, cargos que facilitaron varios encuentros con Camilo.

Aquel año, también, conversó con el Comandante en Jefe Fidel Castro, acerca de tendencias que debilitaban la unidad del citado Movimiento en Bayamo y luego, propuesto por Camilo, resultó delegado de la efímera Operación Granma, diseñada en pro de fortalecer a la dirección revolucionaria.

Conocedores de la obra de Robert Arnaldo Paneque (1921-1993) durante la insurrección, han afirmado que tuvo muchas similitudes con la de Celia Sánchez Manduley (1920-1980).

Después del triunfo, Camilo, Celia y otros invitaron al bayamés a trabajar con ellos, en La Habana, pero el modesto barbero siempre contestó que prefería “ver la Revolución desde abajo”.

Robert destacó que, de los principales jefes guerrilleros, Camilo Cienfuegos Gorriarán (1932-1959) resultó el más relacionado con Bayamo y sitios aledaños, admiraba la historia de la zona y su permanente alegría parecía crecer cuando conversaba con personas de la comarca.

Recordó que, gracias a las hazañas guerreras, el humanismo y las jaranas, el joven capitalino ya era parte de la leyenda del Ejército Rebelde, cuando se acercó a la primera ciudad cubana declarada Monumento Nacional.

De abril a junio de 1958, dirigió el primer grupo de “barbudos” que bajó de las montañas a combatir en la llanura, y una de las acciones notables fue el ataque a la Ciudad Antorcha, la noche del 20 de abril, cuando personalmente disparó contra la planta eléctrica móvil, ubicada cerca de la estación ferroviaria.

William Ayala, miembro de la dirección del M-26-7 en la urbe, recordaría la afirmación de Camilo de que Fidel le había indicado una acción de ese tipo, a fin de adquirir experiencias de peleas en áreas urbanas.

Compañeros y testigos mencionaban otras ocasiones en que el Héroe de la sonrisa entró a la ciudad, incluida una cuando, dijeron, durmió apenas a tres cuadras de la primera plaza cubana de la Revolución.

La historia resalta, además, el combate que tuvo lugar, el cuatro de mayo, en el monte La Estrella, donde Cienfuegos y sus hombres, a punto de ser aniquilados, resistieron, durante no menos de 10 horas, el cerco de unos 500 soldados, medios blindados y aviación.

De aquellas semanas también merece recordación la presencia de Camilo en Cauto del Paso, caserío del actual municipio de Río Cauto y entonces sede del campamento rebelde establecido por Orlando Lara, temerario combatiente que mantenía en jaque al enemigo, en Bayamo y puntos cercanos.

Como algo simbólico, el Señor de la Vanguardia recibió la orden de ascenso al grado de Comandante (el más alto del Ejército Rebelde), en Dos Ríos, adonde fue con sus camaradas de armas a homenajear al Héroe Nacional, José Martí. Desde allí contestaría que le sería más fácil dejar de respirar que traicionar la confianza del Comandante en Jefe.

Nuevamente, en agosto de 1958, recibió ayuda cariñosa y valiente de hombres y mujeres de los llanos del Cauto, cuando atravesaba la zona, el frente de la columna Antonio Maceo, rumbo al occidente de Cuba.

El Héroe de Yaguajay volvió a Bayamo, en la madrugada del tres de enero de 1959, para informar a Fidel acerca de la situación de la capital, tras el triunfo insurreccional.

Luego, hubo nuevos encuentros y algunos resultarían inolvidables para Robert Arnaldo Paneque.

“Desde la primera vez que hablamos, en el hotel Central, de esta ciudad, el trato fue como a un viejo amigo, pues ya me conocía por la ayuda a los guerrilleros del llano.

“En junio de 1959, organizamos un acto, en la Plaza Rabí (hoy del Himno Nacional), a fin de repudiar el ofrecimiento de 10 mil novillas preñadas, hecho por la Asociación de Ganaderos de Cuba con el propósito de mediatizar o detener la Reforma Agraria.

“Enterado de que Camilo estaba cerca de Bayamo, lo invité, él vino en una caballería, junto a otros dirigentes, le habló al pueblo y fue cuando dijo la famosa frase: Con novillas y sin novillas, les partiremos la siquitrilla.

“Él tenía una sensibilidad especial, no olvidó a ninguno de los que le ayudaron cuando en 1958 llegó a los llanos del Cauto, y al hablar expresó, más o menos: “Cuando llegamos a la zona de Cauto del Paso, los campesinos nos abrieron las puertas de sus hogares y de sus corazones; con ellos compartimos la cama y la mesa, y hoy que la Revolución ha triunfado, volvimos a decirles:

“Campesinos, hermanos, en los momentos en que nosotros solo teníamos la esperanza de la victoria, ustedes fueron generosos, por eso vengo a decirles que la Revolución triunfó y en ella tendrán una fuente de apoyo, inspiración y confianza.

“Después fui recibido por él, en La Habana, y facilitó un avión solicitado para recoger varios bayameses que formaban un coro, fueron de gira a países centroamericanos y, no recuerdo por qué razón, se habían quedado por allá. Cuando regresé a Bayamo, ya ellos estaban aquí.

“Me llamó la atención la familiaridad de los subordinados al tratar a Camilo. En la casa donde me recibió, vi a dos primos míos y a Ernesto Guevara Cervantes (Tétiro), de Cauto Embarcadero, quienes habían peleado bajo sus órdenes, mostraban plena confianza y hasta usaban jaranas entre todos”.

SIGUE EN SU PUEBLO

“Pienso que se debe resaltar cada día más la presencia de ese héroe en Bayamo y sus alrededores, porque luchó mucho en estos llanos, reestructuró el Movimiento 26 de Julio, atacó la ciudad y ganó la simpatía de todos cuantos lo conocieron.

“Observo un gran interés en la juventud por las cosas de Camilo, algo muy positivo y demostración de que sigue viviendo en el pueblo.

“La anécdota que más recuerdo tuvo carácter simbólico, ocurrió cuando él venía para el acto al cual lo invité en Bayamo, la caballería se encontró con un ómnibus de pasajeros y todas las personas bajaron a vitorear al querido comandante.

“En medio de la algarabía, una muchacha se quitó la flor que traía en el pelo y dijo: Vaya, una flor para Camilo”.

La Demajagua

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