
Bien sabe la masoense María Teresa Ramos Torres que la tierra lo da todo, de ella, bien abonada con el sudor de sus padres y abuelos, salieron sus estudios, crianza y demás ingresos que sustentaron la economía doméstica de su familia.
Por eso no lo pensó dos veces y ante la oportunidad de hacerse con un pedazo de tierra en los alrededores de su casa saltó de inmediato del buró a la labranza.
“Era casi como una tarea de locos porque toda esta área pertenecía al CEPRU (Centro Procesador de Residuales Urbanos) y estaba llena de basura, escombros y tarecos además con un alto grado de infestación de aroma y marabú, pero con mucha pasión y determinación hemos podido transformar esta realidad, que ha sido también transformar nuestras vidas y la de algunos miembros de nuestra comunidad”.
Su historia no termina ahí, con visión y esfuerzo enfiló sus pasos hacia la concreción de un proyecto de desarrollo local destinado a convertir su sembradío en una finca agroecológica a la cual decidió nombrar “Dos Palmas”.
En ella no solo cultiva alimentos, también produce oportunidades para su equipo de cinco trabajadores, quienes han logrado superar los 5 mil pesos mensuales en salarios, con posibilidad de llegar hasta 10 mil según los ingresos generados por las ventas de sus producciones.
“Tenemos un pedacito de tierra para cada cosa, contamos con plátano, fruta bomba, berenjena, café y frijoles, así como cítricos y frutales, además de caña y kingrass para el sustento de los animales”.
“Aplicamos humus de lombriz y otras buenas prácticas agrícolas, con las cuales no solo suplimos el déficit de abonos y otros productos necesarios, sino que también protegemos el medio ambiente en la misma medida en que aumentamos nuestras producciones”.
Pero su impacto va más allá de lo económico y lo productivo, los beneficios de su trabajo se extienden a la comunidad incluyendo el hogar de ancianos, el círculo infantil y otras instituciones sociales que reciben apoyo de sus iniciativas.
María Teresa no se detiene aquí, tiene grandes sueños para su proyecto: desea ampliar sus áreas de cultivo y generar nuevos empleos, convirtiendo su finca en un referente del quehacer agroecológico en la región.
Su compromiso con la agricultura sostenible y el bienestar comunitario resalta el potencial de las mujeres masoenses, quienes demuestran que, con valentía y determinación se pueden convertir grandes sueños en realidades.
Una invitación a creer en el cambio y a trabajar juntos por un futuro mejor, más próspero y sustentable.